Caída de Lage y Pérez dejó sin interlocutores a Europa y Japón
Louis Michel, entonces el Comisionado Europeo para el Desarrollo,
consideraba que Pérez Roque representaba la única esperanza de poder
influir sobre una reforma en Cuba
Redacción CE, Madrid | 16/12/2010
España, toda la Unión Europea, y Japón, perdieron a sus mejores
interlocutores en Cuba, aquellos aparentemente proclives a la apertura
del régimen, al ser destituidos, en marzo del pasado año, el
vicepresidente Carlos Lage y el ministro de Relaciones Exteriores,
Felipe Pérez Roque. El actual secretario general de la Presidencia del
Gobierno español, Bernardino León, admitió esa pérdida durante una
reunión con el encargado de negocios estadounidense en Madrid, Arnold A.
Chacón, llevada a cabo el 2 de diciembre de 2009, informa el diario
español El País.
"(León) dijo que Moratinos (Miguel Ángel Moratinos, ministro de Asuntos
Exteriores, 2004-octubre 2010) seguía trabajando para conseguir
progresos en Cuba, pero que todos los interlocutores de España allí
(Pérez Roque, Carlos Lage) habían desaparecido", recoge un cable.
"(León) llamó al actual canciller cubano Rodríguez, un "don nadie", y
dijo que Moratinos intentó, en vano, en su visita a La Habana, "una
apertura económica".
Dos años antes del abrupto apartamiento de Pérez Roque, el ministro
español Moratinos "estaba convencido de que podría promover un cambio en
Cuba a través de sus buenas relaciones con Pérez Roque", escribe el
entonces embajador estadounidense, Eduardo Aguirre, de origen cubano,
que atempera el entusiasmo del funcionario español. "Moratinos tiene
poca experiencia sobre Cuba".
Días después de la defenestración de los dos miembros del partido
comunista cubano más inclinados a una gradual liberalización, al menos
en su flanco económico, Fidel Castro explicó las razones de su
destitución: "El enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos",
denunció en una de sus "Reflexiones". "La miel del poder, por el cual no
conocieron sacrificio alguno, despertó en ellos ambiciones que los
condujeron a un papel indigno".
El 18 de febrero de este año, dos meses después de su entrevista con el
encargado de negocios estadounidense, Bernardino León se reúne con el
subsecretario de Estado para América Latina, Arturo Valenzuela, que se
manifiesta contrario al objetivo español de acabar con la Posición Común
de la Unión Europea respecto a Cuba, establecida en 1996, durante el
Gobierno del conservador José María Aznar (1996-2004).
El Gobierno de Zapatero la considera un estorbo en los esfuerzos de
Madrid hacia la progresiva democratización de Cuba. "León aconsejó a
Valenzuela que no se creyera todo lo que leía en la prensa ya que no
prevé un gran cambio en la política de la UE respecto a Cuba", tal como
pretendió Moratinos, según se lee en otro despacho.
Tras garantizar que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero no
visitará Cuba mientras no se acometan cambios democráticos sustanciales,
el alto funcionario español reconoció que las relaciones con La Habana
son "difíciles" porque el Gobierno de Zapatero había mantenido "lazos"
con Pérez Roque durante su función ministerial, y porque la Ley de
Memoria Histórica, que facilita la ciudadanía española a "cientos de
miles" de nietos de españoles que tuvieron que renunciar a la
nacionalidad como consecuencia del exilio, es considerada hostil por
Cuba, agrega la información de El País.
Los "lazos" establecidos por Pérez Roque y Lage con España y otros
países, entre ellos Japón, se forjaron durante años, según muestran los
despachos emitidos por la Sección de Intereses de Estados Unidos en La
Habana y por sus embajadas en Madrid y Bruselas. "Pérez Roque: la gran
esperanza", destaca uno de los epígrafes de un cable emitido por la
legación diplomática norteamericana en Bruselas, el 18 de abril de 2005,
tras una visita a La Habana de Louis Michel, Comisionado Europeo para el
Desarrollo entre el 24 y 27 de marzo de ese año.
"Pérez Roque parece estar apostando a la era post-Castro y pensando con
pragmatismo sobre cómo alcanzar los intereses de Cuba en el presente y
en el futuro", escribe el consejero Tood Huizinga, con la información
proporcionada por un miembro del equipo de Michel, conocedor del
contenido de la reunión entre el ex ministro cubano y el Comisionado,
que percibe a Lage como un interlocutor al que la UE debe apoyar como su
principal contacto en La Habana.
"Michel sintió que Pérez Roque representaba la única esperanza de poder
influir sobre una reforma en Cuba y el respeto por los derechos
humanos", agrega el documento confidencial. El informante explicó a la
misión diplomática que el efusivo optimismo de Michel sobre las
relaciones entre la UE y Cuba tras la visita tuvo como propósito
reforzar a Pérez Roque, pero que la realidad era otra: salió de Cuba
"serio y preocupado" por el inmovilismo del régimen.
El acercamiento a Pérez Roque y Lage tuvo el efecto contrario al deseado
por sus promotores: alertó a los hermanos Fidel y Raúl Castro, sobre el
coqueteo de los dos altos funcionarios con ministros y gobernantes
europeos, latinoamericanos y asiáticos. La caída en desgracia de ambos,
y su sustitución por la vieja guardia comunista, acabó consumándose en
marzo de 2007, agrega la información de El País.
Las destituciones desorientaron a las embajadas de los países
democráticos, que debieron empezar casi desde cero, con el nuevo
canciller, Bruno Rodríguez, a quien califican como un hombre obediente y
cumplidor de órdenes. En este sentido, el embajador japonés hasta el
pasado año comentó que "los cambios en el liderazgo del Ministerio de
Relaciones Exteriores cubano había dañado gravemente los planes de Tokio
con Cuba ya que el Gobierno (japonés) había puesto sus principales
esperanzas en sus relaciones personales con Lage, Pérez Roque y De La
Nuez, ministro de Comercio Exterior, también despedido", según escribe
el diplomático Jonathan Farrar.
También Fernando Remírez de Esternoz, ex responsable de las Relaciones
Exteriores del PCC, sustituido por su segundo, "fue un serio
interlocutor que podía mejorar las relaciones de Cuba con el mundo". El
informe de Farrar dice que las relaciones personales de los
defenestrados con funcionarios de otros países pudieron detonar su
salida de un régimen que no admite porosidades de ese calibre.
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