19 de agosto de 2010

EL MIEDO DEL PUEBLO Y EL RELOJ DEL TIEMPO PERDIDO

EL MIEDO DEL PUEBLO Y EL RELOJ DEL TIEMPO PERDIDO (SERIE CRÓNICAS DE MIEDO)
19-08-2010.
Yosvani Anzardo Hernández
Periodista Independiente, Director del Periódico Digital Candonga

(www.miscelaneasdecuba.net).- Había una vez un joven y perdido reino, en
el que gobernaba un viejo y atormentado tirano, de cuyos crímenes no
quiero acordarme, y este vio en la Iglesia su principal enemigo, y
contra ella la emprendió. Pero el amor de Dios por los hombres era tan
grande, que un pequeño grupo de estos, aún dispersos, seguía rindiendo
culto al señor, y su influencia crecía. Entonces el viejo tirano decidió
atacarla de forma menos directa pero más agresivamente aún.

Dios había dado la ciencia a los hombres para que se regocijaran en sus
éxitos y se acercaran más a su comprensión; pero el hombre a menudo
torció su camino y muy pocos comprendían la palabra del señor.

El viejo tirano se aprovechó de la escases de entendimiento del pueblo y
aseguró que la ciencia demostraba que las palabras sagradas eran falsas.

Dios dijo que el hombre estaba hecho de barro y aliento divino, y el
viejo tirano se burló y se rodeo de falsos creyentes para hacerse pasar
por admirador de la Iglesia y destruirla desde dentro.

La ciencia sin embargo demostró que el hombre está hecho de polvo de
estrellas, agua y energía cósmica, pero al viejo tirano no le convenía
escuchar, porque su propósito era desplazar a Dios negando su
existencia, para que el pueblo se sienta desvalido, intentó incluso
presentarse como profeta, pero la verdad siempre se imponía sobre sus
mentiras que eran tantas que él no reparaba en ellas, la gente reía a
sus espaldas, no era ese un camino seguro para su diabólica empresa,
pero persistió en continuarlo. Entonces se le ocurrió invitar a todos
los gobernantes y aspirantes a gobernantes, a ser como él, afirmando que
el mundo era ingobernable. –Fíjense en mí- Insinuaba. –En mi reino no
hay manifestaciones ni huelgas-

Las personas en el mundo protestaban por cualquier cosa sin importancia,
mas, en el reino perdido todo era silencio.

Hasta aquel momento el viejo tirano se había alimentado y fortalecido
con el miedo del pueblo.

Dios había enseñado siempre que el temor no es malo, y es que cuando se
teme conscientemente, despiertan capacidades dormidas, pues solo bajo
esas condiciones difíciles el cerebro funciona con mayor eficiencia, y
fue así como despertó el reloj del tiempo perdido.

El pueblo del reino perdido sentía miedo, pero nuevamente creyó en la
palabra de Dios, no aparentemente y por conveniencia, sino de verdad.

El reloj del tiempo perdido hizo creer al pueblo que el tiempo
transcurría más lentamente, de esa forma todos tenían más tiempo de
pensar y evaluar la peligrosa situación en que vivían. El viejo tirano
había estado introduciendo siempre falsas preocupaciones en la mente del
pueblo para que este no tuviese tiempo de pensar en sus verdaderos
problemas.

El reloj incremento la percepción de retardo para incrementar la
atención y la calma en los hombres, y sus cerebros decidieron que no era
el momento de sentir el dolor que laceraba sus vidas, el hambre y la
opresión no eran los mayores peligros. Los hombres fortalecidos en la
paz de saber que hacen lo correcto y que sus actos son del agrado del
señor, renunciaron definitivamente a la violencia y comenzaron por
romper el silencio y abrieron las puertas, cerradas desde hacía mucho a
Dios.

Renunciaron a odiar a sus vecinos, dejaron de denunciar a los que
violaban las ordenes del viejo tirano, encontraron en la familia la
fuerza necesaria para sobrevivir siendo solidarios unos con otros, no
corrieron más a la orden de la vehemencia en marchas contra si mismos, y
descubrieron que Dios nos acompaña siempre, incluso y sobre todo, en
nuestros peores momentos.

Al descubrir que el mal se nutre de nuestro miedo, el bien ganó terreno
y casi sin darnos cuenta las cosas comenzaron a cambiar, primero
lentamente y luego casi de una vez.

El reloj del tiempo perdido dejó de funcionar cuando el miedo terminó,
en su lugar floreció el temor de cerrar nuevamente nuestras puertas al
señor, y desde entonces, con algunos problemas y una que otra
manifestación realizada por derecho, el reino perdido dejó de serlo, y
vivió feliz por siempre.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=29460

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