25 de marzo de 2011

Dagoberto Valdés: «Formar comunidad cívica en un país totalitario no tiene perdón»

Dagoberto Valdés: «Formar comunidad cívica en un país totalitario no
tiene perdón»
25-03-2011 - 11:14 am.

Durante años, el laico Dagoberto Valdés ha sido una de las voces
defensoras del desarrollo de la sociedad civil en Cuba. Hace unos días
sufrió una vez más, sin derecho a réplica, los ataques del régimen
castrista. Hoy responde a las preguntas de los lectores de DIARIO DE CUBA.

Amir Valle: Querido Dagoberto. Pasados más de seis años desde mi última
vez junto a ustedes allá en las jornadas del Premio Vitral, te repito
aquella pregunta que nos hicimos juntos: ¿estaremos los intelectuales de
la isla asumiendo el papel que nos corresponde ante la realidad de cada
día o deberemos avergonzarnos de haber bajado la cabeza, callado o
simplemente hechos los de la vista gorda?

Estimado Amir: Claro que recuerdo tu gran ayuda a los Premios literarios
de Vitral. Otra vez, gracias. Tu pregunta es la que debemos hacernos
todos los cubanos y no solo los intelectuales, pregunta que sigue
vigente, y cada vez con más urgencia, sobre todo para los creadores, que
son, en cualquier lugar, una eminente expresión del alma de la nación.
Mi respuesta es que ahora, como antes, hay de todo en ese sector, y lo
habrá porque el mundo es diverso. Unas veces somos Habana y otras veces
Babilonia, como tú dices magistralmente en la que considero tu obra
mayor, por lo menos de las que conozco.

Creo que cada cual debe dar su contribución a Cuba en su propio código y
con el lenguaje y el estilo propio de su forma de ser artista o
pensador: unos con la palabra, otros con el pincel y los colores, otros
con la música y otros con el humor o el teatro. Lo más patético es
cuando los políticos usan los códigos artísticos y les sale un bodrio o
cuando los artistas abandonan su lenguaje y hacen un panfleto refinado.

Considero que hay, dentro y fuera de Cuba, intelectuales que asumen su
vocación cívica, y otros que se aíslan en su torre de marfil, donde no
faltan ladrillos de oportunismo. Estos quizá son los más visibles,
porque tienen espacio en los medios. Pero tú y yo conocemos a otros que
están comprometidos con Cuba y su futuro próspero y libre. Quizá todavía
no sean muy visibles, pero están convencidos. Creo en la fuerza de las
ideas y en la mística de lo pequeño.

Rey Salomón: Querido hermano y amigo, primero gracias por arriesgar tu
vida por la libertad de mi patria y la de mis hijos. Desde un lugar del
centro de la isla te mandamos a decir, 'p'alante'. ¿Qué opinas de esta
idea: que todos aquellos que reclamen una visa en la SINA, sea
definitiva o de visita, tengan que presentarse a un curso de cuatro
horas sobre la vida en Estados Unidos: derechos civiles, derechos
humanos, propiedad privada, libertad de expresión…? Que estas clases
sean conducidas en las Bibliotecas Independientes del país. ¿Te imaginas
las consecuencias, te imagina 'la bola entre el pueblo', te imaginas la
cantidad de cubanos que tendrían que pasar este curso? Y si el gobierno
quiere involucrase en esto, pues que se atreva. Creo en esta idea, por
favor menciónalo entre nuestros hermanos.

Estimado Salomón: Muy sabio, como lo era su homónimo el rey bíblico,
gracias por su preocupación acerca de la educación cívica en Cuba. El
analfabetismo ciudadano es, quizá, una de nuestras urgencias a resolver
desde ya. Sin embargo, a mí, personalmente, me gustaría que estos cursos
o encuentros de formación cívica se hicieran no solo por iniciativa de
la sociedad civil cubana, sino bajo su única responsabilidad.

Mezclar una tarea de los cubanos con una sede diplomática o, aún más,
con su derecho a viajar, no me parece conveniente ni ético. En las
bibliotecas independientes, sí. En cada grupo de amigos, en cada
movimiento de cubanos libres y responsables, sí.

Le habla alguien que ha participado desde hace 17 años en ese tipo de
cursos, primero en el Centro Cívico de la Iglesia y ahora desde hace
tres años en el Proyecto Convivencia. Es posible, necesario y urgente,
usted tiene razón. Eso cambiaría las cosas en Cuba y sobre todo en el
futuro democrático de la Isla.

Alfredo de J. Viso: Hola Dagoberto. Qué alegría estar en contacto con
usted. Soy un ex preso político, indultado tras la visita a Cuba de su
santidad Juan Pablo II. Como católico y como cubano me identifico con
usted y deseo felicitarlo y expresarle mi más profundo reconocimiento.
El régimen no hará que su lucha y la de tantos otros termine a causa de
actuaciones miserables basadas en la extorsión y la cobardía, eso
demuestra la debilidad ante la verdad. Mis palabras para usted son de
aliento, de apoyo, porque yo también fui víctima de la bajeza del
régimen y me identifico plenamente con su lucha, porque es la lucha de
quienes no tuvimos el valor de quedarnos allí, donde usted está.

Estimado Alfredo: Gracias por sus palabras de aliento y solidaridad
cristiana. Pero discrepo fraternalmente de su apreciación de que los que
están en la diáspora no tuvieron el valor de quedarse aquí. Querido
amigo, tengo la profunda e inamovible convicción de que la nación cubana
es una sola, formada inseparablemente por los que estamos aquí y
ustedes, que peregrinan en el exilio. La Casa Cuba, nuestro hogar
nacional, no podrá reconstruirse sin ustedes y sin nosotros. Aún mas, no
creo que debamos esperar a la reconstrucción; sin su parte exiliada no
podríamos ni siquiera resistir aquí dentro.

Jamás pienso en algo para Cuba sin tenerlos en cuenta, sin pensar cómo
lo verán, lo pensarán o lo criticarán tanto los que viven aquí como los
que sufren fuera por la nostalgia y el destierro. Si usted me lo
permite, hermano en Cristo, me atrevería a sugerirle algo: jamás eche
sobre sus hombros ni sobre el de los suyos una carga que le corresponde
al sistema que nos oprime. Estaríamos juntos si Cuba fuera libre y
democrática. Saber, asumir y responder a la raíz profunda del exilio es
una forma de sanar esa etnorragia que ha desangrado a la Nación.

No debemos permitirnos que nada ni nadie nos haga desfallecer. Lo invito
a pensar juntos, a rezar juntos, a proponer juntos. Es verdad que
nosotros sufrimos aquí, pero igualmente es verdad que ustedes sufren
allá. Si no ¿qué es la nostalgia, las raíces desenterradas, las familias
divididas, los sueños truncados, y el vernos sufrir desde lejos?

Esta es mi visión sobre la tragedia y la riqueza del exilio. Se lo dice
alguien que lo sufre en carne propia. Tengo una hija y hermanos y
hermanas, y primos y tíos, y hermanos en la fe en Cuba y en Cristo,
dispersos en la diáspora. Como casi todos los cubanos. Ánimo. Creo en el
reencuentro y en que en Cuba se cumplirá la profecía de Isaías 37, mi
lectura predilecta del Antiguo Testamento. Quizá sea buena para meditar
esta noche. Dios lo bendiga a usted y a su familia y a sus sueños. Rece
por nosotros.

Ernesto Gutiérrez Tamargo: Felicito su trabajo en la revista Vitral, fue
importante y muy valioso, y de igual modo por Convivencia. La pregunta:
¿A qué se debe este ataque tan desproporcionado, injustificado y
desacreditador contra su persona que hace el régimen? ¿Le temen como
referente de la sociedad civil laica, pro democracia y pro derechos
humanos? ¿Qué motivos cree usted que esconden realmente las autoridades
para atacarle? ¿Tiene usted un proyecto político dentro de Cuba? Gracias.

Estimado Ernesto: Comenzaré por el final que es más fácil. No tengo
proyecto político alguno. No porque considere que no hagan falta varios
proyectos políticos partidistas en Cuba, sino porque no es mi vocación.

Siempre quise estudiar sociología, pero por ser católico no pude. Creo
que la sociedad civil es mi tema y mi tarea. Hace años que lo vengo
estudiando, ejercitando, enseñando. Disfruto, me siento pleno, útil y en
paz con lo poco que he podido hacer en esta tercera pata de la mesa del
hogar nacional. Creo firmemente que lo novedoso para el futuro de Cuba
será la primacía de la sociedad civil como reguladora, critica o
cooperante del Estado y del mercado. La política, los políticos y los
partidos son necesarios e indispensables para una sociedad que aspire a
ser democrática, pero no son, ni deben ser, el único actor social. Eso
sería una partidocracia, no una democracia. No quisiera regresar a esa
parte del pasado de Cuba con sus luces y sombras.

En cuanto a la pregunta de si soy un "referente", le contesto con un
refrán popular: "en casa del ciego, el tuerto es rey". Creo que en una
sociedad normal yo sería, en el mejor de los escenarios, un desconocido
sociólogo, dando clases o investigando, perdido en un aula o un
instituto social provinciano. El "ataque desproporcionado, injustificado
y desacreditador", como usted bien dice, no se debe a mi persona, sino a
la naturaleza del régimen, naturaleza agravada por su debilitada
caducidad. Si algo pudiera servirles de modesto referente o pretexto
para esta "lapidación televisiva" y mediática, como le ha llamado mi
amiga Yoani Sánchez, es que aprendí de la Iglesia donde me crié y eduqué
a trabajar en equipo, a formar comunidad cívica, a tejer convivencia, y
eso en un país totalitario, en una cultura caudillista y en un sistema
"político" mesiánico, no tiene perdón ni tolerancia. Esa es mi
apreciación pero, claro, puedo estar equivocado. Lo consultaré, como
siempre, con mi equipo. Gracias.

Roberto Antonio: ¿Cómo es su vida diaria después de haber sido declarado
por los medios enemigo del sistema de los Castro?

Roberto: Mi vida diaria transcurre como siempre. Si algo hay diferente
es que ahora hay muchos más cubanos y cubanas, de a pie o importantes,
que me conocen, gracias a la TV y a la radio y a los dos periódicos
nacionales que me dedicaron dos páginas el martes 15 de marzo. Tengo
mucho trabajo con el proyecto Convivencia: las tertulias de formación
cívica, la revista, el proyecto de creación de audiovisuales que se
llama Video Convivencia, el concurso literario anual, las visitas, la
atención a los familiares de los presos, mi propia formación, que me
lleva mucho tiempo porque el ritmo de la vida me pide leer, estudiar,
meditar, rezar, compartir, debatir, crear. Así que no me distraigo con
este nuevo cicloncito platanero. Gracias por su atención sobre la vida
cotidiana de las personas, creo que es la base que sostiene y anima todo
proyecto social. Creo en la primacía de la persona humana, sin ella todo
se derrumba o retuerce.

Ricardo E. Trelles: Primero decirle que aprecio su trabajo pasado y
presente por la educación cívica en Cuba, de la que carecemos y que
tanto necesitamos. Tres preguntas y un pedido: ¿Existen modificaciones
mínimas que el actual sistema de gobierno pudiera hacer, que lo
convirtieran en aceptable para usted, aunque el sistema no llegara a ser
una clara y completa democracia? ¿Cree preferible que el actual sistema
evolucione hacia uno progresivamente democrático, o que pasemos a una
situación de gobierno interino marcadamente diferente que manifieste y
asegure la ejecución de un programa de cambios definidos que lleven a
una clara y completa democracia? ¿Coincide usted con la idea de que la
condición más importante para dirigir nuestra sociedad hacia una
reglamentación y sistema democrático, de plenos respeto y beneficios
para el ser humano, es desarrollar desde ahora con la mayor fuerza
posible la formación cívica y social de nuestros ciudadanos? Pensando en
ese fin, ¿podría usted ayudarme a difundir dentro del país la encuesta
que está en el enlace siguiente? Aspiraciones sociales cubanas, ¿sí o no?

Gracias, estimado Trelles: Sí, y gracias por identificar mi trabajo con
la educación cívica de los cubanos y cubanas. Paso a las tres preguntas:
Creo que el comunismo es irreformable, tanto por la naturaleza
intrínseca de sus fines como por sus métodos de gobierno y control sobre
el alma de la gente. Por tanto, cualquier reforma puede servir de brecha
por donde se derrumbe casi de motu proprio. Eso contesta qué
consideración me merecen eso que usted llama "modificaciones mínimas"
que lo pudieran hacer aceptable para mí. Por un lado, lo mínimo puede
ser catalizador en un andamiaje irreformable por su esencia. Por otro,
ni las más estructurales modificaciones le permitirían subsistir siendo
lo que es. Así que para serle claro, por mi formación humana y
cristiana, familiar y eclesial, no sería éticamente aceptable ninguna
variante de sistema totalitario o colectivista donde la persona humana
se subordinara o sometiera a ninguna estructura de poder. El daño
antropológico que han causado estos sistemas y su dominación anti
natura, lo hacen para mí inaceptables en sus variantes más sutiles o
sofisticadas mientras no pongan a la persona por encima de ideologías,
estructuras, intereses económicos o políticos. Otra cosa es la
aceptación del diálogo civilizado y pacífico con las personas que lo
viven o representan. Eso es harina de otro costal.

En cuanto a la segunda pregunta, claro que sí. Siempre he defendido que
el cambio sea pacífico, gradual y ordenado. El diálogo y la negociación
auténticos y sin exclusiones es mi escenario preferido para el camino
hacia la libertad y la democracia. Lo que pasa es que eso supone una
voluntad política de apertura real por parte del gobierno, una gran
conciencia crítica, una capacidad de discernimiento y un talante
propositivo más que confrontativo, además de una gran tolerancia por
parte de todos. Hace tiempo escribí un editorial para Vitral que se
titula Quien cierra la puerta al cambio en paz, abre la puerta a la
violencia. Ocho años después, mantiene toda su vigencia y urgencia. No
solo en Cuba, el Medio Oriente es otro ejemplo de qué pasa cuando
coinciden estos tres factores de cambio: un gobierno en el poder durante
muchos años, sea de izquierda o de derechas; una crisis económica
galopante con medidas perjudiciales para los trabajadores; y una red de
celulares, twitter, internet, en que los ciudadanos tejen convivencia
pacífica y solidaridad efectiva y eficiente. ¿No se van dando en Cuba
estos tres factores? Dios quiera que todo se resuelva entre cubanos y
con la eticidad, la gradualidad y la tolerancia que necesitamos. Cuba lo
merece.

La tercera: En efecto, y esta me parece la clave para fundamentar mejor
la democracia por venir: "desarrollar desde ahora con la mayor fuerza
posible la formación cívica" de los ciudadanos y abrir cada vez mayores
espacios de participación para que éstos puedan desarrollar sus
iniciativas y darle plenitud a su carácter emprendedor. Sin educación
ética y cívica no hay ni democracia verdadera, ni patria con virtud. Es
un proyecto al que me gustaría dedicar lo que me queda por vivir.

Jesús Roque: Hola Dagoberto, quiero que sepa que lo admiro y lo respeto.
Es de las personas brillantes de Cuba. Estuve leyendo la definición de
la palabra 'mercenario' y quiero compartirla con los lectores para luego
hacerle mi pregunta: Se conoce como mercenario (del latín merces, -
eris, 'pago'), a aquel soldado que lucha o participa en un conflicto
bélico por su beneficio económico y personal, normalmente con poca o
nula consideración en la ideología, nacionalidad o preferencias
políticas con el bando para el que lucha. Generalmente se les menciona
como asesinos a sueldo, criminales apátridas, sicarios, etc. ¿Se
considera usted un mercenario?

Estimado Jesús: No quiero responder a las calumnias. Todo el que conoce
algo de mi vida le puede contestar. Gracias por su respeto y
solidaridad. Soy un simple ciudadano que ha decidido, hace tiempo, tomar
las riendas de su propio proyecto de vida. Donar la vida al servicio de
los demás y pagar el costo por pensar libremente y actuar sin hipocresía
no es propio de mercenarios. Y gracias por su búsqueda etimológica y por
recordarnos lo que Cuba no necesita.

María Benjumea: Dagoberto, ante todo mi admiración y respeto. ¿Siguen
pudiendo hacer la revista y debatir en esa casa cuyo patio tapió la
Seguridad del Estado?

Claro que sí. Hacemos la revista, que puede encontrar en su formato
digital en www.convivenciacuba.es, seguimos teniendo nuestros debates y
tertulias de formación cívica en esa y en otras casas de amigos del
proyecto. Tenemos un blog llamado Intramuros en el mismo sitio de la
revista y también nuestro servicio twitter. El Muro de Convivencia en el
Patio de Karina se ha convertido en un símbolo del otro muro que no se
ve y bloquea la iniciativa de los cubanos y cubanas. La invito a ver un
Video Convivencia sobre El Patio y el Muro en
www.youtube.com/verconvivenciacuba. Puede encontrarme también en
facebook. Gracias por su preocupación.

Alejandro Lemes, desde Cuba. ¿Por qué siendo usted un laico tan
comprometido con la iglesia no apoya a Oswaldo Payá, siendo este uno de
los opositores más serios y respetados en Cuba?

Estimado Alejandro: Por supuesto que admiro y apoyo a mi hermano Oswaldo
Payá, como a otros muchos que dan su vida y su trabajo pacífico por Cuba
dentro y fuera de la Isla. Tuve el honor y consideré un deber cívico
firmar el Proyecto Varela, también el Proyecto Heredia. He apoyado su
candidatura al Premio Nobel. Dedicamos varias páginas en Vitral cuando
ganó el Sajarov. Las páginas de Convivencia están y estarán siempre
abiertas para que él o cualquiera de sus colaboradores expresen sus
opiniones. Cuando yo participaba en la organización de las Semanas
Sociales Católicas, no dejamos nunca de invitarlo a todas ellas, hasta
que ninguno de los dos fuimos invitados. También en la exclusión su
compañía me honra. Pero aún más, me considero su amigo y su hermano en
la fe católica que compartimos desde cuando ninguno de los dos teníamos
nuestros proyectos al servicio de la patria. Eran tiempos en que la
Iglesia nos formaba para los más diversos servicios sociales. Su vida y
su coherencia ética demuestran la seriedad y el compromiso de que usted
habla y yo reconozco. Rezo para que Dios lo proteja a él, a su familia y
colaboradores.

Yuniel Jacomino (Cuba Democracia ¡Ya!): Hola Dagoberto. Un gusto
saludarte aunque sea virtualmente. Mi primera formación seria en
materias cívico-políticas la obtuve a través del CFCR, estudiando los
diferentes ciclos, en grupos parroquiales y de manera personal. Era un
excelente proyecto que estoy seguro hizo mucho bien a Cuba; lo mismo que
Vitral, de la que fui uno de los afortunados suscriptores. Te lo
agradezco de corazón. Estás en mis oraciones en estos tiempos de ataques
y calumnias. Ánimo, te deseo muchos éxitos en todos tus proyectos
presentes y futuros porque sé que son buenos para los cubanos. ¿Cómo
podemos ayudar desde el exilio?

Gracias Jacomino: Lo que comenzamos con el Centro Cívico y Vitral dentro
de la pastoral de la diócesis de Pinar del Río, bajo el cayado de Mons.
Siro, lo intentamos seguir a escala en el actual Proyecto Convivencia
con los mismos objetivos y estilos, pero ahora desde la sociedad civil e
independientemente del Estado, de las estructuras pastorales de la
Iglesia y de cualquier formación política. Seguimos siendo Iglesia y
como laicos ahora desarrollamos esta labor evangelizadora desde la
sociedad civil, en el mundo a la intemperie, que es el lugar teológico
para que los laicos desarrollemos nuestra vocación cristiana. Ha sido
una experiencia liberadora y sufrida, pero somos felices de lograrlo con
la gracia de Dios. Mucho pueden hacer desde el exilio: rezar por todos
los que hacemos algo pequeño por Cuba. Colaborar con nuestras
publicaciones y demás proyectos. Participar en nuestros concursos
literarios. Divulgar en su red de amigos nuestras publicaciones y obras.
Sugerirnos lo que nos falta, cómo mejorar, criticar nuestras opciones si
no los hemos tenido en cuenta y otras muchas formas más. Gracias por su
disponibilidad.

Sinmordaza: ¿Considera usted lícito, desde el punto de vista ético,
recibir ayuda financiera desde el extranjero para realizar proyectos
ciudadanos en Cuba? ¿Cuál sería el límite, de quién aceptar ayuda y de
quién no?

Amigo anónimo: Una cosa es lícita en cuanto legal y otra ética en cuanto
moral. Le comparto mis criterios que pueden ser, como es natural, muy
discutidos y discutibles: creo que el límite para recibir ayuda
financiera de lo que usted llama del extranjero –incluyo la ayuda de los
cubanos de la diáspora, que forman parte de la Nación—, es su
incondicionalidad con respecto a decidir sobre la actuación u opciones
políticas, filosóficas o religiosas de los cubanos de dentro. Cada cual
escoge a quien ayuda y cada ayudado tiene el derecho a escoger, si puede
y tiene, a sus beneficiarios. En este punto creo que una condición
indispensable es el respeto a la soberanía ciudadana y la de la nación,
su independencia, su derecho a elegir su destino y los caminos por donde
buscarlo. Otra condición sería la transparencia del origen, de los
donantes y de sus propósitos, así como de los receptores y la eticidad
de sus proyectos. Otra característica sería la diversificación, es
decir, que ningún beneficiario tuviera más del 50 por ciento del
presupuesto de un proyecto. Otra, que fueran ayudas de ONGs, o de
personas individuales o de ayudas para el desarrollo que respeten
absolutamente la independencia de los proyectos que ayudan. Ayuda que
crea dependencia, no libera, rezaba un viejo afiche que había en el
Obispado de Pinar del Río cuando yo, un adolescente inquieto, correteaba
por sus galerías. Siempre me impactó. Me ha costado llevarlo a la
práctica pero ha sido un faro en mi vida y en mis proyectos.

Carlos Yllobre: Primeramente felicitarte y darte las gracias por tu
valor, tu honestidad y tu entrega en esa lucha por los derechos de todos
los cubanos que desde años vienes realizando. Después de ver cómo el
gobierno públicamente trata de desacreditarte, (claro sin darte el
derecho también públicamente a la réplica) quisiera saber tu opinión
sobre si crees que cada vez hay mas participación de la población en
exigir esos derechos directamente (sé que hay mucho miedo y represión
sutil), si crees que alguna vez nuestro pueblo gritará y exigirá en voz
alta todo lo que en la actualidad susurra o habla en voz baja, porque
ese miedo y esa pasividad también se trae al exilio donde nuestros
compatriotas critican desde sus casas, pero son incapaces, aun estando
fuera, de gritar y exigir frente a un consulado cubano nuestros derechos.

Estimado Carlos: Hay cada vez más participación cívica, especialmente en
los jóvenes. Cualquiera que venga a Cuba podrá notar la diferencia de
hace menos de cinco años. Nuestro pueblo ya está expresándose de
múltiples maneras pacíficas. Nuestras Damas de Blanco y los que las
apoyan son una muestra pequeña pero digna de lo que Cuba ha cambiado.
Ellas han conseguido con la ayuda de muchos la excarcelación de los 75.
Es una prueba de lo que podremos lograr juntos. Creo que habrá cada vez
más libertad y menos miedo, por la sencilla razón de que el gobierno no
tiene nada que ofrecer más que despidos y empobrecimiento, bloqueo a los
proyectos y los sueños y para los que se atreven, represión. Y el miedo
es solo efectivo cuando hay algo que perder. Por tanto, es inversamente
proporcional a la miseria material. Otra cosa es la pobreza de alma o
daño antropológico, el más grande desastre de estos 52 años. Produce la
anomia ciudadana, la dejación de la propia libertad y la huida de la
responsabilidad. Pero ese daño tiene cura, se sana solo con dosis
pequeñas de libertad y pequeños ejercicios de responsabilidad. Pruebe
allá. Nosotros aquí lo estamos experimentando todos los días. Por eso
existen y se mantienen nuestros pequeños proyectos. Ánimo.

Víctor: En primer lugar, agradecerle su coraje y animarle que siga en su
tarea. La pregunta es, ¿qué papel tiene la iglesia en la transición a la
democracia en Cuba? ¿Cree usted que el Papa aceptará la 'jubilación' del
cardenal Jaime Ortega como obispo de La Habana? ¿Quién podría ser un
buen candidato para el cargo? Muchas gracias.

Estimado Víctor: La Iglesia tiene una vocación de servicio social que le
es irrenunciable. Pero no debe confundirse esa vocación social con una
parcialización política que excluya o descalifique a nadie del pueblo
que le ha sido confiado. La línea es muy tenue y debe ser continuamente
discernida y rectificada. Entre los servicios sociales no solo en la
transición, sino en todo tiempo y lugar, la Iglesia tiene la labor de
anunciar lo mejor para el pueblo del que forma parte y denunciar todo
aquello que vaya contra la dignidad y los derechos de la persona. La
Iglesia debe ser fuente y hogar de espiritualidad y crecimiento humano
para todos los que se le acercan. Otra misión importante es su labor de
formación ética y cívica. También ofrecer sus propios espacios para
ejercitar la participación, la libertad responsable, la solidaridad
fraterna y la reconciliación con justicia y paz. Ella también puede
servir de interlocutora, o de facilitadora, o aún más difícil, de
auténtica mediadora entre las partes, reconociéndolas públicamente a
todas. Una Iglesia reducida a una labor espiritualista está mutilada,
como lo está si es reducida en una agencia de servicios humanitarios.
Reducir la libertad religiosa a la libertad para celebrar un culto
desencarnado y no comprometido en lo social, es tan alienante como un
compromiso cívico sin alma y sin trascendencia.

Sobre lo que usted llama jubilación del Sr. Cardenal Arzobispo de La
Habana, solo Dios y la Santa Sede lo saben; y solo ellos con la ayuda de
los demás obispos y en consulta con sacerdotes, religiosos y laicos,
pueden decidir sobre su retiro y sobre su sucesor. Ruego para que, a los
que les corresponde, tengan la serenidad y el discernimiento y la sana
independencia de espíritu para elegir a quien mejor pueda servir a la
Iglesia de La Habana y desde allí a toda la Iglesia en Cuba.

Armando Paz: Primeramente, reciba usted todo mi apoyo, admiración y
respeto, como persona decente y valiente que es. ¿No cree usted
conveniente, aunque pueda parecer esta pregunta una tontería, que usted
y el resto de afectados por los comentarios de la TV cubana deberían de
solicitar formalmente al ICRT su derecho a réplica, teniendo en cuenta
que la TV Cubana es un medio de expresión público, con lo cual lo
pagamos todos los cubanos, y en caso de omisión o denegación, poner una
demanda, que aunque no prospere al menos constará para la historia? Le
ejemplifico con el caso de la Asociación Jurídica Cubana (AJC).

Estimado Armando: Es una buena sugerencia. La propondré a los demás. En
efecto, el camino de la Asociación Jurídica Cubana es y puede ser
paradigmático para otros muchos violados en sus derechos más
elementales. Por lo pronto y como somos ciudadanos independientes, nos
hemos agenciado nuestra propia forma de presentar nuestras opiniones y
propuestas, sin confrontar ni descalificar: es lo que hemos llamado
Razones Ciudadanas. Pequeño espacio de debate público que ya puede usted
encontrar en internet en el sitio de Yoani Sánchez y otras redes
sociales. El primero de esos programas, en el que tuve el honor de
participar, trata precisamente de este dilema o par dialéctico que ojalá
llegue algún día cercano a convertirse en un par dialógico: El ciudadano
y las instituciones estatales. Quizás ésta pudiera ser otra manera de
agenciarnos nosotros mismos nuestros espacios de propuesta, con el
auxilio de las nuevas tecnologías informáticas y audiovisuales. Haciendo
se aprende también. Gracias.

Tag: disidente

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