Friday, April 29, 2011 | Por Miguel Iturria Savón
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -El joven emigrante Sergio de
los Reyes (La Habana, 1978), residente en Toronto, Canadá, donde alterna
el trabajo y su pasión por la bibliografía, acaba de lanzar un SOS a los
paisanos de la isla y el exilio con acceso a Internet, a quienes
solicita ayuda para su proyecto personal sobre una Biblioteca digital
especializada en literatura cubana.
Señala al respecto que "El objetivo es que todos colaboremos de una
manera u otra y logremos crear una biblioteca medianamente decente donde
se pueda acceder a nuestra literatura de un modo gratuito. Todos los
libros son de dominio público…"
Con ese propósito nos envía un link (http://bibliotecacubana.net) y 8
folios con los autores y libros disponibles, en espera de propuestas y
comentarios, sin los cuales no será posible concluir un empeño personal,
abarcador, interesante y hasta necesario, pues indaga en una de las
manifestaciones más auténticas y fascinantes del imaginario nacional.
En las páginas enviadas Sergio de los Reyes clasifica la nueva
Biblioteca digital en Poesía (9 autores y 16 obras), Teatro (3 y 6),
Epistolario (4 y 7), Biografía y autobiografías (3 y 5), Novela (8 y
19), Filosofía (4 y 15), Ensayo y periodismo (8 y 15), Sociología (3 y
9), Historia (9 y 17), Ciencias naturales (1 y 8), Cuento y costumbrismo
(3 y 4), Bibliografía (2 y 6), Diccionarios (1 y 2), Geografía (1 y 3) y
Revistas literarias (solo El Almendares, del poeta fusilado Juan
Clemente Zenea y Estrada).
En solo unos meses el esfuerzo del joven bibliófilo es considerable, más
60 autores y 113 obras digitalizadas es como una gota en el océano
bibliográfico de Cuba, donde después de la música brillan las letras,
pero es un buen comienzo. Tal vez con perseverancia y colaboración logre
su propósito.
La clasificación demuestra que Sergio sabe lo que hace, más la amplitud
temática y atemporal, la complejidad de las búsquedas dentro y fuera de
la isla y la dificultad de acceder a los fondos editoriales e
institucionales, exigen un trabajo que pasa por coordinaciones en La
Habana, México, Miami, Madrid, New York, Londres, París y otras ciudades
que acogieron a autores que crearon en el destierro, como José María
Heredia, Gertrudis Gómez de Avellaneda, José Martí y los numerosos
literatos de la diáspora (segunda mitad del siglo XX al presente), entre
ellos Gastón Baquero, Cabrera Infante, Severo Sarduy, Reinaldo Arenas,
José Triana, Lichi Diego, Raúl Rivero y decenas más.
Sugiero paciencia y contactos, buscar por géneros y etapas, fusionar
Novela con Cuento y Costumbrismo (Narrativa), separar ensayo y
periodismo, excluir Historia, Ciencias naturales y otras disciplinas de
soporte impreso –como casi todas-, pero alejadas de las expresiones
literarias. La historia lo obligaría al rastreo casi infinito para
obtener y digitalizar los libros de Jacobo de la Pezuela, Ramón de la
Sagra, Miró y Argenter, Ramiro Guerra, Moreno Fraginals o Levi Marrero,
más los diarios y testimonios de nuestras contiendas bélicas (Figueredo,
Céspedes, Máximo Goméz, Torriente Brau, Carlos Franqui o Huber Matos).
Supongo que Sergio, lector voraz, disponga de obras referenciales como
el Diccionario de la Literatura Cubana (dos tomos) y la reciente
Historia de la Literatura Cubana (3 tomos), ambas del Instituto de
Literatura y Lingüística, así como los principales catálogos, las
biobibliografías de grandes autores y los índices de revistas,
editoriales e instituciones de Cuba y de cubanos fuera de la isla, entre
estas los libros publicados por la generación del Mariel y por el Centro
de Estudios Cubano-Americanos de la Universidad Internacional de La
Florida. El contacto es imprescindible pues esas entidades ya
digitalizan su patrimonio bibliográfico, especialmente las editoriales.
El esfuerzo por colgar en Internet, al margen del Estado o de
instituciones, una Biblioteca Cubana de Literatura, incrementa su valía
por la connotación ciudadana y por el rescate de tantos valores
espirituales diversos y dispersos. Las propuestas ayudan a sacudir
hojarascas, discernir, cotejar y mostrar una de las zonas de mayor
creatividad de los hijos de la mayor isla del Caribe.
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