Aleaga Pesant
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) – Obviando los problemas de
la carretera Cienfuegos-Trinidad, donde a veces se detiene la marcha por
los huecos en la vía, la vista es apacible. Por un lado las lomas de
Guamuhaya, y por el otro el Caribe azul. El idílico paisaje cambia de
vez en cuando por la presencia de algún bohío y por los carteles con
consignas incomprensibles para los no iniciados, por ejemplo: "Hay que
virarse para la tierra".
La campiña acompaña al viajante. Muestra gradualmente y desde la
distancia la villa de Trinidad, una de las primeras fundadas por el
Adelantado Diego Velázquez en 1514. En las cercanías se aprecian mejor
las torres como minaretes tropicales y las iglesias que la distinguen.
El primer impacto a la entrada del pueblo es la avalancha de personas
que se acercan al auto de manera agresiva, proponiendo hospedaje o
paladar (restaurante casero). Hay que detener la marcha, so pena de
atropellar a alguien.
Aunque Trinidad, con 60 mil habitantes, es una de las pocas localidades
en la isla que vive literalmente del turismo, está rodeada de cordones
de pobreza por el norte y el suroeste. Los desniveles económicos se
aprecian en los segmentos de población que alquilan sus casas a turistas
nacionales y extranjeros, y los que no lo hacen. Por supuesto, la
mayoría no puede hacerlo porque no tiene permiso exigido ni condiciones
materiales para la empresa.
Aunque los turistas nacionales y extranjeros prefieran hospedarse en
casas particulares (arquitectura singular, confort aceptable, trato
afable y familiar, precios competitivos, alimentación a la carta), la
política del Ministerio del Turismo es promover sus hoteles, y para eso
construyó un buen número de habitaciones en la península de Ancón, 12
kilómetros al sur, como y el gran hotel Iberostar Trinidad, un discreto
oasis de opulencia en ese escenario rural.
También llenó la ciudad de restaurantes, casi siempre vacíos debido al
alto precio de los servicios. Una langosta Termidor cuesta 25 pesos
convertibles en los restaurantes del gobierno, mientras en un paladar el
mismo plato convoyado con potaje, arroz, vianda, frutas, vegetales, café
y un buen tabaco al final, no sobrepasa los 10 cuc. Esos restaurantes
tienen su mayor clientela en los grupos dirigidos, que visitan la ciudad
en un día.
En Trinidad se agradece la amabilidad de sus pobladores, herederos de
una rica historia, marcada por el boom azucarero del siglo XVIII. El
posterior desarrollo del ferrocarril perjudicó la villa, al quedar
aislada del resto del país por el camino de hierro. El comercio
posterior se realizó por mar, hasta la construcción de la carretera a
Cienfuegos en la primera mitad del siglo pasado.
La misma historia detuvo la villa en seco. La UNESCO declaró a Trinidad
Patrimonio de de la Humanidad. Visitarla es un recorrido por historia
urbanística de Cuba, aunque algunos mercachifles folcloristas inunden
sus noches con música para turistas extranjeros.
Cuba: Turismo en Trinidad (27 November 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/noviembre09/27_C_4.html
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