Orlando Freire Santana
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Entre la vorágine de 
artículos y opiniones que ha generado el anuncio de la próxima 
celebración del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, poco se ha 
hablado del momento escogido para esa cita. Los comunistas cubanos se 
van a reunir en abril de 2011, precisamente la fecha en que habrá 
concluido la primera etapa del proceso de despidos masivos y ya estarán 
desempleadas medio millón de personas, que hoy son parte de las 
plantillas infladas en las empresas estatales.
La propaganda oficial insiste en que las políticas que se adopten en el 
congreso de los comunistas, y también en la etapa previa de preparación, 
servirán para resolver los problemas económicos de la sociedad, y quiere 
que los nuevos desempleados vean en este congreso la solución de su 
triste destino. El gobierno cubano tradicionalmente ha sabido escoger 
los momentos idóneos para anunciar las noticias incómodas, sus derrotas 
o, simplemente, implementar medidas impopulares.
Por ejemplo, los restos de los combatientes muertos en África llegaron a 
Cuba un siete de diciembre, fecha en que se conmemora la caída en 
combate del General Antonio Maceo. De esa forma quisieron colocar en el 
mismo altar de la Patria los muertos de las campañas africanas, y las 
vidas entregadas heroicamente en pos de nuestra independencia. Otro 
ejemplo es el anuncio del fracaso de la publicitadísima  Zafra de los 
Diez Millones, realizado por Fidel Castro, casi casualmente, en medio de 
la efervescencia popular desatada por el supuesto secuestro de unos 
pescadores, por parte del gobierno americano.
Resulta curiosa la convocatoria a la población para que discuta el 
Proyecto de Lineamientos que se va a tratar en el congreso. Con ello se 
pretende dar una imagen democrática; pero todos sabemos que, en Cuba, 
las decisiones las toman muy pocos; a lo sumo el Máximo Líder y dos o 
tres de sus colaboradores. Los congresos y las "discusiones de masas" 
son parte de la escenografía y su única función es aparentar una 
democracia que no existe.
Una parte de la oposición interna, fundamentalmente las agrupaciones 
socialdemócratas, ha calificado las nuevas medidas que se "discutirán" 
como neoliberales, al estilo de los ajustes realizados en los países 
capitalistas, que tanto han criticado los gobernantes cubanos. Mientras, 
el ministro de Economía, Marino Murillo, insiste en que no se trata de 
reformas, sino de "actualización" del modelo económico. Según él, todo 
se hará dentro de los marcos del sistema socialista y sin que el Estado 
se desprenda de ninguna de sus propiedades.
Asistimos a la implementación de un proceso "a lo cubano", cuyo objetivo 
es hacer los cambios económicos imprescindibles para evitar el colapso 
del sistema, con un total inmovilismo político que garantice que el 
poder y el control total de la sociedad permanecerán en manos de quienes 
lo detentan.
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