4 de octubre de 2009

Abogado cubano se convierte en salvavidas de balseros en México

Publicado el sábado, 10.03.09
Abogado cubano se convierte en salvavidas de balseros en México
El Nuevo Herald
Por GERARDO REYES/CIUDAD DE MEXICO
greyes@elnuevoherald.com

En la trastienda de un puesto de flores de la exclusiva Colonia Polanco
pasan las noches a la intemperie dos cubanos que se quedaron sin país
desde hace casi un año.

Ambos se hartaron de Miami y pudo más la nostalgia de sus familiares en
la provincia de Oriente que las comodidades que disfrutaban al sur de la
Florida, adonde llegaron entre los años 2006 y 2007.

Carlos Carrasco y Eduardo Quesada viajaron hace 11 meses a México para
pedir un permiso de reingreso a Cuba, pero el consulado no ha expedido
la autorización, y ahora sobreviven con una comida al día lavando
autobuses y ayudando en sus quehaceres al dueño de la floristería a
menos de dos cuadras de la imponente sede de la embajada cubana en la
avenida Presidente Masaryk.

Este es sólo uno de muchos casos que con los que tiene que lidiar cada
semana Eduardo Matías López Ferrer, un abogado cubano residente en esta
ciudad, quien desde hace 20 años se ha convertido en una suerte de
salvavidas voluntario de cientos de cubanos que llegan a este país por
aire, mar y tierra a cambiar su futuro.

"La ayuda que he recibido de Eduardo y de Alma, su señora, es inmensa,
ellos nos trajeron abrigos el pasado diciembre y nos traen comida o nos
invitan a comer, no tengo como agradecérselo'', afirmó Carrasco a El
Nuevo Herald.

Carrasco, de 48 años, un condecorado combatiente de la guerra de Angola,
no quiso hablar sobre su situación ni especular sobre la reiterada
negativa de la cónsul de Cuba en esta ciudad a aprobar su regreso, pero
sostiene que López y su esposa siempre le dan una esperanza.

La esperanza es la materia prima del trabajo de López. Y el tamaño de la
misma la describe en términos legales y humanitarios cada vez que recibe
una llamada en su celular de algún familiar de un cubano que ha sido
arrestado por las autoridades migratorias de México.

"Lo hago porque soy cubano y me duele ver cómo muchos cubanos tienen
miedo en México a las autoridades migratorias, lo hago porque hay una
necesidad imperiosa, y lo hago por un satisfacción personal, porque me
siento muy retribuido'', indicó López en una entrevista con El Nuevo
Herald en la Casa del Balsero Cubano.

En los años de mayor migración, la actividad era febril. De 254 cubanos
detenidos en las costas de los estados de Yucatán y Quintana Roo en el
2002, la cifra pasó a 2,205 en el 2007, según la revista Proceso.

Con su hablar pausado, López le explica al angustiado pariente del
indocumentado todas las opciones legales, no sin antes advertirle que
cualquier gestión que realice será gratuita.

López, quien fue director jurídico del Puerto de La Habana y estudió en
la Unión Soviética, explicó que sus gastos de asesoría a los cubanos son
mínimos y que ha rechazado ofrecimientos de ayuda financiera porque los
donantes han impuesto condiciones que van en contra de sus principios
como, por ejemplo, entrevistar a los indocumentados sobre sus tendencias
políticas.

La Casa del Balsero, que también es sede de la Fundación Asociación
Cívica Cubano Mexicana y sala de redacción de la revista Patria, todos
proyectos de López y su esposa, es un apartamento situado sobre el suyo
en un condominio de Tacuba, un distrito popular en el centro norte de
esta ciudad.

Las paredes del estrecho corredor del apartamento están tapizadas con
cartulinas que muestran los nombres de los fusilados en Cuba y de los
presos políticos.

En una pequeña y desordenada sala de recibo, bajo la mirada de un cuadro
de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba y los balseros,
López colgó un escudo cubano al que le falta el gorro frigio, una
ausencia accidental que él celebra porque el gorro es un símbolo de la
libertad que no hay en Cuba, comentó.

Con los cartelones de fusilados y presos políticos, el abogado de 54
años sale armado a discutir en foros públicos con estudiantes que
defienden la revolución cubana con más corazón que erudición. A esas y
otras reuniones con diplomáticos se presenta con dos prendedores en la
solapa de su saco, uno con la banderita de Estados Unidos derecha y otro
con la de Cuba al revés.

En la oficina se queda su esposa, una mexicana afable y ejecutiva, que
además de ejercer como memoria ambulante de fechas y nombres que López
olvida, hace de madre de tres niñas, una de ellas bautizada por él con
el nombre de Habana del Alma, en homenaje a su nostalgia por Cuba y al
amor por su esposa, de 34 años.

Cuando el gobierno de México concedía a los indocumentados un permiso
temporal para salir del país, la Casa del Balsero era invadida por una
romería de cubanos recién liberados. Entonces, López debía alquilar
apartamentos vecinos donde se alojaban durante varios días y disfrutaban
de su especialidad: arroz con pollo en grandes cantidades.

"Un día uno de ellos, un señor de edad, contó el número de los cubanos
[hospedados en la Casa del Balsero] y me dijo: 'Eduardo, ahora somos 86,
más que en el Granma' '', recordó López.

El indocumentado se refería a la embarcación en la que partió Fidel
Castro de México hacia Cuba para empezar la revolución en 1956.

El escaparate de la sala del apartamento de los López lo fueron
construyendo sus huéspedes poco a poco en sus horas de espera para salir
a Estados Unidos.

"Lo comenzó un oriental y lo terminó uno de Pinar del Río, y la cama de
Eduardo la hizo un muchacho carpintero de Santa Cruz del Sur, en
Camagüey'', explicó Alma.

Pero esos días, en los que López y su esposa llegaron a atender un
promedio de 60 cubanos a la semana, han quedado congelados en el pasado
y en los álbumes repletos de fotografías de indocumentados sonrientes
por la noticia de su libertad que se tomaban en algún rincón de la Casa
del Balsero.

En octubre pasado los gobiernos de México y Cuba firmaron un acuerdo
migratorio mediante el cual los cubanos indocumentados detenidos serán
repatriados.

La medida disminuyó visiblemente la inmigración ilegal masiva, pero no
los problemas. Ahora muchos cubanos que quieren salir de la isla se han
puesto en manos de "polleros'' (contrabandistas) mexicanos y
cubanoamericanos del sur de la Florida que los llevan a México y los
utilizan como rehenes para exigir el pago.

En entrevistas exclusiva con El Nuevo Herald, varios de los
indocumentados relataron el mes pasado cómo fueron torturados y
golpeados mientras sus parientes en Estados Unidos escuchaban sus gritos
de dolor por teléfonos celulares. Con esto, los secuestradores
presionaban a los familiares para forzarlos a pagar los $10,000 que
exigían por el transporte de la isla hasta México.

López, quien se hizo ciudadano mexicano, sostuvo que esta mafia no
podría operar sin la complicidad de las autoridades locales.

"Esto es parte de la gran corrupción que permea todos los niveles
policíacos de este gobierno, tiene que haber un gran personaje
[involucrado], no es sólo un traficante de poca monta, que mueva los
hilos de la corrupción de la Marina de Guerra, de Capitanía del Puerto,
de la Policía Federal, de Migración'', agregó López.

De otra manera no se explicaría que esta gente pueda desembarcar
tranquilamente en Cancún o en Isla Mujeres, "disfrazados de turistas y
que los lleven a una casa de seguridad sin que nadie lo sepa'', indicó
López.

Por ello no le extraña que en los mensajes de auxilio escritos por 14
cubanos que estuvieron secuestrados las dos primeras semanas de
septiembre en una casa de Cancún, éstos imploraban que por favor no
llamaran a la policía sino al ejército.

Estos casos, agregó, han ayudado a desviar la atención de la llegada de
indocumentados a México en yates de gran calado que fondean en puertos
cubanos sin ningún problema y a la vista de las autoridades.

"Eso me lo han contado cubanos que han pasado por aquí'', explicó López.
"Fondean tranquilamente en Pinar del Río o Habana campo y esperan a que
lleguen un par de guaguas de La Habana y entran al agua sin empujarse,
les dicen que no hay apuro''.

Para López la opción no es salir de Cuba arriesgando la vida.

"Estamos en contra, el factor riesgo es demasiado elevado'', afirmó. "Se
habla de 78,000 balseros muertos o desaparecidos en las aguas del
Caribe. Somos los primeros que tratamos, cuando nos entrevistan para
Radio Martí, de mandar el mensaje de que esto [el gobierno cubano] tiene
que evolucionar o caer por su propio peso, pero que el escapismo no
puede llegar a convertirse en suicidio''.

Su trabajo no ha terminado. Ahora está buscando las alternativas legales
que permitan a los cubanos que fueron secuestrados salir de la Estación
Migratoria de las Agujas, en esta capital.

López sabe que es difícil, pero lo animan cosas que no tienen precio,
según comentó, como por ejemplo, enterarse que en las paredes de la
estación migratoria, donde se encuentran sus compatriotas detenidos,
está escrito su nombre, su teléfono y un comentario que dice: "Este
abogado sí sirve''.

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Ultimas noticias - El Nuevo Herald (3 October 2009)
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