Dioses marxistas para un Estado laico
Los cubanos pueden tener cualquier fe siempre que ella no interfiera con 
la fe del Partido Comunista
miércoles, septiembre 30, 2015 |  Ernesto Santana Zaldívar	
LA HABANA, Cuba.- Cuando algún alto dignatario de la Iglesia Católica 
—sobre todo últimamente, tras los altos servicios que le ha prestado— 
pregunta al gobierno cubano sobre la posibilidad de que esa institución 
religiosa vuelva a regir instituciones educativas, siempre se le 
responde que en Cuba el Estado es laico y que la enseñanza no está en 
manos de ninguna religión.
De hecho, la Constitución de la República de Cuba dice, en su artículo 
8, que "el Estado reconoce, respeta y garantiza la libertad religiosa", 
que "las instituciones religiosas están separadas del Estado" y que "las 
distintas creencias y religiones gozan de igual consideración".
Eso no es cierto. Algunas creencias tienen una preponderancia que no 
tienen otras, y esa propia Constitución instituye ese mayorazgo cuando 
dice, por ejemplo, que ella misma está guiada "por el ideario de José 
Martí y las ideas político-sociales de Marx, Engels y Lenin".
Más adelante declara la decisión de "llevar adelante la Revolución 
triunfadora del Moncada y del Granma, de la Sierra y de Girón encabezada 
por Fidel Castro que (…) estableció el poder revolucionario (…), inició 
la construcción del socialismo y, con el Partido Comunista al frente, la 
continúa con el objetivo final de edificar la sociedad comunista".
Consecuentemente, en las escuelas, desde el primer día de la enseñanza 
primaria, se inculca en la mente de los niños, aun cuando todavía no 
comprenden el significado de muchas palabras, los dogmas de lo que, a 
veces, más que una creencia, parece a veces una simple religión atea o 
un vulgar totemismo.
El conocimiento de esos dogmas, con santoral y martirologio incluidos, 
ha cobrado tanta importancia en la educación que a veces tiene igual o 
mayor peso en la evaluación de los estudiantes, aunque solo sea de boca 
para afuera, que el conocimiento de los contenidos de cada asignatura.
Uno puede abrigar una creencia fuera de la teología castrista, pero no 
puede predicarla, ni defenderla, ni enseñarla a estudiantes, ni 
divulgarla en medios de comunicación, sin incurrir en delitos que pueden 
alcanzar la categoría de "propaganda enemiga".
Se permite a las personas tener cualquier fe siempre que ella no 
interfiera con la fe del Partido Comunista, o sea, con el rol de 
conductora social que esa secta de creyentes ideológicos se otorga a sí 
misma sin razón histórica, o siquiera lógica, y sin permitir, por otra 
parte, el menor cuestionamiento, que también puede ser penado por la ley.
Recientemente hubo dentro del periodismo oficialista quienes 
manifestaron su desacuerdo con el papa Francisco —pese a los mil elogios 
que sus dichos y conducta les arrancó— por haber aconsejado que "se debe 
servir a las personas y no a las ideas".
Es curioso que alguien ateo, materialista y marxista, seguro de que la 
economía determina cómo piensa una persona, no coincida con el papa 
porque "a mí me enseñaron que uno sirve a las ideas, no a las personas". 
Pero más curioso es que se atreva a mentir tan abiertamente cuando de su 
actuación pública se deduce que no sirve en primer lugar a ninguna idea, 
porque su divisa es "Servirás a tu Líder sobre todas las cosas", y solo 
su Líder decide a cuáles ideas debe servir.
Ese es el credo que se empotra en la mente de los niños desde el primer 
día de escuela, con el resto de los dogmas de un adoctrinamiento cuyo 
grosero mesianismo en realidad no tiene demasiado que ver con las raíces 
judeo-cristianas del marxismo, y que estará martilleando la conciencia 
de los estudiantes hasta el último día de clases.
La educación "laica" en Cuba no pretende formar a ciudadanos, sino a 
androides que se enfrenten a cualquier enemigo del Líder. Es una 
educación sin espíritu ni ideas reales, que procura solo el entusiasmo 
—revolucionario por supuesto— para cumplir órdenes, aplaudir al líder y 
aporrear a la escoria mercenaria.
De esa educación destructiva, principalmente, proviene nuestra costumbre 
de atacar al mensajero si no nos gusta su mensaje, lo mismo en la cola 
de una tienda pueblerina que en un intercambio de opiniones en un foro 
de Internet.
Gran parte de la sociedad cubana está compuesta de autómatas, enajenados 
o hipócritas, y el resto son los que pasan el resto de su vida 
limpiándose la mente cuidadosamente de tantas absurdas creencias, en 
ocasiones muy arraigadas por la costumbre de años.
Cuando se preparaba el X Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, una 
estudiante de esta organización defendía el adoctrinamiento continuo e 
intensivo con el argumento de que "nadie nace comunista" y, por tanto, 
hay que inventarlos a como dé lugar. Lo que no sabe aún es que no son 
muchos los que, después de adoctrinados, mueran comunistas.
Para la mayoría, practicar esta confesión ideológica es practicar la 
simulación, con frecuencia por ánimo de lucro. Si Vladimir Putin es un 
ídolo del régimen cubano es porque ni siquiera tiene ya que fingirse 
comunista para controlar el poder en un gran territorio, acaparar mucho 
dinero y abrirle fuego al que se ponga en el medio. Y con un Estado 
laico, naturalmente.
Source: Dioses marxistas para un Estado laico | Cubanet - 
https://www.cubanet.org/opiniones/los-dioses-marxistas-de-un-estado-laico/
 
 
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