Frank Correa
LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) – "Nada hay más importante que 
un niño", fue una consigna que amenizó el gobierno comunista durante. 
José Martí había sentenciado: "Los niños son la esperanza del mundo".
Otras alusiones a la necesidad de salvaguardar a los pequeños pudieran 
citarse, comenzando por el  capitulo en la Declaración Universal de los 
Derechos Humanos que dignifica a estos locos pequeños, como los llamó 
Serrat. Lo cierto es que transcurrido casi el mes de junio, la compota 
que se vende a los niños menores de siete años por la libreta de 
racionamiento, no ha llegado a las bodegas.
Tampoco aparecen frutas en los mercados para la preparación de jugos, y 
en las tiendas recaudadoras de divisas brillan por su ausencia los 
cocteles de frutas, los néctares y los jugos naturales. Las medidas 
disciplinarias y penales contra varios directivos corruptos de la 
Empresa de Alimentos Río Zaza, puede que también formen parte del problema.
Tampoco se descartan la caída de producciones tradicionales como la 
guayaba, el mango y el plátano, debido a la sequía y la ineficiencia de 
las cooperativas estatales y los centros de acopio, a lo que se suma la 
falta de envases para el procesamiento de pulpa.
También, desde hace meses, una medida restrictiva entró en vigor, para 
disgusto de las familias cubanas: el picadillo de soya, que se 
distribuía a media libra por consumidor comenzó venderse sólo a los 
menores de 14 años. Ahora se ha sumado a las restricciones la supresión 
de la venta a los niños de una libra de pollo, una vez al mes.
La escasez de arroz, a lo que se suma la falta de viandas, hortalizas, 
granos, y ahora la eliminación de dos renglones cárnicos, obligan a una 
nueva repartición de la comida  en el núcleo familiar, y cobra más 
vigencia que nunca  el principio instaurado por el régimen con la 
llegada del periodo especial: hacer más con menos.
beilycorrea@yahoo
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