Publicado el 10-03-2009
Papá Estado y Mamá Revolución
Por Pablo Alfonso
Por estos días en Cuba, Papá Estado y Mamá Revolución buscan a quien
culpar por sus líos domésticos.
Después de medio siglo de romance, compartiendo sueños y utopías
ideológicas, parece que ambos quieren eludir sus responsabilidades
propias; esas que han causado la quiebra económica y la fractura de los
valores sociales y políticos de la sociedad cubana.
La progenie engendrada por ese maridaje está en el centro de todas las
acusaciones. Los "padres fundadores" del castrismo culpan a su prole por
la ineficiencia económica del régimen, las indisciplinas sociales y la
desidia instalada en el país.
Resulta que ahora, las tres generaciones de hijos que parió Mamá
Revolución no fueron bien educados por Papá Estado. ¿Y no era que el
castrismo definió a la Revolución, Patria y Estado como la misma cosa?
¿Acaso el Partido Comunista y el Gobierno no son lo mismo?
Los hijos de la revolución castrista, educados por el Estado que les
trazaba su vida y destino desde la cuna hasta el cementerio, debían ser
el paradigma del hombre nuevo. Así lo dibujó el fracasado guerrillero
argentino, Ernesto Ché Guevara, convertido tras su muerte en mito de
todas las boberías. Así lo definió en su folleto El Socialismo y el
Hombre en Cuba, escrito a principios de la década de 1960.
Y la utopía no quedó sólo en papel y tinta. El Máximo Líder la trató de
imponer con rigor y empeño. Hace 42 años, el 28 de enero de 1967, Fidel
Castro delineaba el papel de Papá Estado.
"¿Cómo se sigue avanzando por ese camino del socialismo y del comunismo,
que es el camino que ofrece a la sociedad la mayor suma de felicidad, la
mayor suma de satisfacciones, la mayor suma de bienes? Entonces hay los
que piensan que si les damos gratis todos estos servicios ahora a los
campesinos, los campesinos se volverán holgazanes, se volverán vagos,
que no trabajarán. Hay quienes creen que para que el hombre tenga que
trabajar y trabaje debe sentir el látigo de la tremenda necesidad, el
látigo de la miseria, el látigo del temor, para trabajar […]
Históricamente, desde que el hombre es hombre hasta hoy, el hombre ha
trabajado fundamentalmente para sostener a su familia, para evitar que
sus hijos y sus seres queridos se murieran de hambre[…]Y como los hijos
dependían enteramente del trabajo del padre, ese sentimiento llevaba a
los hombres a esforzarse a trabajar duramente, a veces haciendo inmensos
sacrificios."
Para el gran creador de Mamá Revolución el asunto estaba claro: Papá
Estado se encargaría de satisfacer todas las necesidades del ser humano
desde que nacía hasta su muerte.
"Y los que defendemos esas ideas, los que creemos en esas ideas, los que
creemos en el ser humano, no tenemos dudas del resultado, no tenemos
dudas de que se probará la justicia de nuestros puntos de vista, y no
esperamos ningún fracaso", afirmaba.
El resultado, todos lo sabemos, ha sido diferente. El paternalismo de
Papá Estado ha generado una prole de seres dependientes; el
autoritarismo de Mamá Revolución no ha logrado una sociedad de hombres
libres; el aniquilamiento del individuo, de la persona, frente al dogma
de la colectividad, castró la iniciativa personal y de paso infundió el
miedo a la responsabilidad que acompaña a cualquier acción libre.
Por eso resulta irónico escuchar las recriminaciones del padre fundador,
Ramiro Valdés.
"Aquí todo el mundo tiene que trabajar, todo el mundo tiene que aportar,
todo el mundo tiene que aportar además soluciones, ideas", dijo Valdés
durante un recorrido el domingo 27 de septiembre por obras y centros
laborales de Santiago de Cuba."Que las masas participen en la solución
de sus propios problemas y no esperar que papá Estado venga a
resolverles y como los pichones: abre la boca que aquí tienes tu
comidita. Así no es", afirmó.
El tenebroso ex ministro del Interior no puede ignorar que Papá Estado
no es un ente abstracto. Tiene nombre y apellidos.
Quizás por eso los padres fundadores del castrismo se preguntan ahora
por qué continúan las indisciplinas en los centros de trabajo y de
servicio, que inciden en el bajo rendimiento de la economía, incluso dos
años después de que el gobierno de Raúl Castro implantó un riguroso
código laboral.
Se preguntan también por qué los estudiantes deambulan por las calles en
horas de clase, y la juventud en general ha perdido la fe en el destino
del país, y lo abandona a su suerte tan pronto tiene una oportunidad.
Quizás si los padres fundadores del castrismo, que todavía tienen
fuerzas para vivir quisieran, podrían devolver a los cubanos la
posibilidad de ejercitar libremente sus talentos y sus iniciativas, sus
libertades y sus derechos. Estoy seguro que nadie esperará como pichones
a que Papá Estado los alimente.
De lo contrario, como me comentó un colega hablando del tema: ¡con una
familia como Papá Revolución y Mamá Revolución, lo mejor es ser huérfano!
Diario Las Americas - Papá Estado y Mamá Revolución (4 October 2009)
http://www.diariolasamericas.com/news.php?nid=86321
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