23 de marzo de 2011

Es justa la 'no intervención'?

Opinión

¿Es justa la 'no intervención'?
Roberto Álvarez Quiñones
Los Ángeles 23-03-2011 - 7:26 pm.

El mundo necesita leyes supranacionales que prohíban la tiranía y la
violación de los derechos humanos como en Libia y en Cuba.

La demora de la ONU y de las potencias occidentales en evitar que Gadafi
continuase masacrando a su propio pueblo, y las reiteradas aclaraciones
de gobernantes —encabezados por Obama— de que el objetivo de la
operación militar iniciada en Libia no es el tirano, han puesto sobre la
mesa, otra vez, el tema del papel de la ONU en el mundo actual.

En la segunda década del siglo XXI, lo que ocurre con el llamado
principio de "no intervención en los asuntos interno" de un país es lo
que, de hecho, hace de la ONU una entidad casi inútil en cuanto a la
defensa de los derechos humanos y los más caros valores universales.

Agreguemos otra pregunta: ¿Tiene derecho un gobierno a esgrimir la "no
intervención" para perpetuarse en el poder y pisotear los derechos del
hombre reconocidos por la ONU desde 1948, infligir sufrimiento a su
pueblo, reprimirlo, marginarlo de la revolución tecnológica,
desinformarlo, hacerlo pasar hambre y necesidades, y suprimirle las más
elementales libertades individuales? La respuesta correcta sería que no,
pero eso no es lo que ocurre hoy en el mundo. Y la dictadura castrista
es la mejor prueba de ello.

Volviendo a Libia, sólo cuando Gadafi anunció que iba a ir "casa por
casa" para asesinar a sus opositores, fue que China y Rusia dejaron de
bloquear una resolución para evitar que el tirano siguiese bombardeando
a la población civil. Y el documento precisa que no habrá invasión
terrestre y que el objetivo no es Gadafi, quien junto a Fidel Castro,
Kim Il Sun y el albano Enver Hoxha, es uno de los cuatro tiranos que
sin ser reyes o príncipes han estado más de 40 años en el poder.

La Carta de las Naciones Unidas, constitutiva de la ONU, fue redactada
al finalizar la Segunda Guerra Mundial con el lógico propósito de evitar
otra conflagración tan letal como aquella. Por eso el primer artículo
del capítulo uno expresa que el objetivo de la ONU es "Mantener la paz y
la seguridad internacionales, y con tal fin tomar medidas colectivas
eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz…"

Sin embargo, 65 años después, el objetivo de la ONU no puede limitarse a
dicho propósito —que es obviamente básico—, sino que debe ir más allá.
Ya en el tercer milenio, es hora de que en este planeta haya leyes
universales que prohíban las tiranías y la violación de los derechos
humanos. El mundo moderno debe establecer vías jurídicas supranacionales
para evitar el sufrimiento de los pueblos a manos de autocracias de
cualquier tipo.

Primero el ser humano

Además de preservar la paz y la seguridad internacionales, la ONU debe
tener como propósito la defensa y protección de los derechos del hombre.
La Carta de la ONU debiera ser actualizada para colocar al ser humano
por encima de las fronteras nacionales, la política, la ideología, la
religión, el Estado, los gobiernos, reyes y príncipes. O sea, primero el
hombre y luego todo lo demás.

Lo que pasa es que mientras exista el derecho de veto de los miembros
permanentes del Consejo de Seguridad —EE UU, Francia, Reino Unido, China
y Rusia—, es decir, las cinco potencias que "inventaron" y a la vez
"secuestraron" a la ONU, muy poco podrá hacer el máximo organismo
internacional en materia de derechos humanos e incluso de mantenimiento
de la paz, debido a que China es gobernada por un partido comunista y
Rusia por un régimen a medio camino entre el autoritarismo y una
democracia con rezagos totalitarios que no la dejan cuajar del todo.

Pekín y Moscú van a apoyar siempre la no intervención por tres razones:
1) porque tienen lazos económicos y hasta políticos con decenas de
dictaduras; 2) por razones de rivalidades geopolíticas con EE UU y otras
potencias occidentales; y 3) para mantener alejada a la comunidad
internacional de sus manejos antidemocráticos y violadores de los
derechos humanos en el plano doméstico.

No es casual que el principio de "no intervención" en la práctica sólo
es esgrimido por dictaduras, regímenes comunistas, gobiernos autócratas,
o por gobiernos democráticamente establecidos pero permeados por la
propaganda marxista o de la izquierda nacionalista que prioriza la
"soberanía nacional de los pueblos" para hacer y deshacer internamente y
porque poco les importa el respeto de los derechos humanos

No es ninguna sorpresa, pues, el fervor nacionalista con el que
enarbolan la bandera de la no intervención el régimen de los hermanos
Castro, o los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia.
Tampoco es casual que haya sido México el paladín latinoamericano del no
intervencionismo, una nación que fue gobernada por un mismo partido
durante siete décadas y que el escritor Mario Vargas Llosa definió como
"la dictadura perfecta".

A Holanda, Bélgica, Canadá, Australia, Japón o Chile, por citar algunas
de las democracias sólidas que hay en el mundo, no se les ocurre hablar
de la "autodeterminación de los pueblos" que arguyen Fidel y Raúl
Castro, Hugo Chávez o Gadafi. Esas naciones democráticas nada tienen que
ocultar a cualquier inspección internacional por los motivos que sean.

El mundo necesita que se suprima el derecho de veto de los miembros
permanentes del Consejo de Seguridad y que se establezcan normas
supranacionales que prohíban la violación sistemática de los derechos
humanos, declaren fuera de la ley a los gobernantes de naciones miembros
o no de la ONU que hagan sufrir a sus pueblos, e instrumente las vías
para realizar intervenciones internacionales que pongan fin a las tiranías.

Pero el derecho de veto no va a ser suprimido en largo rato, para que
los tiranos sean depuestos por fuerzas internacionales habrá que
esperar, probablemente, otro medio siglo.

http://www.diariodecuba.com/opinion/3752-es-justa-la-no-intervencion

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