La extraña relación del ébola con el Embargo
Manipular la muerte de miles de personas y el pánico ante la pandemia en
beneficio de intereses políticos es, cuando menos, indecente
jueves, octubre 23, 2014 | Miriam Celaya
MIAMI, Florida.– Corren tiempos raros. Últimamente el diario New York
Times, usualmente vilipendiado e injuriado por los talibanes
atrincherados en el periodismo castrista, parece haberse convertido en
una corresponsalía de Granma. Loas y aplausos a Cuba –léase gobierno
cubano– se lanzan desde el que hasta hace poco era "un medio al servicio
de los intereses imperiales", y abundan los argumentos (argucias) sobre
las razones para el levantamiento incondicional del Embargo, como parte
de una evidente campaña tras la que probablemente se ocultan turbias
alianzas.
Todo vale en esta carrera de intereses, así que se echa mano de
cualquier recurso, desde los legalistas –que insisten en que el Embargo
viola la propia Constitución estadounidense– hasta los más sensibleros,
que tras dirigir un prolongado casting de más de medio siglo, han
elegido "al sufrido pueblo cubano" como estrella clave para disfrazar de
humanismo y justicia las utilidades que ambicionan ciertos grupos de
poderes económicos y políticos. De eso se trata exactamente.
Y dado que el comité de cabilderos no está dispuesto a perder
oportunidad alguna, puede resultar útil incluso una crisis tan dolorosa
como el ébola que está azotando África Occidental y amenaza extenderse a
otras regiones del planeta, cuestión que merece un punto y aparte, para
analizar racionalmente el asunto. Porque una cosa es el ébola y la
capacidad que tiene la dictadura cubana de reclutar y movilizar personal
de la salud a cualquier punto del planeta –algo que ha hecho por
décadas, como correspondería al dueño de una plantación decimonónica
disponer de sus esclavos– y otra muy diferente que ello requiera el
imperativo de que Estados Unidos y Cuba establezcan relaciones
diplomáticas, "normalicen sus relaciones" y se produzca el levantamiento
del Embargo.
Sin dudas, falta seriedad en los argumentos, porque si hoy por hoy
existen mecanismos que permiten una colaboración entre ambos gobierno en
materia de comercio, lucha contra el tráfico de drogas, contra la
emigración ilegal, así como en materia de intercambios culturales y
académicos, a contrapelo del Embargo, ¿qué impediría una colaboración
entre las autoridades de EE.UU y la Isla, en relación con la "enorme
contribución de Cuba" en el caso del ébola?
Realmente, manipular la muerte de miles de personas, la amenaza real de
una pandemia global y el pánico que tal perspectiva genera, en beneficio
de intereses políticos y económicos de algunos sectores de poder a ambos
lados del Estrecho de la Florida es, cuando menos, indecente.
Por otro lado, hay otras cuestiones convenientemente silenciadas. En un
foro al que asistí recientemente, varios panelistas se refirieron a los
extraordinarios valores humanos y éticos que transmite a sus estudiantes
la Escuela Cubana de Medicina. A ese tenor, un joven médico
estadounidense graduado en dicha escuela hizo referencia al profundo
compromiso y la vocación de servicio con la que emergen los egresados de
dicha facultad, muy particularmente los estudiantes extranjeros –jóvenes
de bajos ingresos cuyos estudios hubiesen sido incosteables en sus
respectivos países– quienes "se sienten parte de las comunidades a las
cuales regresan a ejercer su profesión".
Muy bonito y conmovedor, sin dudas. Por eso me pregunto qué impide que
este joven galeno y los miles de africanos que se han graduado en Cuba,
presuntos evangelios de humanidad, vocación de servicio y ética médica,
se sumen a los médicos y otros profesionales de la salud que ya están en
la primera línea de combate contra el ébola: allí donde la enfermedad
está segando miles de vidas, fundamentalmente de africanos humildes.
¿Acaso no se sienten convocados por el deber?, ¿dónde han quedado los
tan cacareados valores que les inculcaron en Cuba?
Sin dudas, es fácil hacer política desde foros académicos y desde las
oficinas de empresarios y medios de prensa, pero si se quiere avanzar en
un diálogo objetivo que, a la postre, movilice los engranajes de las
relaciones Cuba-EE.UU, sería conveniente empezar por no mezclar
cuestiones que no guardan relación alguna con el tema.
También sería oportuno abandonar esa estrategia de calamar, lanzando
chorros de tinta para escapar de los adversarios. Sin un debate amplio,
centrado, intrusivo y transparente, podrán imponer o levantar cuantas
sanciones se quiera, pero es preciso tener claro que, con o sin Embargo,
la dictadura conservará su índole totalitaria y las condiciones de vida
de los cubanos comunes seguirán siendo las mismas.
Y como ninguno de esos cubanos han elegido a los políticos, a los
académicos ni a los poderosos medios que influyen en la opinión pública,
como paladines de su causa, es preciso dejar de fingir solidaridad
sentimientos altruistas, porque ellos no necesitan compasión,
condescendencia o migajas, sino libertad.
El Embargo puede ser –-y es–- una política controvertida con
innumerables aristas, demasiado extendida en el tiempo, que exige muchos
más debates que los producidos hasta ahora, pero paradójicamente, ha
sido en el largo plazo en el que ha logrado los objetivos que se
propuso: asfixiar económicamente al gobierno cubano. Eso sí, que nadie
se llame a engaños: a los cubanos ya se había encargado de asfixiarnos
el castrismo. Y es evidente que se propone seguirlo haciendo hasta el
final de los tiempos.
Miriam Celaya es bloguera y periodista independiente. Reside en La
Habana y está en estos momentos de visita en Estados Unidos.
Source: La extraña relación del ébola con el Embargo | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/la-sospechosa-relacion-del-ebola-con-el-embargo/
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