Wednesday, June 29, 2011 | Por Aleaga Pesant
MANZANILLO, Cuba, junio (www.cubanet.org) – Isidoro estaba borracho.
Arrastraba sus viejas y destartaladas botas, mientras, con su rostro sin
afeitar, entonaba una canción que, para la hora y su estado, sonaba
bien. De pronto vio algo extraño que se movía frente a él, en la calle
que desemboca en el mar. Sí, era un barco de metal, de aproximadamente
veinte pies de eslora arrastrado por un camión y varios hombres que
trataban de mantener su equilibrio, amparados en la oscuridad de la
noche. Entonces Isidoro comprendió que era verdad el comentario de la
gente de una fuga marítima.
Una semana antes, en horas de la mañana, al puesto de Guardafronteras
del puerto de Manzanillo llegó un chivatazo. Se preparaba un escape y
para ejecutarlo se reunía logística, tripulación y viajeros. De
inmediato se alertó a la policía y al delegado de la circunscripción
cercana a la costa.
Cuando la policía política se comunicó con el delegado, el hombre dijo
que desconocía el movimiento y afirmó que estaría en alerta para
atajarlo. Pero los ojos no engañaban a Isidoro. El delegado era el que
dirigía la maniobra para echar el bote al agua. El delegado, un chivato
de tiempo completo, se iba. ¿Quién más se largaba con él? Nada menos que
el jefe del sector de la policía y también el director económico de una
empresa.
Al identificar al borracho, que de inmediato recobró la cordura, los
comprometidos lo invitaron a sumarse a la empresa. Pero el hombre se
negó. ¿Y si lo tiraban al mar? ¡Qué va! Él no se iba. Lo invitaron de
nuevo y respondió.
-Deja deja, que yo estoy bien aquí.
Y aprovecho la oscuridad para escurrirse por la carretera que bordea el
litoral, mientras el bote entraba en el agua y era abordado por los
viajeros.
Más tarde se supo que el bote fue construido dentro de la casa del
delegado del Poder Popular, miembro destacado del partido comunista en
su comunidad. Utilizaron planchas de acero y el suficiente ingenio como
para llegar a la isla Roatán, en el Golfo de Honduras, donde se hundió
el barco y perdieron la vida algunos de los pasajeros. Las noticias del
hundimiento llegaron rápido a Manzanillo.
Tiempo después, los sobrevivientes viajaron a Estados Unidos, y el bote
fue bautizado en el pueblo como "el Titanic".
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