Friday, March 25, 2011 | Por Víctor Manuel Domínguez
LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) – Pensar a contra corriente de
la ideología oficial es un acto de subversión. Hay que dejarse llevar,
decir que sí, o hacerse el sueco para que una obra artística o literaria
sea promocionada en los medios y admitida en las instituciones
culturales del país.
Ante una realidad así, los creadores agrupados en la Asociación Hermanos
Saiz (AHS), de Escritores y Artistas Jóvenes, son calificados por muchos
como revolucionarios de boca para afuera. Sin otra vía para canalizar
sus inquietudes y creaciones, más que a través de la Unión de Jóvenes
Comunistas (UJC), y en el papel de discípulos, a cuenta de la Unión de
Escritores, los jóvenes creadores están obligados a no disentir.
A quienes salgan del esquema "dentro de la revolución, todo", se les
acusa de incapaces o mercenarios cuyas opiniones discordantes fueron
adquiridas de alguien que los manipula desde el exterior. Es decir, y
según el dogma revolucionario, para discrepar se necesita estar loco,
confabulado con el enemigo, y en el mejor de los casos, ser víctima de
la confusión.
Al parecer, las autoridades olvidan que cuando Norberto Fuentes y
Eduardo Heras escribieron Los Condenados de Condado y Los pasos sobre la
hierba, respectivamente, eran jóvenes también. Además, que las acciones
artísticas realizadas en los años 80 por jóvenes que apostaban por la
"función desacralizadora del arte sobre la ideología como instrumento de
poder", no eran dirigidas desde la SINA.
Sin embargo, las autoridades prohibieron los proyectos PAIDEA y Arte
Calle, y algunos de sus artistas, como Arturo Cuenca y José Bedia, entre
otros, fueron marginados y abandonaron el país.
Tiempo después, Ángel Delgado, en el performance El objeto esculturado,
insiste en el desafío a la censura y la sataniza, al defecar frente al
público sobre las páginas abiertas del periódica Granma, símbolo del poder.
Mientras eso ocurría en la capital, en Bayamo, otro miembro de la
entonces Brigada Hermanos Saiz, era censurado hasta la expulsión. Su
delito: escribir un poema conflictivo, según el teniente del ministerio
del interior, Armando Carrazana, quien se desempeñaba como veedor en las
tertulias del Taller Literario José Martí,
Esa noche, el oficial expulsó del taller a Rafael Acosta, por decir en
un poema, que Nadia, una niña moscovita, lloraba frente a una vidriera
porque sus padres no tenían divisas para comprarle una muñeca.
Con esos antecedentes, en la Brigada Hermanos Saíz, y a pesar de que ha
surgido cierta sutileza en la censura durante los últimos años, pocos se
atreven a expresar en público lo que piensan o hacen en privado.
arte alternativo, los jóvenes escritores y artistas no tienen otra
alternativa que realizar una obra que complazca al poder, si quieren
ser parte de la cultura nacional.
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