El momento del neocastrismo
El recién finalizado congreso oficializó el velorio de Fidel Castro, el
fin del castrismo, y el nacimiento del neocastrismo como ideología oficial
Eugenio Yáñez, Miami | 26/04/2011
Desde el punto de vista de la realpolitik y la visión del poder desde
quienes lo detentan, el VI Congreso no fue ningún fracaso absoluto, como
ya se ha repetido demasiado, sino un rotundo éxito del neocastrismo y el
proyecto de sucesión dictatorial en Cuba.
Tras las notas de la Internacional y la foto histórica (sería mejor
decir histriónica) de lo que queda de Fidel Castro con el nuevo Comité
Central surgido del VI Congreso del Partido Comunista cubano, se desató
la avalancha de declaraciones y comentarios, desde incisivos y sólidos
análisis, como el más reciente de Haroldo Dilla en estas páginas, hasta
ridículas especulaciones en El Nuevo Herald por parte de algunos que
demuestran saber muy poco sobre Cuba, pasando por toda la gama de
ojalateros (ojalá que…), adivinos, tremendistas y desinformados de todas
las categorías, tanto de allá como de aquí o acullá.
Está perfectamente claro que el recién finalizado congreso oficializó el
velorio de Fidel Castro y el fin del castrismo como ideología oficial;
que las propuestas de "actualización" económica aprobadas —que en el
momento de escribir estas líneas no son públicas— se quedan cortas,
incompletas, confusas y desganadas; que el "socialismo" cubano ya nadie
sabe lo que es, ni siquiera la élite en el poder o sus ideólogos; y que
la gerontocracia no está lista para el relevo generacional, porque los
eventuales herederos seleccionados por Fidel Castro fueron tronados poco
a poco por el general-presidente-primer-secretario desde que asumió
"provisionalmente" el control en 2006.
Que Raúl Castro se haya aferrado a Machado Ventura, Ramiro Valdés, y la
cumbre de la gerontocracia militar y cuasi-militar, no demuestra que no
pretenda realizar reformas, sino todo lo contrario. Porque para poder
realizarlas necesita un estado mayor de lealtad demostrada. Personas que
cuando reciben la orden de desmantelar la industria azucarera no
preguntan por qué ni pretenden discutir las razones de tal iniciativa,
sino se aplican en cumplir la misión con efectividad. Y desde este punto
de vista un Ulises Rosales del Toro no fracasó cumpliendo la tarea, sino
logró un éxito contundente: desde hace varios años la producción
azucarera de Cuba no sobrepasa la producción de comienzos del siglo XX.
Ahora la gerontocracia, tras legitimar su poder real como "histórico" y
el formal con un congreso, tiene a su cargo garantizar que no haya
tensión ni sobresaltos en los próximos años y asegurar el relevo a los
verdaderos herederos, que desde hace años ya no eran los delfines del
Comandante, sino los de Raúl Castro, no públicamente conocidos, que hoy,
con estrellas en sus charreteras o vestidos de civil, se preparan desde
hace tiempo en la cantera de cuadros del neocastrismo en empresas
militares y corporaciones, en unidades militares, o en los corrillos de
diferentes edificios en la Plaza de la Revolución.
Relevos que venerarán públicamente a los hermanos Castro y venderán
camisetas y gorras con sus rostros, pero no perderán su sueño al colocar
fotos de los históricos en WalMart o McDonald's en Guanabacoa, o en
oficinas de Ford o Halliburton en Miramar, la Habana Vieja y el Mariel.
Porque eso del imperialismo es de tiempos de castrismo y revolución, y
los relevos saben de marketing, comercio y ganancias, pero no de lo
otro. Tienen muy claro que revolución es revolución y business is
business. Al César lo que es del César, a los Castro lo que es de los
Castro, y al relevo los privilegios que le corresponden en cualquier
transición democrática fallida, que para eso sus padres hicieron una
revolución en el siglo pasado.
Por lo que demostrarán con creces, una vez más, que el comunismo y el
castrismo son el camino más largo y doloroso hacia el capitalismo.
Ya veremos el neocastrismo en acción, pero para identificarlo no hay que
guiarse por sus palabras, que serán parecidas a las del castrismo, sino
por sus acciones, que serán muy diferentes.
El neocastrismo nunca lo ha dicho así, pero ya acabó con la Batalla de
Ideas, la Escuela en el Campo, el internacionalismo proletario, las
microbrigadas, la universalización de la universidad, el médico de la
familia, y muchos subsidios.
Y ahora va camino de acabar, entre muchas otras cosas, con el pleno
empleo, la libreta de abastecimientos, los subsidios que queden, las
empresas agrícolas estatales, el acopio centralizado, la estatalización
de servicios a la población, el salario sin resultados, los permisos de
salida del país, la prohibición de compraventa de autos y viviendas, y
en algún momento más tarde con la escasez de dinero llamada doble moneda.
No porque el neocastrismo se preocupe en algún sentido por los cubanos,
sino por todo lo contrario, para no tener que preocuparse por los
cubanos: con pan, circo y maquiladoras pretenden controlar la situación
y garantizar el descanso eterno de los fundadores mucho más allá de los
Solemnes Funerales y los mensajes luctuosos desde muchos lugares del
mundo, no solo desde China, Vietnam y Corea.
No es el futuro que deseo para mi patria, pero es, lamentablemente, el
que veo venir en lo inmediato. ¡Qué agradable sería estar equivocado!
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/el-momento-del-neocastrismo-261477
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