4 de noviembre de 2009

LAS VENTAJAS DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI EN CUBA

LAS VENTAJAS DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI EN CUBA
2009-11-04. aplopress.com
Víctor E. Sánchez, Periodista Independiente

(www.miscelaneasdecuba.net).- La nomenclatura cubana a través de
estudios de psicología de masas ha llegado a la conclusión, de que la
población aceptaría mayoritariamente con agrado ciertas ventajas del
Socialismo del Siglo XXI en Cuba.

Claro está, tiene que reestructurar el país bajo nuevas normas de
organización sociopolítica, que son las que permitirán que el final de
la dirigencia histórica no produzca un colapso del sistema y que una
aparente flexibilización económica, social y política haga que la
población no repare o muestre interés por lo que sucede en la alta
esfera de la nación.

¿Cuáles son las proyecciones que se pueden intuir?

En lo económico, se prevé el traspaso de la gastronomía local a manos
privadas, la prestación de algunos servicios de transporte, mercados,
comercio minorista, arrendamientos y algunos otros servicios menores. La
actividad económica a gran escala será exclusiva de la inversión
extranjera, en asociación con el capital nacional, que será representado
por los descendientes de la nomenclatura, para que poco a poco se vaya
transformando en capital privado, bajo el supuesto de descentralización
y la desestatización de la economía.

Hay un gran número de funcionarios que esperan ansiosos esta apertura
económica, que le posibilitaría invertir una gran cantidad de dólares
que han sustraído de entidades estatales. También podrán tener una gran
participación económica aquellas personas que producto del mercado negro
y servicios muy lucrativos han acumulado un gran capital. Estos serán
parte importante del gran empresariado cubano.

Lo político tendrá su mayor transformación en la celebración de
elecciones pluripartidistas. El multipartidismo y la toma del poder
mediante elecciones son la esencia del Socialismo del Siglo XXI. La
democracia de origen es la patente de corzo para imponer la reelección
indefinida, la condición más atractiva de esta nueva forma de gobernar y
que además goza de la anuencia y aprobación internacional.

La oposición cubana no está ni estará en condiciones de enfrenar la
maquinaria del Partido Comunista de Cuba, al menos a corto o mediano
plazo. Una oposición fragmentada, que irá con un gran número de
candidatos, en su afán de demostrar su gran apertura y participación
democrática, perderá de hecho sus primeras elecciones pluralistas. Otras
muchas concesiones políticas se otorgarán en pro del objetivo central,
asegurar el patrimonio familiar de los líderes históricos de la Revolución.

Algunas medidas políticas tendrán un gran contenido social, como la
eliminación de la tarjeta de abastecimiento y la liberación de los
viajes, tanto de entrada como salida del país. Esta última medida
necesita de la participación de los Estados Unidos para eliminar la Ley
de Ajuste, que otorga una serie de privilegios a los inmigrantes
cubanos, incluso dentro de la sociedad norteamericana. Muchas medidas no
van a ser del agrado de ciertos grupos sociales, pero no tienen
capacidad para cambiar las decisiones que emanan de las propias
estructuras de poder.

Aunque en lo político se permitirán todos los partidos, las
organizaciones de la sociedad civil van a encontrar una gran
resistencia. Las oficialistas van a gozar de todos los privilegios y
legitimidad ante cualquier proyecto y de la cooperación internacional.

En lo judicial se suspenderán algunas prohibiciones como el sacrificio
de ganado mayor y la comercialización de su carne. Algunas restricciones
en cuanto a la tenencia de tierras y la importación de equipos y
maquinarias, así como de transporte, incluyendo automóviles también
serán eliminadas.

El análisis de todas estas realidades sitúan esta posición como de
reformista. Sin embargo, una genuina democracia, como muchos la
visualizan, o sea que les pase la cuenta a todo lo que venga o provenga
del régimen castrista parece ser una utopía, ya que no hay una
estructura política alternativa que pueda voltear esa realidad.

Ante esta situación, muchos se preguntan: ¿Vale la pena la lucha actual
por la democracia, si la nomenclatura va a dejar como herencia el manejo
de los hilos del poder? Sí, claro. La democracia se construye, si se
permite el juego democrático aunque no estén en el poder aquellos de los
que somos partidarios. Sabemos que el Socialismo del Siglo XXI no es un
proceso genuinamente democrático, pero su mayor flexibilidad será lo
suficiente como para darle un voto de aprobación por una gran parte de
la población.

El régimen comienza a cuestionar viejas posiciones, un colega me
comentaba como ya se empieza a cuestionar la Mesa Redonda y como
personajes de amplia presencia pública a través de los medios, como Luis
Alberto García y Armando Tomey, actores muy reconocidos, fingen como
disidentes de esa nueva disidencia oficial.
Esa práctica ya es bien conocida por la izquierda latinoamericana. El
presentador de televisión Mauricio Funes asume el rol de presidenciable
y gana las elecciones, representando un partido que proviene de una de
las guerrillas más sangrientas de Centro América.

Aunque muchos no se han dado cuanta o no quieren darse cuenta, la
introducción del Socialismo del Siglo XXI ya comenzó. Uno de los
primeros pasos es equiparar generacionalmente las estructuras de
gobierno a partir de los cuadros intermedios y medios altos, que no
interfiera con la autoridad moral de la persona designada por el Partido
Comunista para representarlo en la contienda electoral.

En la calle, al menos por acá en Santiago de Cuba, se especula que puede
ser Alejandro Castro Espín, el único hijo varón de Raúl Castro.

Si la oposición interna y externa asumiera con responsabilidad este
reto, pudiera jugar un gran papel en esta confrontación democrática. Los
municipios de oposición serían la estructura adecuada para forzar al
régimen a un mejor balance y tener que competir bajo mejores reglas del
juego.

A muchos la frustración no los deja creer en esta posibilidad, pero no
se cuenta con una maquinaria política que logre derrotar el poder
establecido. Tenemos que aceptar el reto e imponer mediante el ejercicio
la democracia en funciones. Sigamos de cerca la maniobra y podremos ver
como la rana de la fábula, que calentando el agua poco a poco se cocinó
en la bañadera.

Sin embargo, todo este proceso hay que darle su mayor impulso durante el
actual mandato de Barack Obama y la coyuntura internacional de América
Latina y la posición de España, como parte de la Unión Europea. Esa
misma coalición que ha impulsado a Manuel Zelaya para su restitución, en
flagrante intromisión en los asuntos internos de Honduras. Esperemos que
en Cuba avalen cualquier maniobra política que imponga el régimen
cubano. Ver para creer.

LAS VENTAJAS DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI EN CUBA - Misceláneas de Cuba
(4 November 2009)
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