Para que no sea perturbada la paz de Miramar
julio 29, 2015 3:28 am·
Cuba actualidad, Arroyo Naranjo, La Habana, (PD) Anda por la red,
colgados ya imaginarán ustedes por quiénes, una carta y un video en los
que varios vecinos del Parque Gandhi, en Miramar, se quejan de las
molestias que cada domingo les ocasionan las Damas de Blanco y los
opositores al régimen que las apoyan en sus marchas por la liberación de
los presos políticos.
Se pudiera pensar que es natural que no quieran que sea perturbada la
paz del exclusivo barrio donde viven. Podría pensarse que igual habrían
reaccionado, si les hubiesen plantado un bembé en el parque, las damas
encopetadas y los caballeros de la burguesía derrotada a quienes el
poder revolucionario les arrebató las mansiones donde hoy moran los
quejosos. La diferencia es que estos quejosos de hoy, además de no tener
buen gusto ni clase, no hacen algo, y menos aun quejarse, si no les es
orientado "de arriba".
Y si les han orientado quejarse a los vecinos del Parque Gandhi, es para
tener pretextos adicionales el DSE y la PNR para la represión, que ya no
sería por motivos políticos, sino para "preservar la disciplina social y
la tranquilidad ciudadana".
En realidad, todos sabemos que lo que está en juego cada domingo en la
Quinta Avenida, es el derecho a la manifestación. Y el régimen está
dispuesto a lo que sea con tal de no perder el control de la calle.
Curiosamente, lo que motiva a los vecinos amaestrados a quejarse por la
alteración del orden son los gritos de ¡Abajo la dictadura!, Libertad
para los presos políticos!, y ¡Vivan los derechos humanos!, de las Damas
de Blanco y los disidentes, no los improperios denigrantes y obscenos
que gritan los porristas a voz en cuello, antes de empezar a repartir
golpes, patadas y empellones, para anotarse bastantes meritos con sus jefes.
Se quejan del césped pisado por los perseguidos, no por los
perseguidores, de los gritos de dolor que dan las mujeres golpeadas y
con las esposas apretadas al máximo. Y poco faltó para que se quejaran
también de la sangre que derramó Antonio Rodiles, también esposado,
cuando un esbirro le fracturó el tabique nasal.
La mayoría de los que residen en Miramar es gracias a los servicios
prestados al régimen. De ahí las casas amplias, bien pintadas y mejor
mantenidas, con jardines cuidados, garaje para el carro, y cercas y
muros, para que nadie fisgonee en sus vidas privilegiadas y con aire
acondicionado.
A la elite no le gusta codearse con la plebe. Los elementos extraños que
todavía viven en Miramar – rezagados del pasado, venidos a menos y otros
advenedizos- son celosamente vigilados por la PNR, el Departamento
Seguridad del Estado y los chivatos del CDR, para que no cometan
indisciplinas sociales u otras conductas impropias de las que tanto
disgustan a la nueva clase.
Los que habitamos en los suburbios o en la ciudad del hacinamiento y los
puntales, nos sentimos intrusos, casi como cucarachas, al deambular por
ciertas zonas de Miramar o entrar en algunas de sus bien surtidas y
carísimas tiendas, y ver el recelo y el desprecio con que nos miran los
de la castro-burguesía. Podrá imaginar cómo verán a las Damas de Blanco
y los disidentes.
Están dispuestos a todo con tal de defender sus privilegios y para que
no sea perturbada la paz de Miramar. ¿Habría que insistirles mucho para
que firmaran una carta y se dejaran tomar un video quejándose de esos
peligrosísimos contrarrevolucionarios?
Para Cuba actualidad: luicino2012@gmail.com
Source: Para que no sea perturbada la paz de Miramar | Primavera Digital
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