30 de noviembre de 2010

Lineamientos para el fracaso

Congreso del PCC

Lineamientos para el fracaso
Elías Amor
Valencia 27-11-2010 - 3:20 pm.

Las evoluciones de dictaduras a democracias han sido exitosas cuando la
economía de mercado se encuentra sólidamente asentada en el momento de
la transición.

Vendedor en La Habana. 14 de noviembre de 2010. (REUTERS)

La economía de empresa privada se basa en la existencia de un orden
natural que asegura que las decisiones adoptadas, en términos de
análisis coste y beneficio, permiten la máxima eficiencia de todos los
agentes involucrados en el proceso, y la consecución del equilibrio
entre la oferta y la demanda en los mercados.

Es cierto que, para alcanzar este resultado, los economistas se ven
obligados a manejar supuestos que no se presentan en la realidad
(transparencia, liberalización, precios flexibles), pero la evidencia
empírica y el desarrollo económico y social de los países confirma que
el mercado funciona razonablemente bien como instrumento de asignación
de los recursos escasos a fines alternativos y competitivos entre sí.

Los esfuerzos que han realizado numerosos países por liberalizar sus
mercados y economías sólo han dado frutos positivos, en forma de mejores
precios para los consumidores y mayores ganancias para las empresas,
derivadas de un mayor volumen de ventas. Pasar de los monopolios hacia
la competencia libre supone tener acceso a una gama de bienes y
servicios más extensa y de mayor calidad, así como a precios más bajos.
Los monopolios desaparecen o se transforman, y el conjunto de la
sociedad sale beneficiado de ello.

La alternativa a la economía de mercado libre es la planificación
central. En este modelo, de inspiración marxista y leninista, se asume
que una sociedad puede estar mejor cuando las decisiones económicas, en
vez de ser adoptadas por miles de agentes en base a la información
proporcionada por los precios, se toman por una entidad de orden
superior, generalmente el gobierno o un burócrata con poder regulado,
que decide sobre los bienes que se deben producir, en cantidades,
calidades y precios, bajo la idea de que su conocimiento superior de la
realidad le permite realizar esa tarea con éxito.

El mercado como instrumento de asignación tiene sus imperfecciones, pero
la planificación central ha sido un desastre allí donde se ha
establecido como referencia principal del funcionamiento económico.

La idea de que un ente superior puede decidir sobre los destinos
económicos de los individuos, las empresas y el conjunto de los agentes
que funcionan en una economía, es un principio totalitario que termina
evolucionando hacia regímenes políticos dictatoriales, en los que la
concentración de poder económico se resuelve en más poder político, y
viceversa. Por el contrario, la existencia de un marco de derechos de
propiedad combinado con mercados libres, potentes y transparentes, y
decisiones basadas en la información de los precios, apunta a la
libertad, la democracia y el pluralismo político.

Economía centralizada y transición

La evolución reciente de dictaduras hacia la democracia ha resultado un
éxito cuando la economía de mercado se encontraba sólidamente asentada
en el momento de iniciarse el proceso de transición. Por el contrario,
la transformación de sistemas planificados centralmente, de raíz
totalitaria, en democracias, ha supuesto procesos no exentos de
dificultades y obstáculos, que a la larga han llevado a amplios sectores
sociales a volver la vista atrás en busca de soluciones a los problemas
que no son capaces de resolver con autonomía y libertad.

Esa dependencia perniciosa del poder político y económico, planificador,
totalitario y central, es lo que limita el desarrollo y la expansión de
las fuerzas del mercado, y su capacidad de transformar una realidad
económica.

La resistencia del régimen castrista a abandonar la planificación
central, como se señala en los "lineamientos" del próximo Congreso del
PCC, y su deseo de que las "reformas" se realicen sin alterar el
carácter socialista de la economía, supone una apuesta política de
consecuencias previsibles, pero es, ante todo, el reconocimiento
explícito de que el castrismo no quiere perder el poder económico, lo
que abriría necesariamente espacios para las libertades políticas.

A estas alturas, y después de 51 años de destrucción continua de la base
económica y social de Cuba, el régimen no quiere desprenderse del
instrumento de poder que le permite controlar el desarrollo de la
sociedad civil. Desde que un cubano nace, su vida está orientada por un
sistema de planificación económica que le dirige en torno a un proyecto
político, cuyas ideas y principios debe asumir para no quedar marginado.

El totalitarismo es contrario a la libertad individual, incluso la
económica, porque ésta otorga una independencia que puede romper los
lazos de sumisión que espera el planificador de aquellos que le deben
respeto y obediencia.

Por eso, los "lineamientos" del PCC consolidan un sistema económico en
torno a la empresa estatal, dominada por la cúpula del poder, asignando
a las cooperativas controladas por el partido único un papel de correa
de transmisión. En ese escenario, los nuevos cuentapropistas se
convertirán en agentes al servicio de la planificación de la economía,
cuya base seguirá siendo totalitaria y enemiga del pluralismo político.

Es una apuesta que supone que, en el horizonte de 2015, cuando se prevé
que las medidas queden resueltas, la economía cubana seguirá girando en
torno a su situación actual, sin cambio alguno y con la misma estructura
de poder económico y político.

http://www.diariodecuba.com/cuba/1907-lineamientos-para-el-fracaso

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