El país olvidado que atesoran los coleccionistas
Su hobby puede salvar aún la memoria histórica sepultada por décadas de 
adoctrinamiento
Viernes, diciembre 30, 2016 |  Ernesto Aquino	
LA HABANA, Cuba.-  Sin que todavía pueda considerarse un fenómeno 
masivo, en Cuba cada vez son más las personas seriamente interesadas en 
coleccionar, a pesar de lo polémico y controversial que resulta 
establecer una estadística que permita contabilizar la cantidad de gente 
dedicada a esta actividad.
Y es que resulta casi una utopía el propósito sano de encontrar a 
coleccionistas con experiencia que acepten ofrecer su testimonio; sobre 
todo los coleccionistas de antigüedades, mejor conocidos como anticuarios.
Una aureola de misterio, y casi misticismo, rodea la actividad comercial 
de estos aficionados fervientes, no sólo aferrados al valor comercial de 
los objetos antiguos, sino también a la historia que cuentan. Una 
historia que puede revelar la cantidad de riquezas que hemos perdido.
El único anticuario que aceptó ofrecer su testimonio lo hizo bajo la 
condición de que no reveláramos su identidad y, además, que fuéramos 
"cuidadosos con la manera en que se maneja la información, para evitar 
suspicacias que llamen la atención sobre mi persona".
El hombre, que confiesa llevar "más de 50 años en la actividad", asegura 
que "nosotros vivimos entre la espada y la pared. Por una parte tenemos 
que cuidarnos de los ladrones, y por la otra de la policía política, que 
mantiene una estrecha vigilancia y control sobre nosotros".
Según la opinión de este anticuario, "el coleccionismo nos permite el 
rescate de una historia que el gobierno se ha empeñado en enterrar, 
mutilar, o simplemente negar que existió". Algunas personas vinculadas a 
este coleccionismo, como clientes o proveedores, consideran que "las 
autoridades y muchos burócratas de la prensa oficial satanizan a los 
anticuarios y los quieren presentar como lo peor del comercio. Piensan 
que son aves de rapiña, gente inescrupulosa que solo piensa en 
enriquecerse".
Sin embargo, no todo son nubes negras en el amplio panorama del 
coleccionismo cubano. Para muchos, aficionados a "recolectar trozos de 
historia", el coleccionismo es un "pasatiempo de amplio espectro, que 
amplía nuestro horizonte cultural y nos sensibiliza con un pasado que 
tiene mucho que ver con nuestra herencia".
Michel Toll Calviño, un músico de profesión, integrante de la Orquesta 
Sinfónica Nacional de Cuba, donde se desempeña como contrabajista hace 
21 años, nos habla de su afición por el coleccionismo.
Toll Calviño, de 41 años, confiesa que su pasión por el coleccionismo 
comenzó a los 11 años, con la numismática. Pero donde ha logrado un 
mayor éxito es con la colección de llaves antiguas.
"Comencé en el 2005", cuenta. "Como comenzamos todos, al principio sólo 
eran algunas llaves de escaparate que encontraba por la casa. Luego, en 
la medida de mis posibilidades, las fui comprando. Otras las conseguí 
mediante intercambios y algunas me las regalaron. Así, he logrado reunir 
unas 200 piezas".
Según la experiencia del joven músico y coleccionista, "son muy pocas 
las personas que yo conozco que se dedican a coleccionar llaves 
antiguas". Y su dedicación se vio premiada cuando, en el 2012, fue 
invitado a presentar una exposición personal en el Museo de la 
Orfebrería, titulada "Llaves antiguas de la Habana", que como parte del 
programa "Rutas y Andares" auspició la Oficina del Historiador de la 
Ciudad de La Habana.
Para Michel, además del "atractivo artístico y la historia, a veces 
apasionante, detrás del objeto coleccionado, está la posibilidad de 
interactuar con otras personas, interesadas como yo en crear un 
patrimonio cultural que pueda quedar como un legado".
Pero algunas personas ven el coleccionismo como una forma de "fortalecer 
los lazos afectivos con las personas que amas", creando momentos de una 
complicidad poética donde la espiritualidad acaba siendo la mayor 
beneficiaria.
Lilian Herrera Valdés, esposa de Michel y también integrante de la 
Orquesta Sinfónica Nacional, nos habla de su afición por coleccionar 
broches que representan mariposas.
Herrera Valdés recuerda que "las mariposas siempre han estado presente 
en mi vida familiar, tanto en los buenos como en los malos momentos. 
Para nosotros, es como una manifestación de Dios, y ejerce un poder muy 
pacificador en nuestras vidas".
La joven músico de 36 años, quien además de sus broches de mariposas 
tiene una pequeña colección de monedas con figuras de animales y otra 
que representa angelitos, está más interesada en el coleccionismo puro, 
porque "una vez que el lucro se apodera de cualquier actividad humana se 
pierde lo esencial de los valores positivos que la han creado".
Y el rescate de los valores positivos parece estar en el centro de 
interés de la nueva generación de aficionados al coleccionismo, quienes 
se esfuerzan por despolitizar los triunfos que los cubanos alcanzan en 
otras partes del mundo, en beneficio de un patrimonio cultural 
fundamentado en las raíces de nuestra identidad>.
Desde esa perspectiva habla Alain Otaño Basulto, un joven cuentapropista 
de 34 años que colecciona "postales de peloteros cubanos en Grandes 
Ligas", llegados a Estados Unidos después de 1959.
"Lo más importante para mí es crear un testimonio gráfico de la grandeza 
del béisbol cubano, y dejarle un legado a las nuevas y futuras 
generaciones que les enseñe que nuestra capacidad para triunfar en 
cualquier escenario no depende de ninguna ideología", dice Otaño.
El joven coleccionista, quien ha logrado reunir "más de 800 figuras de 
peloteros cubanos en Grandes Ligas" en su colección de postales, 
confiesa que "hasta donde tengo información, la colección completa 
—hasta la fecha— agrupa a casi 1500 peloteros. Así que aún me falta casi 
el doble".
Silenciosamente, a veces hasta de forma clandestina, se incrementa en 
Cuba el interés por el coleccionismo diverso, encaminado a salvaguardar 
la riqueza histórica y el legado cultural de una nación saqueada por una 
política depredadora. Si de algo se puede estar seguro es que no le 
faltará a Alain, como a ninguno de los coleccionistas cubanos, el empeño 
y el deseo legítimo de continuar atesorando el legado de nuestros 
mejores valores.
Source: El país olvidado que atesoran los coleccionistas | Cubanet - 
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