15 de junio de 2017

Se soltó el loco y se acabó el manicomio

Se soltó el loco y se acabó el manicomio
14 Junio, 2017 8:23 am por Alfredo M Cepero

Miami, USA, Alfredo M. Cepero, (PD) Durante los ocho años de
apaciguamiento de Barack Obama, que a muchos nos parecieron una
eternidad, los enemigos de este país violaron todas las reglas de
convivencia civilizada sin que Washington les pusiera freno.

Los amigos, por otra parte, se sintieron abandonados a su suerte y se
replegaron dentro de los confines de sus territorios.

Era una situación alucinante donde predominaba la conducta de 'sálvese
el que pueda". El mundo se convirtió en un manicomio donde mandaban los
locos más agresivos sin temor a represalia alguna por parte de los
Estados Unidos.

El mimado de la izquierda apaciguadora inauguró su política derrotista
con un discurso en la Universidad de El Cairo donde pidió perdón por la
"arrogancia y el poderío militar" de los Estados Unidos. Acto seguido
mostró una cobarde pasividad ante el clamor de solidaridad de los
estudiantes iraníes de la Revolución Verde enfrentados a los fanáticos
clérigos musulmanes. Los enemigos de este país le tomaron la medida de
su cobardía al antiguo "organizador comunitario" y se dieron a la tarea
de erosionar la influencia y el poderío de los Estados Unidos.

Pasemos a una muestra limitada por el espacio de un artículo de este
tipo. Putin se tragó a la península de Crimea, Pekín incrementó su
influencia en el Pacífico construyendo islas artificiales en el Mar del
Sur de la China, Corea del Norte aceleró su programa de misiles
intercontinentales con capacidad para alcanzar las costas
norteamericanas, Irán recibió 150,000 millones de dólares a cambio de la
falsa promesa de que suspendería temporalmente su programa de armas
nucleares, Siria desató una guerra de exterminio con armas químicas
contra hombres, mujeres y niños, el ISIS creó un califato en territorios
conquistados para la libertad con sangre de soldados norteamericanos y
los terroristas islámicos fueron descritos como una minoría de jóvenes
desorientados que no constituían un peligro claro y presente a la
seguridad de los Estados Unidos.

El descontento con el manicomio se manifestó con claridad con la
elección de Donald Trump el 8 de noviembre del 2016.

La maquinaria demócrata y su prensa incondicional calificaron al magnate
devenido en político como un hombre con temperamento volátil y carácter
agresivo a quién no se le podía poner a cargo del "gatillo nuclear".

Trump, por su parte, no dio muestras durante la campaña de que sería un
activista en cuestiones de política internacional. Llegó decir que no
aspiraba a ser presidente del mundo sino de los Estados Unidos de
América. De ahí la sorpresa cuando el Presidente decidió aplicar con la
acción la raya roja retórica que había trazado e incumplido Barack
Obama. Con ello demostró que tiene temperamento y más aún que tiene los
bemoles que le faltan a Obama.

En la noche del jueves 6 de abril Donald Trump cambió en forma radical
la forma en que los Estados Unidos son percibidos por el resto del
mundo. Se soltó el "loco" y se acabó el manicomio. No más pastillitas ni
sicoterapia para apaciguar locos empeñados en apoderarse del mundo. El
nuevo jefe del manicomio aplicó el tratamiento de un electroshock en la
forma de 59,000 libras de explosivos transportados por 59 misiles
Tomahawk. Los misiles hicieron impacto en la base aérea siria de
Shayrat, desde donde habían despegado los aviones que habían asesinado
con armas químicas a docenas de civiles inocentes, entre ellos mujeres y
niños.

Ahora bien, aunque el ataque militar fue desatado contra el asesino de
Bashar al-Assad, el mensaje estuvo dirigido a otros forajidos que violan
las reglas de la convivencia civilizada. Se me antoja que no fue por
casualidad que Trump ordenara el ataque contra Siria mientras cenaba con
el presidente chino Xi Jinpin en su complejo residencial de Mar O Lago.

Quisiera ser una mosca en la pared cuando Xi le diga a su protegido, el
endemoniado Kim Jong-un, que Corea del Norte tiene que suspender sus
pruebas de misiles intercontinentales. Para China Comunista la opción
debe de ser clara: seguir molestando a los Estados Unidos protegiendo al
gordito enajenado de Pyongyang o preservar el acceso al gigantesco y
próspero mercado norteamericano sin el cual la economía China sufriría
un profundo descalabro.

Otro enemigo jurado de los Estados Unidos confronta una opción aún más
ominosa. Las 59,000 libras de explosivos contenidas en los misiles que
disparó Donald Trump contra Siria tienen que haber convencido al sicario
Vladimir Putin de que tiene que optar entre proteger a Assad o
enfrentarse a Trump. Una píldora muy amarga para Putin y su sueño de
resucitar el difunto imperio soviético.

Si tomamos en cuenta la superioridad militar norteamericana, Putin no
tendrá otra alternativa que aceptar las reglas impuestas por el nuevo
jefe del manicomio. Sin embargo, eso no impedirá que Putin adopte, al
menos por el momento, una posición de beligerancia, aunque sea para
mantener su imagen de "guapo de barrio".

Después del ataque, los rusos condenaron la acción norteamericana,
negaron que Al Assad hubiera utilizado armas químicas y enviaron una
fragata de su armada a visitar la base naval siria de Tartus, en el Mar
Mediterráneo. Una cortina de humo para esconder su impotencia y su rabia
ante la enérgica acción unilateral ordenada por Donald Trump.

En tal sentido, el Secretario Rex Tillerson anunció con antelación a su
homólogo soviético que el ataque se llevaría a cabo pero Donald Trump ni
le habló ni le pidió permiso a su supuesto "amigo" Vladimir Putin. Para
poner las cosas en su sitio, Tillerson visitará Moscú en las próximas
semanas y tendrá a su disposición el arma de la acción militar contra Siria.

Es una verdad incontrovertible que la diplomacia más eficaz es la que
cuenta con el respaldo y el uso del poderío militar como elemento de
disuasión del adversario.

Otro elemento de esta saga digno de tener en cuenta es el silencio
ensordecedor de Teherán. Por aquello de que "cuando veas las barbas del
vecino arder pon las tuyas en remojo", los usualmente vociferantes
clérigos iraníes no han dicho ni esta boca es mía. Todo indica que los
chiitas iraníes podrían estar contemplando la posibilidad de una
estrecha cooperación militar entre los Estados Unidos y sus enemigos
sunitas de Arabia Saudita y otras naciones del Medio Oriente como
Jordania y Egipto. Las manifestaciones vociferantes de Teherán contra el
"gran Satán" norteamericano no serían suficientes para enfrentar con
éxito una alianza militar de los países del Golfo y los Estados Unidos.

Por otra parte, la resurrección de la preeminencia norteamericana por
Donald Trump tiene que haber sido vista con preocupación en otras
latitudes que han sobrevivido o se han beneficiado con la política de
"liderar desde la retaguardia" de Barack Obama. No tengo dudas de que
los déspotas de Caracas y de La Habana están muy preocupados por estos
días. Aunque no temen ser objeto de ataques con misiles Tomahawk, se
saben expuestos al daño a su supervivencia que serían medidas
restrictivas del comercio, de las comunicaciones y de las remesas en
moneda dura. Sus regímenes están tan carcomidos por la ineficiencia que
pueden ser derrumbados por un simple soplo de viento.

En contraste con el temor de sus enemigos, los amigos de este país
tienen que haber experimentado un renacimiento de la confianza en
Estados Unidos como líder del asediado mundo libre, entre ellos los
países de la OTAN y los ya mencionados del Medio Oriente.

Las recientes reuniones del presidente Trump con el Presidente de
Egipto, Abdel Fattah el-Sisi, el Rey de Jordania, Abdullah II y el
Príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, fueron pasos
exitosos hacia un estrecho nivel de cooperación que estuvo ausente
durante los ocho años de Obama. En un gesto de franqueza poco
característico en los jefes de estado, el-Sisi le dijo al periodista
Bret Baier que los ocho años de Obama habían sido negativos para su región.

En fuentes dignas de crédito se ha dicho que estos aliados se han
mostrado dispuestos a tomar la iniciativa militar con un despliegue de
soldados en el campo de operaciones. El aporte de los Estados Unidos
estaría entonces concentrado en los campos de bombardeo aéreo,
inteligencia militar, provisión de armamentos, asesores militares y
tecnología de las comunicaciones, el tipo de operaciones que mantendrían
al mínimo las bajas y evitarían la oposición interna al conflicto que ha
caracterizado a otras guerras norteamericanas.
alfredocepero@bellsouth.net; *Alfredo M. Cepero
*Director: www.lanuevanacion.com
http://twitter.com/@AlfredoCepero

Source: Se soltó el loco y se acabó el manicomio | Primavera Digital -
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