Publicado el Domingo, 01 Enero 2012 16:31
Por Angel Santiesteban Prats
Por Angel Santiesteban Prats
¿Cómo es posible que los intelectuales que fueron humillados y
castigados por los mismos que hoy Gobiernan el país, se mantengan al
lado de las botas que golpearon hasta doblegarlos, los vejaron hasta
asegurarse que cedieron en cuerpo, alma y obra artística?
Tanto sufrieron que aún el miedo los corroe y continúan hablando a
sottovoce porque temen ser escuchados y vueltos a castigar.
Esos intelectuales reafirman que la lección que recibieron fue
aprendida: es y será asumida por el resto de sus días. Muchos ya han
muerto y no pudieron superar la obra artística por la que fueron
castigados. El miedo nunca se les apartó. Los que aún permanecen tampoco
lo han superado y, evidentemente, ya les falta el tiempo y el ánimo para
hacerlo.
¿Acaso no es hora de pasar factura? Alguien tiene que pagar por los
libros que no escribieron. Las obras de teatro que no se erigieron. La
música que no se creó. Los lienzos vacíos o fatuos. ¿Quién pagará por
toda esa cultura perdida?
Algunos fueron apresados en campos de concentración conocidos por su
sigla UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), porque para
ese entonces todos tenían que ser hombres, fuertes y presto a tomar un
fusil. Si no eran aptos por su físico, valoración desde las costumbres
machistas, ni confiables moral e ideológicamente, los enviaban como
castigo por no ser útiles en la defensa de la "revolución". Los artistas
que no defendían abiertamente en sus obras a la revolución, pasaban a la
lista negra.
También enviaban a esos campos de concentración a los que no usaban
botas rusas, fumaban tabacos, o andaban limpios en horario laborable,
que además eran tildados de homosexuales, religiosos y pocos entusiastas
en las tareas sociales como no acudir a los trabajos voluntarios o
acudir a la zafra, esos también eran apresados y enviados a esos infiernos.
El sacrilegio de los diferentes
Recibir correo o llamadas del extranjero, vestir estrafalario o vestir
la moda reciente, era una afrenta directa al sistema socialista. Fue
sacrilegio escuchar música foránea o a cantantes cubanos que residieran
fuera de la isla, acceder a literatura que no simpatizaba con la
"revolución", tener melena era un irreverencia al machismo, ser mal
mirado por algún funcionario o simplemente no caer simpático al
presidente del Comité de su cuadra. Aquellos campos de concentración al
estilo fascista o estalinista (que hemos descubierto que hicieron los
mismos daños) se hicieron según la versión de Fidel Castro, lo cual no
tiene la dignidad de reconocer públicamente, decir al menos que se
equivocó en alguno de esos escritos llamados "reflexión".
Es cierto que la mayoría de los intelectuales no fueron a esos campos de
concentración, pero como artistas se supone que tengan el sentimiento
para sufrir aquellos desastrosos acontecimientos que además los
acompañaron en su tiempo. De todas formas tampoco escaparon ilesos,
sufrieron otros actos de tortura, el escarnio por ser creadores. Gran
parte fueron expulsados de sus centros de estudios y laborales. Su obra
cultural fue sesgada por muchos años del ámbito artístico, y a la postre
se vio permeada por aquel miedo que caló los huesos.
Todos los artistas fueron centro de mofas de los funcionarios políticos,
militares y culturales, que coincidía en ser lo mismo y los mismos. Y el
realismo socialista tomó auge porque era la única manera de presentarse
como artista. Y todavía andan por ahí presentando sus obras
antiestéticas y sumisas.
Han pasado varias décadas de aquellos primeros acontecimientos que
marcaron a los artistas cubanos, y aún hoy el horror los mantiene
postrados, la impresión que causaron los castigos impuestos, sus cuerpos
continúan sangrando por las heridas como en los primeros días, a veces
cubiertas por falsas cicatrices que maquillan y ocultan constantemente.
Congelados por el horror
Lo peor de todo es que callan y aún fingen apoyar al sistema. Aún
responden como los intelectuales de los años setenta. El horror los
congeló en el tiempo y no saben negar, emitir su real criterio sobre
"las malditas circunstancias" que acontecen en la sociedad porque su
misión, según les dijeron, es ser artistas, y los artistas sólo se
ocupan de entretener al pueblo sin cuestionar al mando político del país.
Si se es un artista de "izquierda", de cualquier parte del mundo que
cuestiona a los Estados Unidos o a cualquier proceso político opuesto al
régimen dictatorial de Fidel Castro, entonces si se puede ser un artista
político y eran y son invitados a veranear en Cuba. El pensamiento
artístico solo puede ser en una sola dirección, y la flecha de
orientación la signa el gobierno.
La pregunta que sigue es si van a morir con ese miedo. ¿Si nunca van a
dejar escapar lo que ocultaron siempre? ¿Si contendrán su catarsis e
impedirán que afloren sus sufrimientos y discrepancias ante las maneras
de actuar del proceso político y se conformarán con el estrecho espacio
de purga que les fue permitido cuando "la guerra de los emails del 2007?
¿Si seguirán siendo la parte blanda de la sociedad, como nos tildó aquel
desagradable y luego tronado funcionario estatal?
Al menos es mi deseo invitarles a que cumplan con sus aspiraciones, que
sean razonables con su conciencia, que con honestidad expongan sus
ideologías y las conversaciones personales donde dan rienda suelta a su
verdadero pensar, sean dichas y asumidas públicamente.
Verán entonces que sus corazones latirán henchidos de emoción.
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