21 de marzo de 2011

El dinero y el exilio moderado

Publicado el lunes, 03.21.11

El dinero y el exilio moderado
By ALEJANDRO ARMENGOL

Desde hace muchos años hay un interés creciente por lograr que Miami, o
incluso todo el estado de la Florida, mantenga una política hacia la
isla mucho más rígida que la acordada en todo el país. La meta no es
sólo ir un paso más allá de las normas establecidas por Washington, sino
convertir la política estatal en una avanzada de los objetivos
nacionales, en lo que respecta al tratamiento del caso cubano.

Este esfuerzo se ha caracterizado por tener dos caras. Una efectiva, por
una parte con la elección de diversos políticos republicanos al
Congreso, y por la otra con lograr el apoyo de varios legisladores, y
otra risible, con personajes del patio jugando a presidentes de
república bananera, como el alcalde de Hialeah, Julio Robaina, quien
propuso solicitar al Congreso de Estados Unidos que prohíba la entrada
de artistas y músicos cubanos que viven en la isla.

Lo que se busca es consolidar y aumentar el poder político en uno de los
estados más importantes para las elecciones presidenciales, de forma tal
que la política norteamericana hacia Cuba no esté influida solo por la
labor de cabildeo y los poderosos contribuyentes cubanoamericanos del
sur de la Florida, sino por una maquinaria que puede resultar clave a la
hora de elegir al próximo mandatario de la nación más poderosa del
planeta. Las pasadas elecciones legislativas fueron un claro ejemplo de
ello, y un triunfo rotundo para quienes se empeñan en este esfuerzo.

Se trata de un grupo que aquí en Miami forma parte de una generación de
relevo. Hombres y mujeres que por fecha y lugar de origen no comparten
una historia común con los residentes de la isla --la mayoría de ellos
nacieron en este país--, pero que se consideran depositarios de una Cuba
que dejó de ser. Hijos del anhelo de darle marcha atrás al reloj
histórico, para borrar todo vestigio del proceso revolucionario, y
herederos del llamado ``exilio histórico''.

Gracias a su participación en los triunfos electorales de los hermanos
Bush, este grupo desempeñó un importante papel en la confección de la
política norteamericana hacia la isla durante los últimos años. Sin
embargo, el cambio de gobierno en Washington y los primeros dos años de
un Congreso dominado por los demócratas no logró disminuir su poder,
sino todo lo contrario. Por otra parte, y hasta el momento, su éxito
político obedece al hecho de continuar ampliando una política que es
afín a la parte más conservadora de los votantes cubanoamericanos. Este
segmento continúa demostrando que es predominante en la boleta electoral.

Como siempre, el dinero ha servido en este sentido. En buena medida la
clave para la notoriedad y el interés en cualquier aspecto en que esté
involucrado el famoso ``caso cubano'' es que siempre hay dinero, en
algunos casos mucho dinero.

Esta influencia política y económica no se limita a las urnas de
votación. Para citar un ejemplo reciente, la periodista Ann Louise
Bardach, que acaba de declarar en el juicio contra el ex agente de la
CIA Luis Posada Carriles, ha escrito que en el juicio que se sigue
contra éste se han gastado millones de dólares. Bardach considera que
los estimados de gastos se calculan entre los $25 y $40 millones, que es
probable que la mitad de ese dinero se ha utilizado para pagar el
calificado equipo de fiscales, aunque ambas partes parecen contar con
una cantidad infinita de recursos financieros.

Resulta singular que en este caso, y aunque aporta millones de dólares,
lo que se considera el exilio moderado obtenga tan poco a cambio, en el
sentido de influencia política.

Todo lo contrario sucede a los que continúan siendo en gran medida
protagonistas del drama cubano. El dinero sirve a la perfección a los
objetivos de dos grupos reducidos, antagonistas declarados desde un
principio, pero que comparten el interés en mantener un statu quo.

En Estados Unidos, millones de dólares a través de las contribuciones de
campaña, labores de cabildeo y mantenimiento de organizaciones exiliadas
y opositoras, que actúan en favor del mantenimiento del embargo, una
política de supuesta confrontación que se destaca sólo por su falta de
resultados, y de no cambiar la estrategia de aislar a Cuba, algo que no
rinde frutos desde hace décadas.

Cuba llegan millones de dólares también, en forma de remesas, llamadas
telefónicas y visitas. No hay duda de que estos millones contribuyen no
solo al alivio de la situación de familiares, sino al mantenimiento de
una precaria economía nacional. Pero este dinero no ha actuado nunca
como herramienta de presión de un exilio que rechaza la confrontación
armada, sino que ha ido a sumarse a los fondos disponibles por un
régimen que continúa con el control casi pleno de los recursos
económicos del país.

Fondos que influyen de forma determinante en la elaboración de una
estrategia, y cifras aún mayores, que se limitan al ámbito doméstico.
Desde la perspectiva del exilio, un dinero que funciona políticamente y
otro nulo en igual sentido.

Cambiar esta ecuación parece imposible. Y mientras no se logre, es
difícil que La Habana, Miami y Washington arriesguen una pulgada que los
acerque a una situación desconocida. Y ni que decir Hialeah, bajo la
mirada abarcadora del alcalde Robaina, a la espera del regreso del
``héroe'' Posada y con la guardia en alto frente a cualquier bongosero
impúdico e isleño.

cuadernodecuba@gmail.com

http://www.elnuevoherald.com/2011/03/21/v-fullstory/906855/alejandro-armengol-el-dinero-y.html

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