El "proceso secreto" contra el artista del grafiti El Sexto
Miércoles, Mayo 29, 2013 | Por Ernesto Santana Zaldívar
En sus ya cinco años como artista del grafiti, Danilo Maldonado, El 
Sexto, ha pasado por detenciones arbitrarias y violentas, incautación 
objetos personales, amenazas y otros abusos, pero no ha dejado de 
estampar sus obras por toda La Habana.
La Seguridad del Estado lo ha secuestrado incluso para llevarlo a 
visitar a Alexis Leyva, Kcho, "ejemplo de artista" según ellos. En vano: 
El Sexto, sigue reincidiendo y cada vez aumenta más el tono 
contestatario y directo de su arte. Si en una época usó magníficas 
ironías como "Devuelvan mis cinco euros", ahora pone "Abajo Castro" 
sobre un fondo sangriento o pinta una cruz gamada encima del rostro de 
Fidel Castro.
"Soy como el perro huevero", reconoce Danilo en conversación con este 
periodista, "aunque cada vez me borran más rápido los grafitis". Cuando 
más aumentó la presión sobre él, decidió combinar las artes marginales 
del tatuaje y el grafiti y comenzó a dibujar en su piel lo que quería 
denunciar, además de que, por ejemplo de persistencia, escribió su firma 
encima de tachaduras rosadas de la policía sobre grafitis suyos anteriores.
Un spray como toda arma
Pero no tienen que atraparlo en acción para detenerlo. Basta con que 
lleve en el bolsillo del pantalón un spray, como ocurrió el viernes 17 
de mayo, cuando fue con unos amigos a comprar unas cervezas a la esquina 
de Veintitrés y G sobre las nueve de la noche. Un policía le pidió 
documentación y lo llevó para la estación de Zapata y C, donde tuvo que 
esperar hasta el día siguiente para encontrarse con el jefe de la 
unidad. "Cuando por fin hablé con él", cuenta Danilo, "me preguntó: 
«¿Así que tú eres el que hace todo eso por ahí?». Yo le di un disco con 
mis trabajos, para que supiera lo que yo hacía". La reacción fue tomarle 
muestras de olor (intentaron que les diera muestras de orine, pero se 
negó, aunque le faltaron el respeto con suma grosería) y llevarlo en dos 
patrullas para hacer un registro en su domicilio.
"Empezaron a coger lienzos, sprays, laptop, cámara fotográfica, 
cartulinas, discos y lienzos sin usar, y a meterlo todo en bolsas de 
nailon que decían «Criminalística»", dice El Sexto. Luego lo regresaron 
a la unidad y a las doce de la noche del mismo sábado 18 volvieron a 
llevarlo a la oficina del jefe, ausente ya. "Había una mujer que se 
comportó con muy poco respeto. Todas mis pertenencias estaban sobre una 
mesa, como quiera, todo revuelto", relata Danilo.
La oficial le informó que quedaban confiscados tres de sus lienzos, 
además de las plantillas para esténciles, sus proyectos artísticos, 
treinta y siete sprays de esmaltes e incluso cuatro latas de simple 
pintura de aceite y su currículum vitae, con el argumento de que eran 
objetos relacionados con "un hecho delictivo que se investiga". Luego le 
entregó un acta de ocupación y lo puso en libertad.
Desocupado no: artista
Dos días después, El Sexto comenzó un proceso legal con un abogado para 
que le devolvieran lo incautado, ya que, cuando registraron su casa y 
requisaron los objetos, no le dieron una copia de lo que ocuparon, como 
dicta el procedimiento. "¿Y por qué me devolvieron algunas obras sí y 
otras no?", se pregunta el grafitero. "¿Por qué se quedaron con sprays 
que yo compré en tiendas del estado? Hicieron lo que les dio la gana, 
violaron muchas cosas", asegura.
Lo habían tildado de desocupado y él había replicado: "Soy artista, 
aunque no artista de los tuyos. No estoy para alabar a ningún dios. Yo 
tengo derecho a criticar y a decir lo que quiera". Y fue más claro 
cuando le dijo al policía: "Tú no estás hablando de ninguna revolución, 
sino de una falange que adora la F de Fidel. Es ilegal que yo pinte las 
paredes, pero no que se escriba «Viva Fidel» o «En línea con Fidel» sin 
contar con nadie. ¿Por qué yo tengo que contar con ustedes para decir algo?"
El proceso secreto
Dispuesto a no dejarse pasar por encima, va a seguir reclamando sus 
obras. "No maté a nadie, soy una persona honrada, vivo de mi trabajo y 
mi mujer está embarazada", le puntualizó al oficial: "De hecho, lo que 
más aval me da es eso que tú haces, reprimirme, que confirma que estoy 
haciendo bien mi trabajo. Qué ironía".
Cuando al abogado le informaron que a su representado se le había 
abierto un expediente, el letrado preguntó de qué se le acusaba y, como 
única respuesta, según cuenta Danilo, "le comunicaron que no podían 
decirlo, pues era un proceso secreto. Yo insistí, pero lo único que me 
dijeron fue que «próximamente» me informarían de qué se me acusaba. 
Alegaron la falsedad de que a mí se me había hecho una acusación y yo me 
había negado a firmarla. Pero hicimos las cartas con las reclamaciones y 
las entregamos en los lugares correspondientes", concluye Danilo Maldonado.
El valor delictivo de la obra de arte
A partir de esos acontecimientos, Otari Oliva, uno de los coordinadores 
del proyecto Cristo Salvador Galería (que entre septiembre y noviembre 
hizo un magnífico ciclo de exposiciones sobre el grafiti cubano), 
escribió un texto donde exponía sus preocupaciones como artista: "La 
situación de El Sexto me hace reflexionar: una obra de arte puede llegar 
a poseer valor delictivo y ello se halla contemplado en el código penal 
de mi país. Desde hoy me gustaría poder determinar, tal como puedo 
determinar el valor delictivo de determinados actos, el valor delictivo 
en el que puede recaer una obra de arte". Y a continuación dejó bien 
nítida su postura: "O habrá adecuación al código penal y el fallo se 
pronunciará desde un ejercicio de transparencia, aclarando para Danilo y 
para todos la razón del proceder de las autoridades, o estaremos 
peligrosamente cerca de una pira de libros ardientes, amén de que 
nuestras manos de artistas temblarán quizás un poquito más a partir de 
entonces".
De cualquier manera, El Sexto no tiene entre sus planes dejarse 
amedrentar. En el burdo registro que le hicieron en su domicilio, los 
peritos dejaron abandonada una bolsa con la palabra «Criminalística» 
impresa, que ahora piensa él utilizar para hacer un trabajo. Un regalo 
que le hicieron para seguir afilando su arte.
http://www.cubanet.org/?p=43056
 
 
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