Adiós le pido
By MERCEDES SOLER
Juanes no merece mis aplausos. Será un artista extraordinario. Tendrá
buenos sentimientos. Le cantará a la paz. Su canción titulada: Paz Paz
Paz rezará: ``Somos los niños que cantan por la paz y la esperanza /
vamos todos a soñar con la paz''.
Pero es que, para Juanes, soñar no cuesta nada. Actuar, tanto en el
escenario de la Plaza de la Revolución, en La Habana, como en la tarima
de una sociedad libre, sí tiene consecuencias. Y pretender ser apolítico
tras adjudicarse tales compromisos es ser hipócrita. Toda acción se basa
en una opinión. La política no es más que la expresión de nuestras ideas.
Al llevar a cabo su concierto de hoy en Cuba, Juanes ha asumido una
responsabilidad que considera su misión de vida. Una misión
concienzudamente calculada. Un Cantaré Cantarás con él como Mesías. Su
aseveración de que Cuba debe compartir su misión, pronto debería
llevarlo a comprometerse con otros pueblos igualmente despojados de
``paz'', como los guerrilleros de las FARC en Colombia, los escuálidos
norcoreanos o el recién pisoteado electorado iraní. Por lo pronto,
eligió a Cuba. Porque, entre otras razones banales, siempre admiró al
cantautor profeta oficialista Silvio, que lo acompañará en el escenario.
Juanes espera que su voz truene con razón y esperanza en el corazón del
pueblo cubano esta tarde. Espera que al pedir paz para un país que lo
que reclama son derechos y libertad, el Caribe se abrirá en dos, surgirá
un puente de dos vías hacia la tierra prometida y su concierto pasará a
la historia reivindicado, como una especie de Woodstock tropical que
marcará a una generación. Sus detractores, imagina, entenderán por qué
él, Juanes, mueve montañas cuando entona su A Dios le pido.
Iluso. El Papa Juan Pablo II, con una línea quizá más directa al
Todopoderoso, una base de fanáticos incuestionablemente más formidable y
con intenciones probablemente más puras también lo intentó --hace once
años-- y tras cinco días de culto todo quedó igual. En ``paz''.
La idea de Juanes no es novedosa. Decenas de celebridades han
mariposeado por La Habana en busca de su rebelde-sin-causa interno.
Desde Oliver Stone, Robert Duval, Bill Murray, James Caan y Benicio del
Toro recientemente, hasta Oscar de León en los 90. Ninguno, sin embargo,
se comprometió a quedarse a vivir en Cuba, a sufrir las vicisitudes que
enfrenta día a día un cubano cualquiera. Los únicos que se quedan en
Cuba son los prófugos de la justicia. Porque la isla es para ellos una
prisión más fácil de soportar que el sistema penal de los países
democráticos. Es cómodo ser apolítico detrás de un micrófono y una
cámara, sin tener que enfangarse en las trincheras de una política
fracasada.
Al igual que Juanes, todos esos figurones estaban en su derecho de
viajar adonde quisieran, de vocear sus opiniones. Inclusive de gritarle
un ``tú mientes'' al presidente de los EEUU durante una transmisión de
televisión en vivo, sin el peligro de ser arrestados al siguiente día,
enjuiciados sumariamente y, en el mejor de los casos encarcelados, o
ejecutados. Todos gozaban del privilegio de la libertad y, en protesta
por quienes no la conocen desde hace 50 años, estos artistas debieran
prescindir de sus excursiones ególatras.
De acuerdo con el meticuloso trabajo del Archivo Cubano, un proyecto de
investigación que documenta la verdad y la memoria del gobierno
castrista, más de 100,000 personas han muerto como consecuencia directa
de oponerse al totalitarismo cubano, incluyendo a decenas de miles de
ahogados tratando de huir en balsas. Cada uno de estos casos está
avalado por dos testigos, oculares o testimoniales. Fueron seres humanos
cuyas decisiones se interpretaron políticamente.
Alrededor de 300 presos políticos no podrán ir al concierto de Juanes.
Pánfilo, el callejero alcoholizado que pidió jama (comida)
desinhibidamente ante una cámara y acabó privado de su libertad por dos
años, tampoco. Celia Cruz no recibió autorización para ir a Cuba, ni
siquiera para enterrar a su madre. En honor a ella Juanes debería
recordar la canción que escribió titulada Lo que importa, que dice: ``No
hay fe / no hay nada en qué creer / no hay nada que soñar / pero eso no
importa''. Por lo menos no a Juanes.
MERCEDES SOLER: Adiós le pido - Columnas de Opinión sobre Cuba - El
Nuevo Herald (20 September 2009)
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/columnas-de-opinion/story/547801.html
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