25 de marzo de 2011

LAS BARDAS DEL VECINO ESTÁN ARDIENDO

LAS BARDAS DEL VECINO ESTÁN ARDIENDO
25-03-2011.
René Gómez Manzano
Abogado y Periodista Independiente

(www.miscelaneasdecuba.net).- Finalmente, este fin de semana comenzaron
las acciones enérgicas emprendidas por las grandes potencias
democráticas en contra del tirano libio Muammar El Gaddafi. Esto se hizo
por decisión del órgano competente para ello: el Consejo de Seguridad de
la ONU, el cual a su vez tomó en cuenta acuerdos previos de otras
organizaciones, incluyendo la Liga Árabe.

Aunque el gobierno estadounidense se mantuvo firme en demandar que las
fuerzas armadas suyas y de otros países actuaran sólo cuando contasen
con un claro mandato internacional, esa actitud —significativamente
distinta de la de Bush en Irak— no ha tenido reconocimiento entre los
"socialistas del siglo XXI".

Si en 2003 criticaron acerbamente al entonces Presidente de los Estados
Unidos por intervenir de manera unilateral en la antigua Mesopotamia,
hoy no prestan mayor atención a la escrupulosidad del presidente Obama:
las críticas son igualmente cáusticas que ocho años atrás.

El domingo se divulgó una declaración oficial del MINREX cubano, en la
que se utilizan términos virulentos para calificar la actuación
autorizada por el Consejo de Seguridad: "agresión militar", "burda
manipulación de la Carta de las Naciones Unidas", "violación del derecho
internacional", son algunas de las frases del documento.

La simpatía que esos "socialistas" muestran por Gaddafi los hace repetir
con entusiasmo la loca oferta de éste de poner un millón de hombres
sobre las armas (¡en un país de poco más de seis millones de
habitantes!). Esos alardes hacen recordar a los Machos del Monte de
Noriega, y a la "madre de todas las batallas" de los delirios de Saddam
Hussein.

Los mismos que guardaron un silencio cómplice ante las atrocidades del
coronel genocida, lamentan ahora amargamente las inevitables muertes
que, por desgracia, traen consigo las acciones militares de cualquier
tipo. Habría que preguntarles si las intervenciones cubanas en Angola y
Etiopía no provocaron víctimas civiles.

Lo importante (y lo que ellos no quieren ver) es que ahora terminarán
las masacres perpetradas por las tropas oficialistas libias y sus
mercenarios; también —desde luego— es muy probable que esa actuación
culmine con la separación del poder y el procesamiento de quien durante
decenios ha sido amo de ese sufrido país.

Confieso que no me desagrada la perspectiva de que el señor Gaddafi
pague por sus fechorías, como antes que él lo hicieron Saddam Hussein o
el general Noriega de Panamá, por sólo mencionar dos personajes de los
que pocos se acuerdan, pese al brillo que alcanzaron en su momento.

No hay que tener mucha imaginación para comprender que esa perspectiva
llene de terror a los que trazaron el camino que después siguió el
autócrata libio, así como a los que aspiran a recorrer uno similar en lo
adelante. Se asombran de que eso lo hagan países que, en virtud de la
realpolitik, casi llegaron a normalizar sus relaciones con el estado
norafricano.

¿Qué pensaban? ¿Qué todas las provocaciones y tropelías del tirano de
Trípoli habían quedado olvidadas y enterradas! Mientras no surgieron
otras posibilidades, por supuesto que los líderes democráticos de
Occidente visitaban la capital libia, incluso bajo "la mirada burlona"
de Gaddafi, al decir de Fidel Castro.

Pero ahora, cuando surgen otras condiciones, es perfectamente natural
que esos mismos dirigentes le pasen la cuenta al pintoresco coronel de
turbantes, batilongos y entorchados. ¿O es que alguien, en su desatino,
pensó que el sabotaje a la discoteca berlinesa, el derribo del avión en
Escocia o las muchas otras fechorías de ese sujeto habían sido olvidadas!

Eso quisieran quienes, a su vez, tienen muchos adeudos pendientes. Pero,
por esta ocasión, al igual que antes en Irak o Panamá, se ha hecho
realidad la frase que gustaba repetir Emilio Tro, el jefe de los
gángsteres de la UIR: La justicia tarda, pero llega.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=31738

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