29 de noviembre de 2012

De taxis privados y limosnas con escopeta

De taxis privados y limosnas con escopeta
Jueves, Noviembre 29, 2012 | Por Camilo Ernesto Olivera Peidro

LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -Uno de los anecdotarios más
abundantes sobre lo que pasa a diario en las calles de la capital
cubana, lo tienen los choferes de taxis privados. Estos conductores de
los ya proverbiales "almendrones" (viejos autos norteamericanos que en
otro país serían considerados clásicos de culto o museables), cuentan
historias como para escribir un libro en la mejor tradición kafkiana.

De hecho, el anecdotario comienza con el caso de los propios choferes de
taxis. Primero, la aventura de horror y misterio que implica tramitar la
obtención de una licencia de conducir. Luego, el día a día en la vía,
enfrentando a los pasajeros y a la policía.

Sacar una licencia de conducir en Cuba es un asunto complicado, no tanto
por el proceso como tal, sino porque éste exige contar con recursos
monetarios de cierta consideración. Es obligatorio estar preparado para
que los funcionarios de ese proceso, en sus distintos pasos, abran la
mano izquierda frente al bolso del potencial chofer. Una vez vencido esa
especie de "laberinto del minotauro", en el cual el saqueo a su bolsillo
es la peripecia fundamental, llega la prueba definitoria de habilidades
para conducir. Aunque usted sea el mejor chofer del mundo, pierde su
tiempo si no ofrece de trasmano los deseables CUC al oficial evaluador.

Ya en la calle, con sus licencias respectivas para conducir y
transportar personas como taxista, comienzan nuevos rollos para el
chofer. Hace un tiempo, los conductores de algunas rutas de
transportación privada hacían su trabajo nocturno con el credo en la
boca y armados de un machete u otra arma. Una ola de asaltos que incluía
los asesinatos de choferes y desapariciones de autos, estremeció a la
creciente comunidad de los denominados "porteadores privados".

Los fines de semana suelen ser los de mayor demanda de público y, al
mismo tiempo, son los de mayor peligro: Borrachos, broncas dentro del
auto en marcha, estafadores que intentan pagar menos o no pagar, y un
rosario adicional de situaciones tan diversas que retan a la imaginación.

Los problemas del transporte público en la Isla son un mal endémico,
como lo es la corrupción administrativa. La diferencia entre el éxito y
el fracaso de una gestión puede marcarla un ómnibus demorado o roto en
el camino. La mayoría opta por esperar, y repite con fe mística el
conocido lema del buscador Google: "Voy a tener suerte". Otros se hacen
el harakiri en la billetera y desembolsan el costo del taxi de ruta
fija, que puede oscilar, según el tramo, entre diez y veinte pesos, unos
cincuenta o setenta y cinco centavos de dólar, aproximadamente. Después
de la medianoche esa cifra puede aumentar según la distancia y el chofer
que te toque en suerte.

Hay quien puede pagar todos los días la transportación en un taxi, hay
quien lo hace alguna que otra vez, y hay quien rara puede hacerlo. Los
choferes reconocen con cierta facilidad a los habituales.

Entre el ir y venir de los autos, asoma la infaltable figura del policía
de tránsito. Unas veces aparece como motorizado y otras en auto de
patrullaje, o incluso a pie. Según la hora, o el día de la semana o del
mes, entre otros factores casi siempre azarosos, el chofer de taxi podrá
escapar o no de la "mordida" de estos depredadores uniformados.

Puede suceder que bajo cualquier pretexto, el policía de tránsito
detenga al taxi para notificarle la multa y restarle puntos en el valor
de la licencia. El chofer deberá tener en cuenta la posibilidad de que
el policía le pida, sin mucho miramiento, "un poco de dinero para poder
comprar aceite de cocinar, pues el salario no me alcanza este mes".

Generalmente los choferes negocian con los uniformados y, como
consecuencia, la multa se esfuma y la valiosa licencia de conducir queda
incólume. Este "modus operandi" que pudiera entenderse como una típica
limosna con escopeta, ya forma parte de los códigos no escritos del
tránsito en las calles de la capital cubana. La inefable ley de oferta y
demanda, policialmente impune, va gobernando la diferencia semafórica
entre la luz roja de las restricciones y la verde de libre vía.

http://www.cubanet.org/articulos/de-taxis-privados-y-limosnas-con-escopeta/

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