29 de agosto de 2011

Abordando una ley

Publicado el lunes, 08.29.11

Abordando una ley
Oscar Peña

En referencia a la ley norteamericana de ajuste cubano lo primero que
hay que expresar y admitir es que se ha mentido mucho por las dos partes
cubanas.

Comencemos por las vitalicias autoridades de La Habana, que desde 1959,
cuando se hicieron dueños absolutos de las llaves de Cuba, brindaban al
ver abarrotado el aeropuerto de Rancho Boyeros de distinguidas familias
cubanas que se iban del país al verse víctimas de una política
totalitaria que los despojó de sus propiedades y derechos. Fidel Castro,
al percatarse de que existía una porción de la sociedad cubana que no
simpatizaba con él y que no eran solo aquellos miembros, oficiales y
simpatizantes del gobierno de Fulgencio Batista que ya habían abandonado
el país, aplicó muy bien el legendario proverbio que afirma "al enemigo
que huye, puente de plata".

Es completamente falso que el procedimiento legal de recepción en
Estados Unidos de cubanos (Ley de Ajuste Cubano) disgustara a La Habana.
Todo lo contrario. Estados Unidos, con generosidad e ingenuidad, ha
permitido al régimen cubano hacer la jugada perfecta al tener una
permanente válvula de escape para sus detractores. La jefatura de Cuba
estaba más tranquila en tenerlos lejos. Si alguien tiene alguna duda
solo tiene que preguntarse quién propuso y organizó las masivas salidas
de Cuba por Camarioca y otros lugares. Fidel Castro quería salidas que
no lo desprestigiaran como las que se hacían en arriesgadas balsas,
desvío de aviones, barcos y entrada a las embajadas, que llamaban mucho
la atención nacional e internacional; quería salir de los inconformes
pero con salidas silenciosas amparadas en leyes norteamericanas. Fue él
quien por más de 18 años (1961-1978) prohibió viajar a Cuba a los cubanos.

Y desde 1978, dando muestra de su astucia para convertir las derrotas en
victorias, están explotando el profundo y loable amor entre las familias
cubanas separadas para sacar provecho económico con las visitas
familiares a Cuba, donde con crueldad desangran los bolsillos de los
cubanos con los abusivos costos de trámites, viajes, remesas y llamadas
telefónicas. Los gobernantes de Cuba, con la Ley de Ajuste Cubano y las
20,000 visas anuales, han logrado un doble triunfo: que se vayan
permanentemente los inconformes y después regresen (solo por unos días)
cargados de dólares y descalificados como simples emigrantes económicos,
cuando la realidad es que se van huyendo de los extremismos. El pueblo
cubano nunca fue emigrante y hoy es el pueblo de América Latina más
pro-extranjero. Culpable: Fidel Castro.

Ahora veamos la otra parte del problema: los primeros exiliados cubanos.
¿Por qué parte del problema? Porque hasta ayer erradamente eran aliados
del régimen castrista defendiendo y estimulando las salidas y
deserciones de Cuba. Disfrutaban cada vez que un cubano se quedaba en
tierras extranjeras. La persona no había hecho nada en Cuba a favor de
la libertad y se mentía vistiéndolos de perseguido político y exiliado.
No tuvieron la inteligencia necesaria para vislumbrar que donde podían
ser útiles los nuevos desengañados eran dentro de Cuba. Persistieron en
el error. Veían con malos ojos al que venía de visita a Miami y
regresaba a Cuba. Recuerdo hace más de 15 años una amplia reunión de
líderes, personalidades y organizaciones cubanas exiliadas en casa de la
activista Chuny Montaner para apoyar la labor de Hermanos al Rescate y
la única voz discordante (y dudosa para todos) fue la nuestra al
expresar que eso era un estímulo a las salidas de Cuba. Estábamos
erosionando a nuestro país de sus hijos. No me escucharon. Después hice
un llamado público y abierto a todos los cubanos exiliados llamándolos a
rectificar el error con la patria y la complicidad indirecta con el
régimen al seguir apoyando y estimulando las salidas de Cuba y no
fructificó. Incluso el congresista Lincoln Díaz Balart me respondió
públicamente en una columna en el Diario Las Américas exponiendo
decentemente que me respetaba como patriota pero que el error era mío.

Siempre he considerado que la Ley de Ajuste Cubano, después de ajustar
el status de los primeros exiliados se convirtió en una ley anticubana
(no anticastrista), porque es un permanente estímulo a las fugas y las
deserciones de nuestra nación. ¿Vamos los cubanos a estar toda la vida
escapando sin solucionar cívicamente nuestros problemas? Sin embargo,
eso no me nubla la vista para observar que son ahora esos mismos
exiliados –que favorecieron siempre las salidas de Cuba por ineptitud
política– los que reaccionan ahora y la emprenden con argumentos
fascistas contra los que visitan a Cuba cuestionando de qué viven en
Estados Unidos, qué hacen, a dónde van y cómo gastan su dinero. Una cosa
es romper la dañina válvula humana de la isla y otra es romper o limitar
el contacto de familiares. Lamentablemente nunca dan en la diana.

http://www.elnuevoherald.com/2011/08/29/1011680/oscar-pena-abordando-una-ley.html

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