31 de marzo de 2011

LAS INVERSIONES PÚBLICAS QUE SE NECESITAN EN CUBA

LAS INVERSIONES PÚBLICAS QUE SE NECESITAN EN CUBA
31-03-2011.
Elías Amor Bravo

(www.miscelaneasdecuba.net).- Cada vez que leo en Granma alguna
referencia al pensamiento de Raúl Castro sobre los cambios en la
economía cubana, siempre me temo lo peor. La absoluta falta de
conocimiento de las reglas básicas de funcionamiento de la economía es
tan evidente que no cuesta comprender cómo es posible que se haya
llegado a la situación actual. Lo malo es que insisten una y otra vez en
los errores, y llevan camino de no corregirlos.


Esta vez, un artículo en Granma titulado "Aboga Raúl por continuar
rescatando la disciplina" en el que se refiere lo tratado en la reunión
ampliada del Consejo de ministros del pasado día 25, no puede ser más
explícito de esta visión errónea de los problemas económicos.
Para el máximo dirigente del régimen, y cito textualmente el artículo
"el enfrentamiento a cada uno de nuestros problemas requiere
preparación, armonización, conciliación y para lograr tal propósito
tenemos que exigir por el cumplimiento de todo lo implementado, porque
sin disciplina y control será difícil que ninguna inversión o proyecto
fructifique".

La frase tiene que ver al parecer con las obras públicas que se quieren
impulsar para mejorar el sistema ferroviario, altamente deteriorado por
la baja participación que representa la formación bruta de capital en el
PIB de la economía cubana, una de sus mayores debilidades, y que se
explica por la absoluta prioridad otorgada por el régimen al gasto
corriente. Según Raúl Castro el ferrocarril se encuentra en deterioro, y
vuelvo a citar textualmente, "no solo por las carencias económicas, sino
además por el resquebrajamiento del orden".

Lo cierto es que no es ésta la imagen que se tiene de la economía
cubana, donde todo funciona al amparo de unas técnicas de
"perfeccionamiento empresarial" que tienen su base teórica en la
"economía cuartelera" diseñada por ese maestro de la planificación que
es Marino Murillo, ahora gran supervisor de las reformas de los
"Lineamientos", y el propio Raúl Castro. Parece mentira que una economía
gobernada con principios "seudomilitares" pueda ser acusada de falta de
orden.

Se concluye, por tanto, que este modelo económico basado en la
supremacía de un planificador central de la economía que se considera
superior al resto de los mortales y que, por este motivo, puede asignar
los recursos existentes para fines alternativos de forma mucho más
adecuada que el mercado, es un absoluto fracaso en Cuba.

La ausencia de propiedad privada y la imposibilidad de ajustar el
comportamiento de los agentes económicos a través de la maximización
sometida a restricciones, que es lo que realmente produce resultados
óptimos en los modelos teóricos y en numerosos casos directamente
observados en la realidad, hace que en Cuba, los dirigentes se
obsesionen en más control y más disciplina. En fin, más economía
cuartelera. Justo lo que no se debe hacer.

El Consejo de ministros ampliado dio mucho juego. No puedo comprender
cómo quiénes se califican como "responsables" de la dirección política
de un país, pueden situar su nivel de comprensión de la realidad
económica a unos niveles tan primarios e inocentes. En otra colaboración
atenderé las cuestiones planteadas sobre la política financiera y
bancaria, que ya empieza a tomar la forma de la usura medieval. Pero
quiero detenerme en exponer que una adecuada política de inversiones
públicas no depende de disciplina ni de control, ni de todas estas
boberías de los malos pagadores.

Cuba necesita inversiones públicas. En esto estamos totalmente de
acuerdo. Pero creer que el Estado es el único que debe asumir el
esfuerzo de modernización del capital público del país es una quimera,
después de medio siglo sin hacer nada. Raúl Castro debería saber que la
inversión privada en infraestructuras públicas suele ser mucho más
eficiente, y mejor planificada y dirigida, porque la obtención de los
beneficios evita esos problemas de indisciplina o descontrol a los que
él hace referencia.

En todos los países del mundo, las empresas privadas que desarrollan
obras de infraestructura trabajan en estrecha colaboración con los
gobiernos y les ayudan a gestionar mejor los recursos escasos. La
adjudicación de los contratos se realiza mediante procedimiento de
subasta o concurso, con reglas y normas transparentes que facilitan una
asignación eficiente. Cuando los proyectos son de gran envergadura, los
pliegos permiten la unión temporal de empresas. Nada hay de malo en
ello. Esta es una opción legítima para avanzar, para desarrollar
económicamente a los países, y Cuba no tiene por qué ser distinta, por
culpa de una pesadilla ideológica de la que parece ser, no se quieren
despertar.

Si en vez de cerrar la economía cubana a la inversión internacional en
infraestructuras, que tiene en Cuba un espacio muy importante para
crecer y conseguir resultados espectaculares en áreas completamente
abandonadas por el régimen, como el transporte terrestre, marítimo,
conducción y tratamiento de aguas, de basuras, de energía, y un largo
etcétera, las cosas irían de forma muy distinta. Mucho mejor. Ese es el
reto que debe asumir Raúl Castro si quiere hacer lo mejor por su
economía y su país. En el momento en que el régimen apueste por este
modelo, su credibilidad internacional aumentará. ¿No es éste otro de los
objetivos de los "Lineamientos"? Pues adelante. De eso es de lo que hay
que hablar en el próximo Congreso del PCC y dejarse de obsesiones
ideológicas que no llevan a ningún sitio.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=31790

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