Miami: entre la espada y el ébola
Llamar "cómplice" del régimen en África al gobierno de EEUU es patético
Eugenio Yáñez, Miami | 23/10/2014 5:16 pm
Patético, sin dudas. Lo mismo que preguntar cómo están tratando en Cuba
a los enfermos de ébola. ¿Acaso en la Isla hay algún enfermo reportado
que no sepamos?
No tener nada serio que decir parece no ser óbice para quedar callado
ante determinadas cámaras de televisión en Miami, ese páramo entre La
Habana y Macondo que no queda corto ante ninguno de esos dos parajes y
es capaz de expresar insensateces como las mencionadas, y muchas más.
Una malsana costumbre de algunos adversarios del régimen, que en
ocasiones florece como el marabú en Cuba, es creer que para rechazar la
dictadura no hace falta mantener límites éticos o morales, ni respetar
verdades, y que todo lo que se diga está bien siempre que se "denuncie"
al castrismo, aunque sea hablando necedades o disparates: actuación al
mismo nivel moral de los más repugnantes apologistas del castrismo y la
dictadura.
Con tantas cosas que hace mal la tiranía, comenzando por mantenerse en
el poder sin consultar la voluntad popular por más de medio siglo, haber
destruido hasta los cimientos no solamente la economía, la sociedad, la
cultura y la familia, sino incluso la nación cubana como tal, no hay que
inventarse "razones" para acusar al régimen que, por mucho que lo
proclame y que lo repitan sus amanuenses, nunca será absuelto por la
historia.
Me parece muy correcto y positivo que una doctora y profesora
cubano-americana que vive en Miami y estuvo en África combatiendo el
ébola junto a otros colegas, sea invitada a la televisión, explique sus
experiencias, y se reconozca como merece su actitud y su aporte a esta
épica batalla por la vida humana.
Simultáneamente, considero bochornoso que, a la vez que se hacía eso con
relación a la destacada especialista cubano-americana de Miami, se
pretendiera ignorar o silenciar la realidad de los 165 cubanos de la
Isla, médicos y enfermeros, que ya en esos momentos se había anunciado
que irían a las zonas donde existe la terrible epidemia, y mucho más
posteriormente, cuando se supo que un total de 461 médicos y enfermeros
cubanos serían enviados a combatir la epidemia en Sierra Leona, Liberia
y Guinea Conakry, hecho que convertía a Cuba en el país que más
profesionales aportaría a la lucha contra el ébola sobre el terreno.
Limitarse entonces a destacar los peligros que correrían los cubanos al
participar en esa epopeya sanitaria —como si el resto de los
trabajadores de la salud de otras partes del mundo fueran inmunes al
virus— además de distorsionar la realidad, ocultaba un cierto
sentimiento bochornoso para algunos en Miami: creer que los cubanos de
la Isla son tan tontos, o tan muertos de hambre, que estarían dispuestos
a irse al África porque habían sido obligados, cobrarían mucho más de un
puñado de dólares, o no tenían noción del riesgo que enfrentarían o el
peligro que estarían corriendo.
Como si el altruismo y la inteligencia fueran virtudes exclusivas de la
Calle Ocho o Flagler, imposibles de encontrar en La Rampa, Pueblo Nuevo
o La Trocha santiaguera.
Sin embargo, que no se confundan los sicarios verbales del régimen que
abundan por estas páginas: todo lo que he dicho, y lo que me queda por
decir, ni justifica ni pretende justificar la brutal dictadura que ha
imperado en nuestro país por más de medio siglo, ni ignora toda la
demagogia, politiquería y oportunismo del régimen aprovechando la crisis
del ébola para presentarse como un gobierno bondadoso y desinteresado,
aunque Raúl Castro dijera lo que dijo en la Cumbre Extraordinaria del
ALBA en La Habana o Fidel Castro publicara lo que publicó en sus
incoherentes reflexiones.
Tampoco pasa por alto la desaforada campaña que los lobbies anti-embargo
en Estados Unidos, al servicio de poderosos intereses comerciales
norteamericanos (encabezados por The New York Times y contrarrestados
por The Washington Post), o de los más bajos y oscuros intereses de la
dictadura cubana, han incrementado, aprovechando el desarrollo de la
epidemia en África y la participación de los cubanos enfrentándola, para
pedir a Obama —casi exigir o hasta chantajear— que premie al régimen
"normalizando" las relaciones diplomáticas entre ambos países, retirando
a Cuba de la lista de patrocinadores del terrorismo, permitiendo viajes
ilimitados de turistas americanos a la Isla, y levantando el embargo,
para que la dictadura disfrute de créditos, tanto de bancos de Estados
Unidos como de organismos internacionales donde la participación
americana es básica, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional. Créditos que, como todos sabemos, no serán pagados nunca,
porque los hermanos Castro son lo que en Cuba llamaban "marugas", esos
tipos que no pagan sus deudas.
No estar de acuerdo con las incoherencias de algún que otro Tarzán
vertical de Miami no tiene qué llevarnos a los brazos del castrismo, ni
viceversa: uno de los grandes dramas de todos los cubanos es vernos
siempre en una realidad binaria, donde solamente funcionan el 1 y el 0,
y donde si no te ubicas en uno de los dos extremos automáticamente
quieren que te ubiques en el otro, olvidando fácilmente las tantas veces
que esos contrarios no solamente se acercan, sino que hasta se abrazan.
No vendría mal, entonces, recapacitar un poco más antes de soltar los
perros de la guerra en estos temas. Porque si Miami continúa
pretendiendo vivir entre la espada y el ébola, y de espaldas a la
realidad, sus posibilidades de subsistir como alternativa política en la
tragedia cubana serán cada vez más limitadas.
Y algo así solamente le conviene a La Habana.
Source: Miami: entre la espada y el ébola - Artículos - Opinión - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/miami-entre-la-espada-y-el-ebola-320653
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