2 de mayo de 2011

Política de terror

Política de terror
Escrito por Amarilis C. Rey
Managua, La Habana
1 de mayo de 2011

(PD) El lunes 18 de abril mientras el Congreso del Partido Comunista de
Cuba (PCC) sesionaba en el Palacio de las Convenciones para debatir las
futuras políticas a seguir por esta organización, en Río Verde, uno de
los vecindarios capitalinos se aplicaba otra política, la del terror.

Decenas de individuos que podían superar el centenar, fueron llevados
durante las horas de su jornada laboral, a la vivienda de la opositora
Sara Marta Fonseca, para tras saltar la cerca perimetral, tratar de
abrir con cabillas las ventanas de aluminio y la puerta, a la vez que
gritaban consignas gubernamentales e improperios personales y lanzaban
piedras contra la fachada, deteriorada por otros actos de similar magnitud.

Esta opositora quien ha colocado en la parte exterior de su casa
carteles condenando al gobierno y al Partido Comunista que lleva medio
siglo en el poder, es la secretaria ejecutiva del Partido Pro Derechos
Humanos de Cuba, organización auspiciada por Ricardo Bofill, que desde
hace 22 años, viene habla por los que no tienen voz y sí mucho miedo.

"Yo oía los gritos, sentía las piedras chocar en la ventana y la puerta.
En un momento, una de las piedras pasó frente a mis ojos. Y dije: si nos
van a matar dentro de la casa, pues que nos maten fuera. Ya mi hijo
menor había salido y por eso decidí salir yo también," dice Sara Marta
Fonseca, mientras muestra los rotos en la camiseta que usaba ese día.
La mujer, de 40 años, rememora los momentos en que desde el piso sentía
los golpes en su cuerpo.

"Me defendí como pude, pero eran muchos. Recuerdo que le arranqué la
blusa a una de las mujeres que me golpeaba. El sudor de mi rostro se
mezclo con el polvo del pavimento y creo que fue eso lo que motivo que
algunos vecinos dijeran que tenía la cara ensangrentada. Escuchaba en
medio de tanto escándalo como un oficial les indicaba que no me dieran
por la columna, donde tengo varias vértebras afectadas. Parece que no
querían tener la responsabilidad de dejarme inválida."

El esposo de Fonseca, Julio León, de 49 años y su hijo mayor de 21,
corrieron en su auxilio. Después de una desigual trifulca, los tres
fueron detenidos por la policía política, que los condujo con un rumbo
que se mantuvo desconocido por los siguientes tres días, hasta que
fueron puestos en libertad y llevados a sus casas en autos oficiales.

"Yo se lo dije a los agentes de la Seguridad del Estado: cuando vuelvan
a meterse en mi casa, vuelvo a salir, porque no voy a permitir que
violen mi domicilio y mis derechos," comentó Sara Marta, al tiempo que
muestra algunos hematomas que ya comienzan a palidecer en su espalda.

Su esposo agrega: "Así mismo tiene los senos, fueron bestias los que nos
atacaron."
En su esposo y su hijo, también puede apreciarse algunos rastros de
golpes en varias partes del cuerpo. Durante la conversación, quieren
trasmitir calma, pero alguna que otra vez, la ansiedad y la impotencia
que sienten, delatan los abusos que han sufrido.

Transcurridos varios días de su liberación, caminar junto a Sara Marta
por su barrio es complicado. Los mensajes de aliento y preocupación de
sus vecinos vienen de todas partes y llegar a nuestro destino se hace
lento. Quizás eso explica que el gobierno tenga que traer de otros lares
a sus airados representantes.

Esta práctica de los actos de repudio pareciera estar inspirada en
ciertos fanatismos religiosos fundamentalistas. Que se recuerde,
comenzaron en Cuba en 1980, cuando decenas de miles de ciudadanos
decidieron emigrar por estar en desacuerdo con el gobierno.

En aquellos momentos, los mítines de repudio fueron suspendidos tras la
muerte de dos personas en la barriada de El Cerro.

Esperemos que la cordura se adueñe de quienes ordenan y organizan estos
actos de terror contra indefensos ciudadanos y que no tengamos que
lamentar nuevas víctimas fatales.

amarilisrey@yahoo.com

http://www.primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/1236-politica-de-terror

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