La fiesta de los bombones
Viernes, Marzo 29, 2013 | Por José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, marzo, www.cubanet.org -Una curiosa floración puja por 
hacerse notar en estos días dentro del chato y atascado espectro 
político de Cuba. Es la movida de un grupo de intelectuales de izquierda 
que al parecer han consensuado distanciarse del rebaño aplaudidor del 
que formaban parte hasta ayer de tarde. No se trata de una nueva 
tendencia opositora, pues ellos mismos se apuran en dejar claro que no 
son opositores sino portadores de una visión emergente, autónoma y 
democrática. Pero, en fin, a falta de medicina, aunque sea un lenitivo, 
por ahora.
Las zonas más visibles de esta floración se identifican en el teatro, el 
cine, la literatura o las ciencias sociales, pero, sobre todo, resaltan 
en ciertas publicaciones periódicas con temáticas especializadas, así 
que suelen discurrir al margen del lector medio de noticias o novedades 
informativas, y todavía más al margen del pueblo corriente, del que 
quizá un tanto precipitadamente se consideran abanderados y con cuyo 
respaldo están contando sin previa consulta.
Quienes lamentaron durante tantos años la invisibilidad de los 
intelectuales cubanos, por lo general conservadores, oficialistas o 
anuentes ante el régimen, ya podrán enterarse de que no se habían 
extinguido, sólo hibernaban, patas arriba como los murciélagos, a la 
espera de los primeros resquicios del amanecer.
Nadie como los intelectuales cubanos para practicar la bandería 
sectaria. Entonces es natural que los de marras conformen un núcleo 
amplio en número pero estrecho para la diversidad de clases y 
particularmente cerrado a la pluralidad de posiciones ante la dictadura, 
pues sólo aceptan dos: la de los cómplices o la de su propio grupo, que 
tal vez podríamos calificar como tolerancia crítica.
Todos demuestran estar convencidos de la necesidad de introducir cambios 
más profundos que los aplicados hasta hoy en la política y la economía 
del país. Todos parecen estar hartos de la entumecida burocracia del 
partido comunista y de sus dogmas neo-estalinistas. Si no todos, al 
menos la mayoría ve con recelo el peligroso poder que hoy se gastan las 
fuerzas armadas. Todos dicen apostar por el Socialismo Participativo y 
Democrático, aunque es de temer que sus referencias no procedan de 
algunos interesantes entornos del norte europeo, sino más bien de la 
tribales y adocenadas comunas bolivarianas del siglo XXI.
Asimismo, todos se manifiestan proclives a una reconciliación armónica 
entre lo que llaman la nación y la emigración. Incluso comienzan a 
reclamar tímidamente libertad de prensa y hasta elecciones libres. Pero 
son tres nociones sobre que las tendrían que manifestarse más despacio y 
con más claridad.
Por ejemplo, su postura ante lo que llaman la reconciliación entre 
cubanos de afuera y de adentro no parece distanciarse ni una micra de la 
mañosa y tan relamida retórica del régimen, el cual, como es sabido, no 
aboga sino por armonizar únicamente con los exiliados y emigrantes que 
acepten a priori su dictadura y estén dispuestos a negociar con ella. Ya 
se ha dicho suficientemente que sobra hablar de reconciliación entre los 
cubanos de a pie que viven en las dos orillas, pues jamás se han 
peleado. De modo que sólo queda pendiente la imposible reconciliación 
entre las víctimas (emigrantes y exiliados) y el victimario, que es el 
régimen. Y ese es un problema muy fácil de zanjar, basta con el 
desmontaje del régimen, algo que no creo que haya sido incluido entre 
los presupuestos de nuestros muy democráticos y participativos 
intelectuales de izquierda, a quienes -intelectuales al fin- les gusta 
verse a sí mismos como conciencia de la sociedad, pero siempre que 
conciencia rime con conveniencia.
Por otro lado, sus reclamos sobre libertad de prensa y elecciones libres 
parecen centrarse sospechosamente en las expectativas del propio grupo. 
Nada indica que cuente para ellos la oposición pacífica, que durante 
largos años se ha dedicado a denunciar todos los males, y aún más, que 
ellos acaban de descubrir, y que además lo ha hecho arriesgando el 
pellejo, a diferencia de su caso.
En sentido general, la actitud de esta floración frente a los disidentes 
y opositores verticales, más que de reserva, parece ser abiertamente 
despreciativa o cuando menos descalificatoria. Engloban todas las 
manifestaciones opositoras en un solo movimiento, dentro del cual están 
incluyendo aun los grupos de respuesta violenta de los primeros años del 
gobierno revolucionario. Ni siquiera han tenido a bien hacer distinción 
con los partidos de izquierda, que también los hay en nuestro movimiento 
opositor. Si este no es un enfoque oportunista y un guiño al régimen, 
nada se le parece tanto.
Desde luego que tales distinguidos intelectuales socialistas 
democráticos y participativos tampoco se han tomado la molestia de 
denunciar el acoso y los atropellos a los que los esbirros de la 
Seguridad del Estado someten diariamente a mujeres y hombres sólo por 
hacer públicos sus desacuerdos con la dictadura. Guardan distancia y 
categoría con respecto a los apestados de la disidencia, un poco quizá 
por no buscarse problemas, y otro poco por su naturaleza de bandería 
sectaria que está consciente de contar con ventajas a la hora de 
organizar la fiesta de los bombones, a la que no pueden asistir los 
caramelos.
Falta que les haría leer con mayor detenimiento a Claudio Magris, un 
escritor que ellos suelen citar con frecuencia, sin darse por enterados 
de que escribió el epitafio de su floración aun antes de que brotara: 
"La utopía que se ve a sí misma como solución final es falsa, lo mismo 
en el terreno social que en el individual".
http://www.cubanet.org/articulos/la-fiesta-de-los-bombones/
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