El nuevo panorama cubano
CARLOS ALBERTO MONTANER
Este 26 de julio es diferente. La dictadura de Raúl Castro estrena una
nueva relación con Estados Unidos. La Habana ha derrotado totalmente a
Washington. Obama ha levantado los brazos y lo ha entregado todo sin
pedir nada a cambio.
Como repiten los personeros del castrismo, una y otra vez, el pequeño
David ha liquidado, finalmente, al gigante Goliat, sin hacer una sola
concesión.
Las cárceles siguen llenas de disidentes, continúan aporreando a las
Damas de Blanco, no hay el menor espacio para expresarse públicamente
contra ese estado de cosas, y mucho menos para formar partidos
diferentes al comunista. Lo dijo Fidel y lo cumplió: "Primero la Isla se
hundirá en el mar antes que abandonar el marxismo-leninismo".
No obstante, ¿ha cambiado algo? Por supuesto. Raúl y toda la dirigencia
comunista, incluso Fidel, que es el más terco de todos, saben que el
sistema no funciona en el terreno de la creación de riquezas. Es
totalmente improductivo.
Con los años, han comprendido que los incentivos materiales son
indispensables, y que la propiedad privada es clave para lograr el
desarrollo, pero no se atreven a sustituir ese desastre por una economía
abierta regida por el mercado, porque temen perder el poder.
No obstante, Raúl se ha sacado de la manga una variante del comunismo
para intentar producir más y, simultáneamente, conservar la autoridad.
Ni siquiera se trata de la modalidad china o vietnamita. Es el
Capitalismo Militar de Estado. Un invento cubano que tiene tres
componentes principales profundamente obscenos.
Primero, el gobierno se reserva las aproximadamente 2500 empresas
medianas y grandes –incluidas las instalaciones turísticas–,
potencialmente capaces de producir beneficios, manejadas por los
militares, a veces en contubernio con algunos desaprensivos empresarios
extranjeros, y les deja a los "cuentapropistas" –teóricamente un tercio
de la fuerza laboral– las actividades pequeñas y despreciables, casi
todas de servicios, para que se busquen la vida y, de paso, paguen altos
impuestos.
Segundo, el "estado proxeneta" continúa alquilando a sus esclavos de
bata blanca –médicos, dentistas, técnicos de salud–, cobrando por ellos
miles de millones de dólares, mientras les paga una minucia simbólica a
estos sufridos profesionales. Brasil, además, compra, literalmente,
sangre cubana por valor de cien millones de dólares anuales y,
probablemente, órganos para transplantes, aunque no se especifica en los
convenios, tal vez por pudor.
Tercero: las remesas de los exiliados y emigrantes. Unos cinco mil
millones de dólares en moneda y bienes. Por eso al gobierno cubano le
conviene que emigre la población. Cada persona que trabaja en el
extranjero es una fuente de divisas para la Isla. Mientras más reciente
sea la salida del país, más lazos tiene el emigrante con su patria de
origen y más dinero les manda a sus familiares.
Mientras tanto, el orden público totalitario es eficientemente
conservado por las fuerzas de la contrainteligencia adscritas al
Ministerio del Interior: 60,000 oficiales de carrera dedicados a
controlar la sociedad a palos y tente tieso.
Es el 0.5% de la población. Exactamente lo que receta el manual de
procedimiento de la Stasi. Curiosamente, la relación fue aprendida del
control de los rebaños. Bastaba un perro feroz para mantener a raya a
200 aterrorizadas ovejas.
En Cuba se emplea el mismo ratio de lo que fue Alemania Oriental: una de
cada 200 personas se dedica profesionalmente a organizar la bovina
obediencia de los demás. A ese contingente de militares adiestrados,
magníficos operadores políticos carentes de escrúpulos, se agregan
cientos de miles de colaboradores espontáneos y redactores de informes.
¿Y ahora qué hará la oposición? El primer gran evento post-deshielo lo
llevarán a cabo los demócratas en San Juan a mediados de agosto. Lo
convoca una muy seria organización llamada "Cubanos Unidos de Puerto
Rico", y lo coordina el licenciado Guillermo Toledo.
En esa Isla, tan parecida y tan diferente a Cuba, hay una extensa
comunidad exiliada que ha vivido con el corazón y la memoria instalados
en la patria de la que se fueron, pero a la que no abandonaron nunca.
Se esperan varias decenas de personas al "Encuentro Nacional Cubano".
Acudirán gentes muy notables del "insilio" –dentro de Cuba–, del propio
Puerto Rico, y de otros rincones del exilio. Algunos, incluso, se
sienten entusiasmados con las medidas de Obama porque piensan que pueden
acelerar el proceso de democratización, mientras otros están muy
preocupados porque opinan lo contrario.
El momento es muy dramático y los asistentes deberán hilar muy fino. Los
demócratas cubanos ya contaban con la indiferencia de sus "hermanos"
latinoamericanos, a la que ahora suman una actitud similar por parte de
Estados Unidos.
Los cubanos están solos. Deberán, pues, diseñar alguna forma sensata y
pacífica de tratar de recobrar la libertad frente a una dictadura
empeñada en negarles la sal y el agua. Lo que seguramente no harán es
cruzarse de brazos. No lo han hecho nunca. La lucha sigue 56 años más
tarde. Eso tiene mérito.
Periodista y escritor. Su último libro es la novela Tiempo de Canallas.
www.firmaspress.com
Source: El nuevo panorama cubano | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/carlos-alberto-montaner/article28620991.html
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