Los periodistas independientes viven al filo de la navaja en Cuba
Cada día, cuando salen a reportar o escribir alguna historia de esa
realidad cotidiana, invisible para los medios oficiales, flota sobre sus
cabezas la tenebrosa Ley Mordaza que los puede llevar a la cárcel por 20
años o más.
No solo es el acoso legal. También hay su ración de bofetones, golpes
sutiles de taekwondo en las costillas, insultos de energúmenos azuzados
por los servicios especiales, llamadas telefónicas amenazantes al filo
de la madrugada o detenciones arbitrarias.
Mientras más lejos viven de La Habana, más descaradas y abiertas son las
intimidaciones. A periodistas independientes de la Cuba profunda, luego
de estar varias horas en un pestilente calabozo, los sueltan en la
noche, lejos de sus casas, en un recóndito camino rodeado de cañaverales.
Ninguno de los periodistas libres puede cotejar su información con
instituciones del Estado. Todos los funcionarios te cierran la puerta en
la cara. Tampoco te ofrecen cifras o datos. Pero siempre hay una manera
de conseguirlos. A veces, empleados de organismos estatales, hastiados
del socialismo ineficiente de Fidel Castro, te soplan informaciones o
números de primera mano.
Personas anónimas te hacen llegar regulaciones interna, cifras sobre
suicidios o el análisis de la última reunión del Partido provincial. A
cambio de nada. Solo quieren que aspectos de las alcantarillas del poder
se difundan. Técnocratas inconformes, policías de a pie, militares de
bajo rango, jineteras con años en el 'oficio', marginales de arrabal y
deportistas en ciernes, son los verdaderos artífices de una historia o
noticia cualquiera.
Cada texto que sale de las añejas laptops de muchos periodistas
independientes, tiene una dosis de reseña filtrada por una de esas
gargantas profundas, deseosas que la brújula política de Cuba cambie.
Los años de redacción bajo el fuego graneado de hostilidad y acoso ha
pulido el estilo de estos lobos solitarios.
Cuando se hable del periodismo al margen del control estatal en Cuba, no
se pueden olvidar algunos nombres imprescindibles. Desde los activistas
de derechos humanos Ricardo Bofill y Adolfo Rivero Caro, quienes en los
años de dura represión, reportaban sobre violaciones a las libertades
esenciales del hombre, hasta Yndamiro Restano, Rafael Solano, Rolando
Cartaya, Raúl Rivero, Ana Luisa López Baeza, Iria González, Tania
Quintero y Ariel Tapia, entre otros.
Rivero Caro ya no está entre nosotros. El resto duerme lejos de su
patria, angustiados por el futuro de Cuba, soñando que caminan por el
Malecón o toman café acabado de colar en su casa habanera. La represión,
la cárcel y el acoso del régimen los obligó al destierro.Sin ellos hemos
tenido que apañárnosla.
Ahí está Luís Cino. Se los presento, si acaso no lo conocen. Tiene un
blog, Circulo Cínico y escribe crónicas de calibre en Cubanet y
Primavera Digital, periódico realizado en un apartamento de Lawton. Es
un referente. Por la calidad de sus trabajos y su condición humana.
En Centro Habana, rodeado de solares y edificios que piden a grito
reparación, cuna del jineterismo y picaros de la estafa, de gente que
piensa dos veces más rápido que el habanero promedio, bastión de la
miseria, juegos prohibidos, niños que inducidos por sus padres salen a
pedir monedas, plaza fuerte en la venta de melca y marihuana importada,
ahí, en el corazón de la capital, reside Jorge Olivera.
Mulato alto y callado. Un buenazo en toda la extensión de la palabra.
Fue uno de los reos de la Primavera Negra. Ni siquiera la celda tapiada
pudo borrarle la sonrisa perenne en su rostro. Diecisiete años después
de iniciarse en el periodismo independiente, Olivera no pierde la
esperanza de volver a saludar a su amigo Raúl Rivero y juntos fundar un
diario de nuevo tipo en una Habana futura.
Mientras, Jorge sigue disparando con su pluma. Historias, artículos de
opinión y poesía redactada por las noches. En Santa Fe, rodeada de
gatos, podemos encontrar a Tania Díaz Castro, con una larga trayectoria
en el movimiento opositor cubano. En Regla, entre babalaos y sincretismo
religioso, una reportera de barricada, Aini Martín Valero, tiene imán
para las noticias.
Juan González Febles es otro francotirador, actualmente dirige
Primavera Digital. La abogada Laritza Diversent, vive en un villorio
acorde a su nombre: El Calvario. Según un decreto estatal, la mayoría de
sus habitantes, oriundos de provincias orientales, son ilegales.
Sobreviven hacinados en casuchas de aluminio y cartón.
Para paliar el analfabetismo jurídico, Diversent abrió en el comedor de
su casa una oficina de asesoría legal, Cubalex. Y para diferentes sitios
digitales escribe artículos sobre temas legales, sin tecnicismos. Los
hay muy populares en su vecindario. Si alguna vez aspirara a ser
concejal, Roberto de Jesús Guerra ganaría.
No hace falta saber la dirección de su domicilio. La gente de la zona te
indica el domicilio de este comunicador nacido en el oriente cubano,
ágil e incansable en la búsqueda de información. Maneja con habilidad
los equipos audiovisuales y tiene instinto de detective. Fue Roberto de
Jesús quien dio la primicia de la brutalidad médica que costara la vida
a 27 pacientes siquiátricos en enero de 2010.
Miriam Celaya es una reportera de raza. Reside cerca del 'mall' de
Carlos III, en Centro Habana. Los periodistas independientes, que en
casi nada coindimos, estamos de acuerdo que Celaya es una de las mejores
articulistas de esa otra Cuba que el gobierno pretende desconocer.
En toda la isla hay periodistas independientes, unos son más conocidos y
tienen más experiencia que otros. Pero todos reportan la visión de su
comunidad y de su país. Son el grito de los ciudadanos que no tienen
eco en la prensa oficial.
Iván García
http://www.desdelahabana.net/?p=8078
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