26 de agosto de 2010

La mentira como cultura

La mentira como cultura
Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - El patrón cultural cubano es
un árbol torcido. Tratar de enderezarlo con herramientas emergentes y en
plazos, más o menos breves, como indican algunos funcionarios del
Ministerio de Educación e intelectuales comprometidos, es volver a
transitar por los viejos caminos del cinismo y la utopía.

El nivel de deformación es tal, que es mucho más sensato concebir otro
proyecto sobre nuevas bases conceptuales y estéticas, que malgastar
esfuerzos en inútiles reparaciones.

En un país donde el sujeto marginal es el que ha podido, y aún puede
sobresalir, en la escala de la supervivencia, significa la imposición de
un modelo de conducta antisocial que arrastra desde burdas perversiones
del lenguaje hasta una lógica basada en la total inversión de la escala
de valores morales.

No es una casualidad que el administrador de una carnicería, con noveno
grado, disfrute de un nivel de vida muy superior al de un cirujano o un
científico, de los miles graduados en los últimos 50 años.

En Cuba esas disparidades se han sedimentado de manera inequívoca,
creando patrones sociales totalmente divorciados de las premisas que
todavía conforman el núcleo del discurso revolucionario.

De la sublimidad de unas argumentaciones que desde un inicio aseguraron
la construcción de una nación modelo en cuanto a desarrollo material,
espiritual, sin antagonismos de clase y organizada sobre la honestidad,
la decencia y otros valores de importancia, se pasó al ridículo con
todos sus matices

Al constatar en su totalidad los límites del fenómeno se llega a la
conclusión que la incultura es una característica indivisible de la
sociedad cubana actual.

La chabacanería, el uso desproporcionado de términos groseros en las
conversaciones, la constante violación de las reglas de urbanidad, las
garrafales faltas de ortografía y el alarmante déficit académico en
todos los niveles escolares, saltan a la vista tras un breve y limitado
acercamiento a una realidad que apunta a un deterioro mayor, si no
aparece la orden de acometer una profunda revisión del sistema en su
conjunto.

El centralismo económico, el monopolio del escenario político por parte
del partido comunista, la inexistencia de canales de expresión social
autónomos, y la paródica función de los sindicatos, condicionan un
comportamiento alejado de la disciplina y otras categorías existenciales
tan necesarias para la oportuna regeneración del tejido social.

No es al azar que grandes porciones de la población cubana sean
protagonistas de la descompostura en sus más extravagantes versiones.
Existen elementos, como los expuestos en el párrafo anterior, creados
con la finalidad de uniformar respuestas psicosociales.

La búsqueda del control y la unanimidad por parte de los gobernantes, ha
ido en el sentido opuesto a la elevación del nivel cultural del país. El
ejemplo cubano refleja que no es de vital relevancia el monto de los
recursos empleados, materiales y humanos, para lograr el éxito en una
determinada gestión.

En términos generales, la incultura llegó a Cuba para quedarse. La
revolución socialista tiene el "mérito" de haber creado individuos
apáticos, parasitarios, escapistas, vulgares e hipócritas.
Desafortunadamente, representan la mayoría.

Comportarse como salvajes es, entre gran parte de los jóvenes cubanos,
una credencial de modernidad. Ellos no tienen la culpa. Han sido
moldeados por un medio donde se institucionalizó la doble moral, el odio
a la diferencia, la falsa preeminencia de una ideología por encima de
los valores familiares, la depreciación del trabajo honesto, entre un
sinnúmero de disparates.

Deshojar los árboles y romper los bancos de un parque, aporrear
gratuitamente a un anciano con una cascada de frases indecentes, llenar
cualquier pared de grotescas alusiones escatológicas, revelan algunas de
las diversiones más comunes entre los "cultos" habaneros.

Para cerrar con broche de oro, traigo a colación a la profesora de
secundaria que se mostró indignada por un presunto muro de concreto que
levantan las autoridades norteamericanas entre este país y Australia.
Alguien le hizo la pregunta sobre la imaginaria obra constructiva.
Suficiente para que pusiera su necedad al desnudo.

¡Pobres alumnos!
oliverajorge75@yahoo.com

http://www.cubanet.org/CNews/year2010/agosto2010/26_C_3.html

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