Kim Jong-Un, Raúl Castro y Alan Gross
La reciente excarcelación de un estadounidense en Corea del Norte
constituye un referente para el gobierno cubano en la solución del caso
"Alan Gross"
miércoles, octubre 29, 2014 | René Gómez Manzano
LA HABANA, Cuba – Recientemente el ciudadano estadounidense Jeffrey
Fowle fue liberado luego de permanecer durante casi seis meses en las
tétricas cárceles del régimen, en Corea del Norte.
La acusación que pesaba sobre él era francamente alucinante: ¡haber
dejado una Biblia en un club nocturno! Pero igual calificación puede
dársele a los hechos por los que hoy mismo sigue preso en Cuba el
contratista Alan Gross. En el caso de éste, se trató de facilitar unos
equipos de comunicación satelital a sus correligionarios judíos de la
Isla. Su encarcelamiento representa otra barbaridad propia de regímenes
totalitarios.
Quiero aclarar que no es mi propósito defender el monstruoso régimen que
impera en la mal llamada República Popular Democrática de Corea. La
dinastía reinante en esa mitad septentrional de la península asiática ha
establecido y mantenido allí, a sangre y fuego, un sistema totalitario
aún más absorbente y cruel que el de Cuba, lo cual es mucho decir. No
fue por gusto que Fidel Castro, al regresar de su viaje a Pyongyang,
llegó hablando maravillas de la "disciplina" y la "organización" que
allá imperan.
Si alguna utilidad ha tenido la maldad de los Kim, ha sido únicamente la
de servir como la demostración más evidente e irrefutable del desastre
que significa el comunismo donde quiera que se establece. Basta una
simple comparación entre las dos mitades de la península coreana.
En la Historia está también el ejemplo de Alemania, pero esa tragedia
terminó felizmente hace un cuarto de siglo; además, los rojos de ese
país pueden alegar que las zonas más desarrolladas —como el Ruhr—
quedaron fuera de su control. En Corea no pueden invocar algo semejante,
pues el incipiente desarrollo industrial de la península se centraba
precisamente en Pyongyang, la capital norteña.
Pese a ello, vemos que en el sur de ese país imperan la democracia, el
desarrollo y la prosperidad. Mientras tanto, los habitantes de la zona
septentrional sufren un régimen tiránico y violador de los derechos
humanos, y están —además— sumidos en una miseria que a menudo se
convierte en indigencia, debido a las periódicas hambrunas que padecen.
A pesar de todo lo anterior, al gobierno del veinteañero Kim Jong-Un hay
que reconocerle que, después de encarcelar a Fowle por unos hechos que
sólo bajo su tiranía feroz pueden ser considerados delictivos, al menos
acertó al enmendar esa arbitrariedad. En la isla antillana no se observa
nada parecido. Alan Gross lleva encerrado un lustro por regalar cosas
cuya tenencia sólo en Cuba —y en Corea del Norte, claro— está prohibida.
Por esos hechos un tribunal comunista le impuso la friolera de quince
años de prisión.
Con ese actuar, el régimen de Raúl Castro persigue el objetivo confeso
de intercambiarlo por tres espías cubanos encarcelados en Estados
Unidos. Las autoridades norteamericanas, con toda razón, rechazan el
desigual canje. A pesar de esta esperable negativa, los jerarcas de La
Habana no dan su brazo a torcer, y ese empecinamiento lo pagan el
infortunado contratista judío y sus familiares, por una parte, y el
infeliz pueblo del Archipiélago, por la otra.
Parece increíble que el abominable régimen de Corea del Norte pueda
servir como modelo de algo, pero debo reconocer que, tras perpetrar la
salvajada de encerrar a una persona por dejar una Biblia en un sitio
público, al menos ahora, al cabo de medio año, ha tenido el tino de
ponerla en libertad. Con eso ha dado un ejemplo que haría muy bien en
seguir el gobierno de Raúl Castro.
Source: Kim Jong-Un, Raúl Castro y Alan Gross | Cubanet -
http://www.cubanet.org/opiniones/kim-jong-un-raul-castro-y-alan-gross/
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