La manisera que le cantó al Papa
Sólo consiguió una licencia (en la Oficina del Historiador de La Habana)
para vender maní tostado entre los turistas que visitan el casco histórico
lunes, septiembre 1, 2014 | José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba -Ella cantó en sesión exclusiva para el Papa Juan Pablo
II. Es lo que me cuenta al menos, que cuando éste vino a La Habana, en
1998, fue escogida para cantarle a capela el Ave María de Gounod. Lo
cierto es que posee una prodigiosa voz de contralto. En cualquier tramo
de Obispo en que se encuentre, cuando empina el pico para anunciar
"maní", a uno le da la impresión de que es escuchada claramente a lo
largo de las doce cuadras de esa calle, desde Monserrate hasta la bahía.
Y conste que la divina manisera no grita, sólo pregona.
Es una morena jacarandosa y risueña. Se llama Lizet, pero muy bien
podría llamarse Freddy, la que cantaba boleros. De hecho, sostiene que
muchos le llaman así, debido al impactante parecido de su voz con la de
Fredesvinda García, la impar Freddy, inmortalizada dos veces para
nuestra historia, una por su voz y su estilo único de cantar boleros; la
otra, por Guillermo Cabrera Infante, quien la convirtió en protagonista
de una de sus obras mejor recordadas.
Pero a diferencia de Freddy, que ascendería a la fama desde su humilde
puesto de empleada doméstica, la suerte de Lizet no le ha dado para
tanto. Sólo consiguió una licencia (en la Oficina del Historiador de La
Habana) para vender maní tostado entre los turistas que visitan el casco
histórico. Aunque lo que ella pregona no está destinado al turismo como
producto en sí, sino como espectáculo.
No en balde actúa únicamente en Obispo, ataviada con ropas y prendas de
folclor, en tanto sus cucuruchos de maní son mucho más grandes y
vistosos que el resto de los que se venden corrientemente en las calles
habaneras, aunque al mismo precio, 1 peso, moneda nacional. Por más que
lo parezca, Lizet no es exactamente una vendedora de maní, sino una
figurante, labor por la que no gana ni un centavo extra. Sus honorarios
son de manisera. Su real empleo es de actriz.
No obstante, ella está contenta. Dice que es el trabajo mejor remunerado
que ha tenido en toda la vida. Antes, cuando ejercía su profesión de
Educadora de Círculos Infantiles, no le iban bien las cosas. El dinero
le alcanzaba malamente para una magra comida al día. Y encima debía
costear la enfermedad de su madre, la cual padece "el mal de los ricos",
que es como Lizet le llama a la diabetes, por los impagables gastos que
ocasiona en alimentación y en medicinas.
También estuvo cantando con algunas agrupaciones de música popular, pero
ese es un mundo, dice, en el que si no cuentas con una buena palanca, de
poco te sirven el talento y la calidad interpretativa. Entonces terminó
optando por lo menos malo de lo que se le daba seguro. Y allí está,
desde hace varios años, recorriendo Obispo de arriba abajo, mientras
repite el pregón más breve y a la vez más cautivador entre los cientos
de miles que pueden escucharse a diario en esta ciudad, que hoy vuelve a
ser pregonera, luego de haber sufrido durante varias décadas un decreto
dictatorial que amenazó con extinguir la tradición.
Con deliciosa modulación y con la excepcional potencia de su voz, Lizet
se limita a decir "Maní" mientras camina. Cuatro letras le bastan para
conquistar el auditorio.
Source: La manisera que le cantó al Papa | Cubanet -
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