Padre José Conrado: 'Hay una crisis de espiritualidad' en Cuba
El sacerdote cubano José Conrado de visita en la Ciudad de Miami durante
su entrevista con el Nuevo Herald el viernes 24 de abril del 2015. |
Roberto Koltun el Nuevo Herald
Nora Gámez Torresngameztorres@elnuevoherald.com
Si de algo se enorgullece el padre José Conrado Rodíguez es de ser un
hombre humilde ("trato de vivir como vive el pueblo"). Quienes lo
conocen dan fe de ello. Parte de su sueldo lo emplea en apoyar un
programa que da de comer a niños desfavorecidos en su parroquia.
Recientemente vino a Miami para bautizar a Pablo, un muchacho de 16
años, enfermo de cáncer, a quien ayudó a salir de Cuba para que
recibiera tratamiento en Estados Unidos. "Eso es lo que me hace sentir
realizado", afirma con una sonrisa.
En la primera parte de esta entrevista exclusiva, el sacerdote cubano
habló sobre la visita del Papa, el rol de la Iglesia en Cuba y el miedo
que siente dentro de la isla. Durante la segunda parte de la
conversación, abunda en lo que describe como una "crisis espiritual".
En más de una ocasión sus palabras se cargan de emoción. "Yo creo que un
hombre vale lo que vale su corazón", dice y agrega rápidamente: "la
frase no es mía es de un amigo que ya está en el cielo. O tú sientes que
los demás son importantes para ti, o no tienes rumbo en la vida".
¿Los cubanos que van hoy a su iglesia, qué están buscando?
Yo espero que estén buscando a Dios porque es lo único que podemos dar.
La gente busca la verdad, algo que sea real, que les de vida.
¿Tiene militantes del Partido dentro de sus feligreses?
Sí, por supuesto. Al principio, algunos se levantaban cuando decía algo
en la homilía un poco fuerte; ya no se van (y suelta una carcajada). Los
que abundan son gente muy humilde y gente que no ha tenido nada que ver
con el poder.
¿Ha aumentado la membresía en la Iglesia últimamente?
Acabo de hacer 18 bancos nuevos para mi iglesia, no siempre se llenan,
pero sí, creo que en general está aumentando, no como yo quisiera. En mi
caso, sí hay una guerra sorda. Nosotros estamos tratando de darles
comida a niños que viven lejos de la escuela, en dos pueblecitos y hemos
tenido problemas por esto. Nos critican, han ido a convencer a la gente
que no envíen a los niños. Nosotros no les enseñamos catecismo, les
damos el almuerzo, les tenemos unos catrecitos para que duerman las
siestas, los enseñamos a comer. En Cuba se han cerrado muchas escuelas
rurales, por la pobreza del país, y ha decrecido el número de niños.
Esto que está contando habla de un Estado que no está dispuesto todavía
a descentralizar y a perder control. ¿Ve que pueda haber algún tipo de
apertura política en el futuro?
Es uno de los grandes retos que tiene el gobierno cubano. En Cuba, no es
solo que haya resolver el problema económico—y hay que resolverlo porque
si no, nos vamos a morir de hambre. Espero que el gobierno comprenda que
es precisamente abriéndose a la participación, creando ese clima de
respeto al diferente y de pedir la ayuda de todo el mundo—no con esa
voluntad totalitaria sino con voluntad de democratización, de
participación real de la gente en su futuro—que nosotros podremos salvar
a Cuba.
En Palma Soriano hay un activismo bastante fuerte de la Unión Patriótica
de Cuba. ¿Cree que estas organizaciones opositoras tienen arraigo en el
pueblo?
Grupúsculo, ¿qué es? A veces un pequeño grupo de personas cambian la
historia porque en un momento determinado encarnan una verdad, una
justicia necesaria en ese momento. No es el número lo que determina, es
la razón que tienen en la labor que realizan. Muchas veces los intereses
propios se hacen presentes en esas luchas que debieran ser
desinteresadas, pero eso ocurre en todas partes. Yo sí noto un
crecimiento de grupos. Por primera vez, noto que hay una voluntad de
coordinación, de diálogo. El problema grave de Cuba siempre ha sido que
todos queremos ser generales y no soldados, hay gente que nunca entra en
un "nosotros": al final se quedan solos.
¿Ve a alguien que pudiera ser un líder en el futuro político de Cuba?
No uno, son varios. Hay mucha gente también que tiene preparación,
voluntad, pero que se cuidan, que hoy no están en estos grupos que ya
existen pero son una reserva.
¿Se podrían encontrar incluso dentro del gobierno actual?
Yo creo que el gobierno de Cuba va estar compuesto por personas que
también formaron parte del gobierno y yo espero que así sea, porque
barrer con todo el mundo, eso no es bueno. Hay gente buena en el Partido
Comunista, no sé cuántos, pero los hay. Cuba necesita de todos sus hijos
y tenemos que aprender la tolerancia de aceptar al otro como diferente y
la grandeza de perdonar al que se equivocó. La patria es de todos, no de
uno o de dos, o de un grupito.
¿Cuál es el principal dilema que enfrentan los cubanos que van a su
iglesia y aquellos que viven en los pueblos que usted atiende?
Hay una crisis muy grande de espiritualidad. Se manifiesta de modo
diferente en los pueblos y en la ciudad. Trinidad es una ciudad rica,
donde hay más de mil familias que alquilan en moneda fuerte, más de cien
paladares. Esto genera trabajo, es una ciudad próspera donde ves todas
las casas pintadas, a diferencia de otros lugares. Sin embargo, yo noto
que la gente todavía tiene mucho miedo y se aferra a lo material, porque
a veces cuando hay gran escasez, la gente vende su alma al diablo. Está
el afán de poseer y no compartir. Por otra parte, hay tanta pobreza...
¿Cree que el gobierno debería diseñar una estrategia para combatir la
pobreza como una prioridad?
Por supuesto. Con la ayuda de la Iglesia y todos los demás cubanos. No
creo que la Iglesia es la coprotagonista del gobierno. El gobierno tiene
que aprender que cada cubano tiene derecho a luchar y a la posibilidad
de hacerlo por sí mismo. Si tú no empoderas a la gente para que el
individuo sea realmente responsable, estás perdido, porque no puedes
responder a tanta demanda.
Hay mucha especulación sobre quién va a suceder al cardenal Jaime Ortega
¿Quién sería la mejor persona para encarnar ese ideal que usted defiende
y estar al frente de la Iglesia cubana?
Yo tengo mi candidato, para suceder a Jaime, que yo me imagino será
pronto, pero no lo puedo decir porque me voy a buscar problemas con
otros amigos.
¿Qué cualidades deben tener quienes estén al frente de la Iglesia
católica cubana?
Ser de Dios, eso es lo fundamental. Que sean hombres de Dios, piadosos,
sin eso no hay nada que hacer.
¿Qué es lo más ha difícil que ha enfrentado como sacerdote en Cuba?
Esa es una pregunta muy buena pero muy difícil de responder. A mí me
golpea mucho la dureza del corazón. Es una especie de desconfianza, de
escepticismo, la intolerancia, es como una hidra de muchas cabezas. Ser
cura en Cuba es muy difícil, porque hay mucha gente que no cree en nada
ni en nadie.
Muchas veces uno carga con el sufrimiento del pueblo y uno también se
deprime. Por mi carácter yo soy muy optimista, y esa es una
característica del pueblo cubano. Nosotros creemos en el futuro. Por
malo que nos vaya el hoy, sabemos que va a haber un mañana; pero cuando
uno lucha y lucha y no ve resultados, o tratas de hacer el bien y te
hacen el mal, te traicionan, te difaman…las mismas personas por las que
tú estarías dispuesto a morir...
Y, a veces, el cansancio, también. Por supuesto, lo que más me ha
golpeado es cuando he encontrado la incomprensión, la sospecha o la
indiferencia dentro de la misma Iglesia. Cuando son tus hermanos, eso sí
que duele.
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