La comparsa
ALEJANDRO RIOS
Cuando el poeta Raúl Rivero se consumía en una celda de la Seguridad del
Estado, luego de la oleada represiva de la llamada primavera negra, los
intelectuales y artistas cubanos miraban hacia otro lado. Lo mismo había
acontecido, años atrás, con René Ariza, Heberto Padilla, María Elena
Cruz Varela o Reinaldo Arenas, por sólo citar casos connotados.
Luego tres jóvenes negros trataron de escapar del país, secuestrando un
remolcador en la bahía de La Habana y al final fueran apresados,
juzgados sumariamente y fusilados, sin compasión, mientras una cantidad
sustancial de esos mismos representantes de la cultura cubana debieron
firmar una carta de apoyo a tamaña fechoría gubernamental. Ahora han
vuelto a ser convocados para suscribir la labor de cinco espías que
cumplen sus largas penas en cárceles federales de los Estados Unidos
debido a que la Corte Suprema de este país desestimó volver a considerar
el caso.
La infausta tarea estuvo perpetrada por dos escritores que en el pasado
debieron sufrir los ramalazos de la parametración y se les prohibió
publicar ni siquiera un verso durante años y por una locutora de
televisión, arengadora de desfiles masivos, devenida directora de la
sección de cine, radio y televisión de la Unión de Escritores y Artistas
de Cuba (UNEAC). La puesta en escena resultaba patética en un país donde
los creadores tienen tantas reclamaciones pendientes.
La carta de la UNEAC a intelectuales de Estados Unidos habla de ''cadena
de arbitrariedades'', ''reclamo universal'', ''un proceso judicial
manipulado por la ultraderecha cubanoamericana'' y de que el
``presidente Barack Obama tiene la potestad de liberar a los cinco''.
Habría que recordarles a esos mismos intelectuales que a una de las
blogueras más famosas del mundo, según atestigua la revista Time, no le
permiten salir de su país ni a recoger un premio y que el escritor Angel
Santiesteban, dueño del blog Los hijos que nadie quiso, con entradas
sumamente críticas de la realidad cubana, de obra multipremiada, tanto
por organizaciones de la cultura oficial cubana como por instituciones
de otros países, recibió recientemente una golpiza callejera como para
frenar sus infidencias.
Ni decir que las damas de blanco, quienes suman más de cinco, han sido
vilipendiadas y arrastradas por porras callejeras ''espontáneas'' cuando
ejecutan sus silenciosas caminatas de desagravio a personas presas por
pensar distinto.
Hay varios aspectos reveladores, sin embargo, del cónclave en la UNEAC a
favor de los cinco. En las fotos aparecidas en la prensa electrónica del
régimen solamente se identifican los cabecillas de la farsa y la carta
se publica con la firma de la presidencia de la UNEAC, no con la lista
comprometedora como es lo usual, donde a veces aparecen personas que no
han sido consultadas para figurar en la misma. Faltan declaraciones de
otros intelectuales comprometidos con los de- signios de la dictadura o
de simuladores que tanto abundan. Los dos que sí se explayan durante la
celebración del evento, el actual presidente de la UNEAC, Miguel Barnet,
y la poeta Nancy Morejón, insisten en diplomar a los espías como
escritores y artistas dedicados a la pintura, vocaciones que parecen
cultivar con todas las comodidades en las prisiones donde hace ya diez
años purgan sus condenas. Haciendo uso de un lugar común de las
relaciones públicas del castrismo, Morejón, de raza negra, dice que
habló con su amiga Alice Walker, la famosa autora de El color púrpura, y
terminaron editando un libro que resume la vocación de los cinco para
sensibilizar al público estadounidense y concluye diciendo que se trata
de un ''caso político'' manipulado por los enemigos.
Barnet, por su parte, quien recientemente declaró, sin mover una ceja,
que él viajaba mucho a otros países porque en Cuba había libertad para
hacerlo, enumeró parte de la comparsa que estaban citando para la conga
solidaria donde también se incluye a la Walker y a Danny Glover, a
quienes nadie les ha dicho que el pacifista Dr. Oscar Elías Biscet, de
piel tan oscura como la de ellos, se pudre en una celda de la dictadura
sin contar con facilidades para escribir o pintar.
Barnet afirma que los espías son ''intelectuales, artistas, de formación
filosófica, con profundo sentido de los valores éticos, de visión
universal y humanista que honrarán las filas de la UNEAC cuando
vuelvan'', como dijo Castro el reflexivo. Queda a la imaginación la
cantidad de ausencias justificadas y aquellos reportados como enfermos
entre los representantes de la cultura cubana cuando fueron conminados a
una cita tan bochornosa. Barnet y Morejón han llegado tarde a la
marquesina de la dirigencia cultural revolucionaria en bancarrota y no
temen ser recordados como juglares maduros de una dictadura.
ALEJANDRO RIOS: La comparsa - Opinión - El Nuevo Herald (7 July 2009)
http://www.elnuevoherald.com/opinion/story/491545.html
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