19 de octubre de 2009

Cuba buscó desinformar a EEUU tras el 9/11

Publicado el lunes, 10.19.09
Cuba buscó desinformar a EEUU tras el 9/11
Por JUAN O. TAMAYO/WASHINGTON
jtamayo@elnuevoherald.com

En los seis meses después de los ataques del 11 de septiembre del 2001,
unos 20 cubanos entraron a embajadas de Estados Unidos en distintas
partes del mundo y ofrecieron información sobre amenazas terroristas.
Finalmente, se decidió que todos eran agentes y colaboradores de la
inteligencia cubana con información falsificada.

Un funcionario de la Casa Blanca se quejó amargamente en público en el
2002 de que los agentes de Fidel Castro habían conducido a la
inteligencia de Estados Unidos a misiones inútiles que pudieron haber
costado vidas, cuando Washington todavía estaba sacudido por el peor
ataque terrorista en su historia.

Pero ahora dos ex funcionarios estadounidenses relacionados con asuntos
cubanos le han dicho a El Nuevo Herald que esos agentes eran sólo parte
de un programa de la inteligencia cubana que todos los años envía
agentes a las embajadas de Estados Unidos para confundir, desinformar e
identificar espías estadounidenses, y tal vez penetrar la inteligencia
del país.

"Muchos de aquellos agentes cubanos posteriormente fueron identificados
como conocidos o presuntos [agentes cubanos]. El problema era que la
inteligencia de Estados Unidos carecía en tal grado de información sobre
Cuba y teníamos tan pocos expertos sobre Cuba que los agentes que
estaban usando representaban un bajo riesgo y buenos dividendos para
Cuba'', dijo un ex funcionario de la inteligencia estadounidense.

"Los cubanos usaban ese tipo de agente para poner a prueba la capacidad
y las reacciones de Estados Unidos. . . pero eso no siguió ocurriendo
con la misma frecuencia después de lo del 9/11'', añadió un alto
funcionario de la administración del presidente George W. Bush.

Ambos ex funcionarios pidieron que no se les identificara ya que no
están autorizados a discutir el tema.

En un año promedio, según ellos, Cuba envía una docena de agentes que se
presentan en las embajadas estadounidenses diciendo que tienen
información importante y quieren hablar con funcionarios que puedan
entender el valor de sus revelaciones. Pero los dos expertos añaden que
el número de agentes puede llegar a 20, o incluso 25, en épocas de mucha
importancia.

El 2001 fue por cierto importante. El 11 de septiembre Al Qaida atacó a
Estados Unidos. Diez días después, las autoridades arrestaron a la
principal analista cubana del Pentágono, Ana Belén Montes, bajo cargos
de haber espiado para La Habana.

En los siguientes seis meses, entre 15 y 20 cubanos entraron a misiones
diplomáticas y ofrecieron información de fuerte contenido referente al
peligro de actos terroristas, dijo uno de los expertos en Cuba. "Todos
los individuos que se presentaron en las embajadas con información de
ese tipo fueron desacreditados finalmente'' añadió.

La mayoría de los casos se dio en embajadas de Estados Unidos en América
Latina, Europa y Asia, dijo el ex funcionario del gobierno de Bush.

Las secciones de contrainteligencia del FBI y la CIA sospecharon que
muchos de los enviados lo hicieron con el propósito de penetrar los
servicios estadounidenses con la esperanza de conocer exactamente cómo
habían descubierto a Montes, hasta hoy uno de los secretos más
cuidadosamente guardados del caso, dijo uno de los expertos.

"Los servicios de inteligencia de Cuba habían recibido varias sacudidas,
Montes en el 2001, los cinco espías de Miami un par de años antes, y
creemos que estaban desesperados por enterarse de cómo los habían
descubierto'', añadió.

Pero la mayor parte de los agentes aparentemente fueron parte de una
campaña más amplia: establecer contacto con agentes de inteligencia
estadounidenses, identificarlos, mantenerlos ocupados y pasarles
información errónea, dijeron ambos expertos.

Añadieron que las preguntas formuladas por los funcionarios
estadounidenses que entrevistan a ese tipo de agente también puede
arrojar cierta luz sobre lo que la inteligencia sabe o no sabe acerca de
la isla.

Cualquier cubano que entra a una embajada de Estados Unidos ofreciendo
información, generalmente se entrevista primero con un funcionario del
Departamento de Estado de poco rango, según los expertos. Pero si la
información parece prometedora, el visitante después pasa a un
funcionario de la CIA o del Departamento de Defensa.

La mayoría de los agentes cubanos ofrecen una amplia gama de información
que Cuba sabe le va a interesar a la inteligencia de Estados Unidos: la
capacidad de Cuba de interceptación electrónica, guerra biológica o
química, quizás descontento con la jerarquía militar o lavado de dinero.

"Pero esa información generalmente tiene, como se dice a veces, 'una
milla de ancho y una pulgada de profundidad', sin detalles
significativos en ninguna categoría'', dijo uno de los expertos.

Los funcionarios militares y de la CIA, si embargo, son renuentes a
rechazarlos a priori porque la información puede parecer legítima, "y
allí [en las embajadas] no existe la capacidad de atrapar a la gente en
mentiras''.

"Otra característica de esos agentes es que son un fuerte drenaje de
recursos, conocidos como 'pierde-tiempos' porque la inteligencia
estadounidense tiene que invertir tiempo y esfuerzo en identificar que
son falsos y dejarlos que sigan'', dijo el experto.

Y todo eso a Cuba le cuesta poco, dijo. Un cubano con sólo 20 horas de
capacitación puede presentar una oferta de información lo
suficientemente interesante como para pasarse 100 horas hasta llegar a
la conclusión de que la información es fraudulenta.

Aunque el empleo de esos visitantes inesperados por parte de Cuba se
extendió durante años antes y después de los ataques terroristas de Al
Qaida, las visitas ocurridas poco después de los hechos del 9/11
indignaron particularmente a los funcionarios de la administración de Bush.

"El régimen de Castro ha. . . intentado eso por lo menos una vez al mes
después del 11 de septiembre, supuestamente para ofrecer información
sobre ataques terroristas inminentes contra Estados Unidos u otros
intereses de Occidente'', dijo Dan Fisk, subsecretario adjunto de
Asuntos de las Américas del Departamento de Estado, en un discurso
pronunciado en Washington el 17 de septiembre del 2002.

"Esto no es un juego inocuo'', añadió Fisk. "Es una peligrosa e
injustificada acción que perjudica nuestra capacidad para evaluar
peligros verdaderos. . . Y algún día podría costar vidas''.

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El Nuevo Herald (19 October 2009)
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