Publicado el lunes, 03.25.13
En mi opinión
La visión de Orlando Luis Pardo
Fabiola Santiago
FSantiago@miamiherald.com
NUEVA YORK — La primera vez que "conocí" a Orlando Luis Pardo Lazo en
esa plaza pública infinita e impredecible que es la internet, estaba él
tuiteando desde La Habana bajo la identidad @OLPL.
Fue una noche de diciembre del 2011, cuando una flotilla del Movimiento
Democracia de Miami había zarpado hacia aguas internacionales cerca de
La Habana para demostrar su solidaridad con los disidentes que estaban
siendo golpeados y arrestados con un despliegue de fuegos artificiales.
Cuando entré a Twitter, comenzaron a aparecer los tuits de los blogueros
cubanos.
"¡Se ven los fuegos artificiales!", tuiteó el periodista independiente
Reinaldo Escobar.
"¡Bola de luz en el horizonte! ¡Y no es la luna!", tuiteó la esposa de
Escobar, la bloguera Yoani Sánchez, que no era tan famosa entonces como
lo es ahora.
Yo estaba incrédula. De lo que yo creía que sabía de Cuba, estos
reportajes de primicias al estilo americano vía Twitter no eran
exactamente posible para personas cuyo acceso a la internet estaba
prohibido o, en el mejor de los casos, limitado y bajo supervisión.
Entonces, como si estuviera leyendo mi mente escéptica, entró en escena
@OLPL y publicó una imagen de la bola de luz sobre los techos de La
Habana que Sánchez había descrito. Tan interesante como la noticia era
la imagen de Pardo en Twitter: el retrato de un hombre con largos
crespos al estilo hippie sin camisa y con la bandera cubana colgando de
un hombro.
¿Quién era este graduado universitario en Bioquímica de 41 años que
había abandonado la ciencia por la literatura, tuiteaba en inglés,
firmaba blogs profundamente conmovedores en un español poético y pedía
(rogaba) que sus seguidores le recargaran la cuenta de su teléfono móvil.
Aunque al principio no parecía más que un alma libre que lanzaba frases
enigmáticas casi imposibles de descifrar, llegué a conocer a Pardo como
un comunicador prolífico tan apto de superar en ingenio a sus censores
que podía también confundir a sus propios amigos.
He venido siguiendo a Pardo — observando el mundo a través de sus ojos
provocadores — hasta que la semana pasada lo conocí al fin cuando
Sánchez y él fueron las estrellas de la conferencia titulada "La
revolución recodificada: La cultura digital y la esfera pública en
Cuba", celebrada en The New School y la Universidad de Nueva York (NYU).
Y ahora sé lo que su anfitrión estadounidense, el profesor Ted Henken de
Baruch College, quiso decir cuando advirtió en su blog titulado El Yuma:
"Prepárense que aquí viene Orlando, también conocido como olpl".
Pardo es capaz de parar de cabeza todo lo que uno cree que sabe.
En la primera conferencia de prensa provocó a los periodistas que le
preguntaron cuáles eran sus planes para el futuro diciéndoles que se iba
a quedar en Estados Unidos, lo cual condujo a algunos a apresurarse a
tuitear: "Orlando Luis Pardo dice que no regresa a Cuba".
Me reí con ganas porque sabía que Pardo estaba armando un juego de
palabras. En su perorata había soltado que a lo mejor se quedaba con la
novia que había encontrado en Wilmania, que estoy segura muchos
confundieron con Alemania.
Wilmania o Alemania, todo estaba en la imaginación del escritor que yo
había visto antes tratando de imponer su naturaleza irreverente.
Los periodistas, en cambio, no advirtieron su argumento más importante
acerca de su lucha por seguir cualquier curso que se le antoje escoger.
"Soy un ciudadano del mundo", dijo. Palabras que tal vez a nosotros —
que tenemos un pasaporte estadounidense que nos da el derecho a
disfrutar de todos los privilegios que conlleva la vida en un país del
primer mundo — nos suenen como un cliché.
Pero lo que Pardo busca es poner a prueba los límites de un régimen
totalitario que le entregó un pasaporte y le dio 24 meses para viajar y
regresar, o pierde su ciudadanía.
"Quizás después de 24 meses regrese por un día y vuelva a salir otra
vez", dijo, cuestionando por qué la gente de otras nacionalidades
"simplemente viajan" mientras los cubanos son colocados bajo un
microscopio y obligados a definir sus planes sobre dónde vivir.
Para ampliar este argumento — y también, pienso yo, para que la gente
piense en las maneras en que dos lados opuestos pueden coincidir — Pardo
contó la historia de cómo, cuando visitó a Miami un par de días antes de
venir a Nueva York, un periodista anticastrista le preguntó
agresivamente las mismas preguntas que le hacen los oficiales cubanos de
la Seguridad del Estado: ¿Si se iba a quedar en el extranjero o a
regresar a Cuba? El la definió como "la pregunta del castrismo". "El
régimen … te coacciona y te limita".
Pardo ha optado por actuar como un hombre libre, ya sea para usar su
destreza en la internet para elevar su voz en contra de la represión en
Cuba — apoyando los esfuerzos de la hija del líder disidente Oswaldo
Payá para demandar una investigación internacional sobre su muerte — y
denunciar la nueva ola de violencia desatada contra las Damas de Blanco
y el encarcelamiento de sus colegas escritores; o para confundir a
periodistas americanos llenando sus cuadernos.
"Hemos optado por vivir una vida humana", dijo, "y si eso nos cuesta la
vida, no importa".
http://www.elnuevoherald.com/2013/03/25/v-fullstory/1439555/fabiola-santiago-la-vision-de.html
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