Sábado 03 de Julio de 2010 23:44 Bertrand de la Grange
"Habrá una guerra nuclear antes de que acabe el Mundial de fútbol",
repite una y otra vez Fidel Castro. Lo ha escrito siete veces en el
transcurso del mes de junio, al ritmo de dos Reflexiones semanales
publicadas en la prensa cubana y transmitidas por las agencias
extranjeras. No es un vaticinio, como se ha comentado profusamente. Es
más bien un deseo intenso del Comandante en Jefe, cuya obsesión
enfermiza para ajustar cuentas con Estados Unidos, "el peor enemigo de
la humanidad", lo está llevando a la demencia. Podría ser una buena
noticia para los cubanos: si el Gran Hermano ya no rige, quizá el
hermanito se atreva a hacer los cambios tantas veces anunciados y
siempre pospuestos.
Al final de una larga vida dedicada a las maquinaciones contra los demás
y a desbaratar supuestas conjuras en su contra, el Gran Conspirador cree
haber descubierto la receta para hacer realidad el conflicto de sus
sueños. Según él, la clave está en la alianza entre Irán y Corea del
Norte para oponerse a una agresión preparada por EEUU. "Desde el 20 de
junio —escribe Castro—, naves militares norteamericanas […] navegaban
hacia las costas iraníes a través del canal de Suez. Junto a las fuerzas
navales yankis avanzan buques militares israelitas" (hasta hace poco el
ex presidente sabía hacer la diferencia entre "israelitas" e
"israelíes"). Esas fuerzas tendrían la misión de registrar los
cargamentos de los barcos iraníes, en conformidad con las nuevas
sanciones contra Teherán y su programa nuclear, adoptadas el 9 de junio
por el Consejo de Seguridad de la ONU.
"Tan pronto las naves de guerra de Estados Unidos e Israel […] intenten
inspeccionar el primer buque mercante de ese país, se desatará una
lluvia de proyectiles en una y otra dirección. Será el momento exacto en
que se iniciará la terrible guerra". En ese preciso instante, asegura el
aún primer secretario del Partido Comunista Cubano, Corea del Norte se
sumará a Irán para atacar objetivos estadounidenses. Esto desencadenará
una guerra nuclear a escala mundial, con la probable participación de
Francia, Gran Bretaña y Rusia. Y Fidel podrá por fin ver su sueño
cumplido. "La economía de la superpotencia se derrumbará como castillo
de naipes", escribe. "La sociedad norteamericana es la menos preparada
para soportar una catástrofe como la que el imperio ha creado en el
propio territorio de donde partió".
Parece un guión para Hollywood o para uno de los "documentales" de
Michael Moore, que tanto predicamento tienen en La Habana. El (ex)
dictador asegura, no obstante, que ha llegado a esas conclusiones a
través de un "razonamiento lógico" y que, incluso, un general iraní ha
confirmado sus informaciones. ¿Qué dirá cuando termine el Mundial de
fútbol y no se cumpla su vaticinio? Se atribuirá, sin duda, el mérito de
haber abortado la conspiración gracias a sus revelaciones preventivas.
Hay una incógnita en el escenario descrito por Castro: ¿Qué pasaría con
Cuba en caso de conflicto? ¿Qué consecuencias tendrían para la Isla los
bombardeos nucleares sobre EEUU y las radiaciones posteriores? El
predicador del Apocalipsis no dice nada sobre el tema. No duda, sin
embargo, de que "un pueblo heroico como el cubano" sabrá estar a la
altura de los acontecimientos. O sea, le importa un pepino lo que pueda
ocurrir al país que ha dirigido durante medio siglo. Sólo le interesa
que el "imperio" no le sobreviva. Sabe que está en las últimas y quiere
morir matando, y mejor si otros se encargan del trabajo.
A pesar de todo, la publicación sistemática de los desvaríos del
Comandante tiene un aspecto positivo. Sus lectores fieles, cubanos y
extranjeros, se derriten en comentarios ramplones en las webs, pero su
credibilidad está por los suelos, como lo prueba la total apatía del
mundo ante los peligros descritos en sus Reflexiones: nadie hasta ahora
se ha precipitado a los refugios antinucleares y no hay constancia de
que la gente esté haciendo acopio de alimentos en previsión de la
terrible guerra que se avecina.
Castro, sin embargo, sigue siendo un problema para los cubanos. No tanto
por él, que pinta cada día menos en la vida de sus compatriotas, sino
porque la cúpula en el poder sigue usando su figura y sus Reflexiones
como un repelente contra el cambio.
http://www.diariodecuba.net/opinion/58-opinion/2260-fidel-se-va-a-la-guerra.html
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