Eminencias que terminan en la basura
FRANK CORREA | La Habana | 21 de Febrero de 2017 - 09:10 CET.
El aumento de la locura en Cuba es secuela de la crisis que viven sus
ciudadanos. Las causas más comunes varían, desde el mucho estudio para
luego toparse con una vida de caminos sin salidas, hasta el alcoholismo.
En Jaimanitas vive Betty "La Loca", mujer menuda, de vestir modesto y
andar aprisa, siempre rondando las cafeterías para pedir con mucho
respeto que le paguen un café. Nadie imagina que en su juventud Beatriz
Solar fue una avezada economista con múltiples proyectos de importante
impacto social en sus manos y con real poder de decisiones. Pocos se
acuerdan de su historia, cuando vivía inmersa en las tareas
revolucionarias sin descansar un minuto.
"Eso fue lo que la quemó", dice Gertrudis, una anciana del Círculo de
Abuelos de Jaimanitas, que vive en su cuadra y la conoce desde niña.
"Beatriz era un verdadero prodigio y llegó a ocupar altos puestos, pero
después muchos planes se fueron al piso y aunque no era culpa de ella
cogió mucha lucha… quería enderezar los incumplimientos… y encontrar las
causas… Varios funcionarios mediocres que le tenían envidia y querían
su puesto aprovecharon su intentona inútil y le serrucharon el piso. Eso
terminó jorobándola. ¡Mira como está!".
Betty mantiene un interminable soliloquio mientras desanda Jaimanitas.
Con voz dulce y educada parece que dirige una reunión, da consejos,
regaña, siempre se muestra inconforme en su monólogo, pero se ve bien
centrada, como queriendo arreglar Cuba. Cuando se toma un descanso en su
jornada de trabajo imaginaria se sienta a la orilla del mar,
ensimismada. Quien sabe pensando en qué.
Otro talento frustrado de Jaimanitas es "El Chapi", que estudió en la
antigua Union Soviética la carrera de Ingeniería Automotriz y llegó a
ser mecánico de los autos oficiales. Fue también un famoso chapista,
consultado por todos los ministerios, también con una carga de trabajo
enorme, que apenas le dejaba tiempo para un respiro.
"Nadie sabe qué pasó", dice Cacato, su sobrino. "Mi tío se fundió de la
noche a la mañana. De pronto lo sacaron del trabajo, nunca se supo la
causa, se tiró a la bebida, comenzó a hablar solo, a andar sin zapatos,
dejó de bañarse, fue involucionando de una manera que no te puedo
explicar. De lo que era ayer a lo que es hoy, el cambio es increíble.
Ahora se pasa el día entero hurgando en los latones de basura y borracho
todo el tiempo. Parece un esperpento".
En el paradero de Playa deambula otro loco que recoge del piso todo tipo
de desperdicio de comida. De los latones de los timbiriches cercanos a
las paradas, se come los restos de panes y dulces que la gente arroja.
Se los traga con una rara avidez. Conozco su historia por Alexis y
Rolando, dos jóvenes que esperan la 191 que pasa por Jaimanitas y
comentan que ese loco fue su profesor de Química-Física cuando
estudiaban en el Politécnico de Alimentos, diez años atrás.
"Era una eminencia", dice Alexis. "Le decíamos Bernoulli, como el
matemático francés. Venía ya medio tostado de la Universidad, donde
dicen que daba clases a muchos grupos y atendía dos cátedras. En el
Politécnico terminó de quemarse, por la carga de trabajo y por la
sicosis que cogió con las cinco especialidades que se estudiaban en el
politécnico: Carnes, Productos Lácteos, Harina y sus Derivados,
Conservas de Frutas y Vegetales y Alimentación Social".
"Su apellido es Quintana", dice Rolando, "y era tremendo profesor. Fue
expulsado de la escuela cuando la cogió con el lío de los alimentos… Se
sentaba al final del comedor a recoger las bandejas con las sobras, para
explicar a los alumnos el contenido energético que estaban desechando y
las propiedades de los aminoácidos y las enzimas. ¡Hasta se ponía a
calcular las calorías perdidas en los chícharos o en el picadillo de
soya que las muchachitas no se comían! Me he encontrado con el profesor
Quintana varias veces, en otros sitios, y siempre anda igual,
recogiendo comida del piso… tragándosela como un loco… hablando solo…".
Historias como estas y hasta peores se encuentran a diario en la calle y
uno dice "Mira un loco", sin preguntarse cuánto puede ocultarse detrás
de su demencia.
Source: Eminencias que terminan en la basura | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1487622280_29107.html
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