21 de marzo de 2011

Salvando al soldado Alan (Gross)

Política

Salvando al soldado Alan (Gross)
Orlando Luis Pardo Lazo
La Habana 21-03-2011 - 5:09 pm.

Cada vez que los Castro intuyen un acercamiento entre el 'monstruo' y la
islita, sobreviene el golpe de teatro de otra nueva (vieja) agresión
imperialista.

Si tanto le indigna al gobierno de Estados Unidos el abuso de un
ancianito demócrata secuestrado por la justicia cubana, que bombardeen
quirúrgicamente su cárcel y luego manden a un comando de Hollywood para
rescatar a Alan Gross live para el History Channel y online en la www.
El diferendo entre el monolito de Washington y el de la Plaza de la
Revolución sería así al menos un poco menos predecible. Pues cada vez
que la inteligencia de La Habana intuye un acercamiento entre el
"monstruo" y la islita, sobreviene entonces el golpe de teatro de otra
nueva (vieja) agresión imperialista.

El resto de la película lo conocemos de memoria. Los halcones de
Washington se harán los duros, aunque a estas alturas de la historia
nada podría salvarlos de su rol de palomas en el caso de la revolución
cubana. Habrá 20 de Mayos donde se prometa muy pronto una patria
bilingüe con todos y para el bien de todos (APLAUSOS). Habrá paquetes de
medidas expeditas para presionar a los tocororos de La Habana, los que
las digerirán con gusto, como si fuera ese alpiste imprescindible para
resistir medio siglo más. Se cortarán los precarios puentes potenciales.
Se congelarán cuentas y convenios. Y Cuba quedará por otro spam de
tiempo con las manos libres para dictar el destino despótico de millones
de ciudadanos, que seguiremos marchando felices de efeméride en funeral
en efeméride, mientras esperamos nuestra visa definitiva para escapar a
cualquier otra parte (sea en misión médica a Venezuela o a trabajar
voluntario en un kibutz israelí).

Más que de un guión viejo, se trata de una treta patética, teatro
plagiado de aquel story-board piñeriano de Dos Viejos Pánicos. En pleno
siglo XXI, el miedo al enemigo nos obliga a crearlo, a creer en él más
que en nosotros mismos como nación. Siento tener que teclearlo tal cual,
pero el pueblo cubano queda otra vez como un zombi mitad soez y mitad
zoquete, rebaño de emigrantes enmudecidos que recortan figuritas del
periódico para no pensar en nada, para esquivar toda culpa, para
comprometernos menos de cara a las autoridades (todos legitimamos el
Permiso de Salida, por ejemplo, cada vez que civilistamente se lo
pedimos a un funcionario uniformado), para no causar el menor
escandalito interno ante eso que los teóricos occidentales llaman
gobernabilidad.

Todo esto sin descontar la paranoia popular, no por desatinada menos
sabia: ¿y si el contratista Alan Gross fuera también un contratado de la
propia Seguridad cubana, para meterlo en el juego judicial justo cuando
convenía complotar una crisis con el buenazo de Obama (una especie de
Sexto Héroe de utilería para cambiarlo por los Cinco originales acusados
de espionaje en EE UU)? A falta de retórica revolucionaria, capítulos ad
infinitum de una telenovela de policías html y villanos de bits satelitales.

Lo cierto es que el mensaje de los militares al mando en Cuba no puede
ser ahora más "alto y claro": con internet viene incluido el demonio de
la democracia y el caos no estatal. Ahí está todo un arcoiris de
revolucioncitas pacíficas para demostrarlo (la de Cuba iba a ser la
Blanca, cuando católicamente se deportó). Ahí están no pocas carnicerías
en el nombre de Alá, el misericordioso. Ahí está hasta la bufonada de un
"alzamiento cubano" en Facebook, al que sólo asistieron los blogueros
oficialistas para burlarse quién sabe si de sus propios agentes secretos
en el extranjero.

Cuando un Estado ya no sabe ni narrar, la paz peligra. Sin nuestras
guerritas más o menos gratuitas o groseras, diríase que no hay garantía
de estabilidad social. Cuba hoy por hoy está volcada a un vacío
semántico sobrecogedor. Se inventa por puro voluntarismo un congreso del
Partido Comunista y, a la par, se "acuartela" en secreto al personal de
los hospitales por si hay protestas ante las medidas antipopulares. Se
abre el baúl de las licencias cuentapropistas y de antemano se afilan
las resoluciones que aplicarán a rajatabla multas y cárceles por
corrupción capitalistoide. Se extiende un cable de fibra óptica y se
amenaza con que la conexión de banda ancha a la web es exclusivamente un
derecho del pueblo (y por lo tanto de ninguno de sus ciudadanos). Se
premia con la venia de Dios a "peligrosos" presos políticos con un
pasaporte sin Permiso de Entrada (el mismo dilema trágico de la visa o
la barbarie) y se recluye a un cowwwboy anciano cuando a decenas de
periodistas, políticos y activistas pro-democracia se les ha negado
profilácticamente la entrada cuando tratan de pasar como turistas.

Si tanto le indigna al gobierno de Estados Unidos esta intentona de
Grossgate, que busque bien entre las mangas de los trajes de alta
costura y las guayaberas de la baja política. Es la hora de sacar una
carta no tan cómodamente convencional. Si el presupuesto de rodaje no
les alcanza para aventurarse en una epopeya en 3D en aras de salvar a su
contratista Alan, al menos no abandonen al pueblo cubano a su suerte de
espectador cautivo en un set obsoleto de La Habana.

http://www.diariodecuba.com/opinion/3709-salvando-al-soldado-alan-gross

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