¡Suerte de vivir en una potencia médica!
Dengue, chikunguña y cólera se extienden por la Isla. Los hospitales y
policlínicos están sucios y abandonados
miércoles, octubre 1, 2014 | Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba -Recientemente, la directora de la Organización Mundial,
doctora Margaret Chang, luego de alabar los logros de la medicina cubana
y exhortar a que no se alentara el consumo de comida chatarra, encomió
la rápida respuesta cubana al pedido de la ONU de enviar médicos a
África para enfrentar la epidemia de ébola.
Los elogios de la doctora Chang, en momentos en que el dengue, el
chikunguña y el cólera se extienden por varias regiones del país, y los
hospitales y policlínicos cubanos, de tan sucios y abandonados, dan
grima, me hacen sospechar que ciertos oligofrénicos atribuyen
características sobrenaturales a la salud los cubanos.
Recuerdo un estudio aparecido el año pasado en el British Medical
Journal aseguraba que la hambruna del Periodo Especial tuvo efectos
beneficiosos para la salud de los cubanos.
Según dicho estudio, en aquellos años, debido a la drástica disminución
en la ingestión de calorías y la consiguiente disminución del peso
corporal de las personas, se redujo considerablemente entre los cubanos
la mortalidad por diabetes y enfermedades cardiovasculares.
También aseguraba el estudio que fue muy beneficioso para los cubanos
que la dieta forzosa se viera complementada por las largas caminatas y
los viajes en bicicleta a los que nos vimos obligados, no precisamente
porque estuviéramos conscientes de la importancia de combatir el
sedentarismo, sino porque la falta de combustible hizo que colapsara el
transporte público.
Parece un chiste de humor negro. Los que vivimos aquellos duros años 90,
cuando parecíamos zombis, a los que de tan flacos las raídas ropas se
nos caían del cuerpo, no sabemos si reírnos o indignarnos ante la
desfachatez de estos doctores.
¿Serán adoradores de Joseph Mengele? Hacer experimentos con las dietas
de los campos de concentración debe ser su más cara fantasía profesional.
Tan interesados como estaban por la diabetes y las enfermedades
cardiovasculares, pasaron por alto esos doctores el aumento de la
mortalidad por otras causas, como los suicidios, los balseros ahogados o
devorados por los tiburones en el estrecho de la Florida, los ciclistas
fallecidos en accidentes de tránsito o asesinados por maleantes para
robarles sus bicicletas.
No se refirieron tampoco en el estudio a las enfermedades propias de
campo de concentración, como la polineuritis que padecieron millares de
cubanos y que el régimen atribuía al alcoholismo y el hábito de fumar
para no admitir que se debía a la desnutrición. Tanto lo quisieron
ocultar que hasta fue destituido un ministro de Salud que se atrevió a
insinuarlo.
Pero ese tema no debe interesar mucho a los autores del estudio. Después
de todo, se trata de habitantes de un país del Tercer Mundo…
Los cubanos, que se iban para el trabajo con solo un vaso de agua con
azúcar o un cocimiento de jengibre, hojas de naranja o caña santa como
desayuno, se desmayaban en las guaguas, en la calle, los niños en las
aulas, los presos en las cárceles. Así y todos, resistentes y duros de
pelar que somos, es posible que no hayan sido demasiados los cubanos
muertos de inanición durante el Periodo Especial.
Según el estudio, en los primeros años de la década del 90, la dieta de
los cubanos se redujo de 3 000 calorías diarias por persona a 2 200. Era
poco, pero bastaba para no morir de hambre.
En 1946, la doctora austriaca Adelheid Wawerka concluyó que una dieta de
sólo 1 500 calorías diarias, "aunque muy pequeña, es demasiado grande
para morir". Los cubanos, siempre tan excepcionales, tuvimos a nuestro
favor, 700 calorías de más para sobrevivir. O al menos las tuvimos, si
no en la vida real, en el estudio del British Medical Journal…
En realidad, estuvimos más cerca de la "inanición científica" de que
hablaba la doctora Wawerka que de las 2 200 calorías del estudio del
British Medical Journal y que aun hoy son pocos los cubanos que pueden
ingerir.
Los tiempos del picadillo de cáscaras de plátano y las pizzas con goma
de condones derretidos en vez de queso, afortunadamente pasaron, pero la
dieta de los cubanos de a pie (por supuesto que no hablo de la elite
privilegiada y de los ricos que ya hay) sigue bien distante de las
ideales 2 500 calorías que debe consumir diariamente un adulto.
Se calcula que la dieta diaria de un cubano promedio -de los que comen
arroz y frijoles y de vez en cuando, con suerte y sobre todo mucho
dinero, vegetales, huevo y alguna carne- está por debajo de las 1 500
calorías.
Así y todo, el estudio del British Medical Journal, que a ratos parece
confundirnos con cobayas, o lo que es peor, con números, considera que
éramos un pueblo más saludable en el Periodo Especial.
Pero sucede que en vez de quedarnos como estábamos, frugales, bien
flacos y dándole a los pedales de las bicicletas chinas, nos dio por
recuperar libras, y de colmo, para horror de la doctora Margaret Chang,
osamos alimentarnos de la comida chatarra, las fritangas y croquetas de
claria que expenden en los timbiriches particulares, en vez de girarnos
para la sana moringa que recomienda el Comandante. ¡Y todavía no
queremos que haya diabéticos e infartados!
Afortunadamente todavía no han exportado a todos los médicos a
Venezuela, Brasil, Ecuador o África, donde más necesarios son y más
dinero aportan a la economía nacional. Aun quedan algunos miles en la
isla, y con los salarios mejorados hasta que llegue su turno de marchar
tras la pacotilla. Ellos se dedican a atender, como pueden, con las
medicinas y el equipamiento de que dispongan, a esos majaderos que han
descuidado los buenos hábitos que aprendieron durante el Periodo
Especial. ¡Y va y hasta los curan! ¡Suerte de vivir en una potencia médica!
luicino2012@gmail.com
Source: ¡Suerte de vivir en una potencia médica! | Cubanet -
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