24 de septiembre de 2012

Raúl Castro versus Fidel Castro

Raúl Castro versus Fidel Castro

Raúl no apuesta por los anacrónicos tratados marxistas. Prefiere la
Rusia de Putin. Y admira el crecimiento económico con métodos
capitalistas del gigante chino.
Iván García / Especial para martinoticias.com
septiembre 24, 2012

A vuelo de pájaro, si comparamos la manera de gobernar de los Castro
durante sus respectivos mandatos, podemos caer en un error de bulto al
considerar que ambos autócratas son más de lo mismo. No hace falta
hurgar con lupa para notar diferencias. ¿Cuáles son las similitudes?
Pues que el dúo tiene en sus genes el autoritarismo. Y ven en la
democracia a su mayor enemigo.

Mientras Fidel Castro actuaba como un auténtico iluminado, padrecito de
la patria y bodeguero de barrio, a su hermano le gusta ejercer el poder
tras bambalinas. Castro I era un alocado huracán. No se estaba quieto.
Una mañana cualquiera podía movilizar todas las fuerzas productivas del
país para una recogida de plátanos.

Saltándose el presupuesto nacional, ordenaba construir un centro
biotecnológico, o se creía un estadista de talla mundial y diseñaba un
plan para abolir la deuda externa en América Latina. Tenía vocación de
guerrero. Y en diferentes conflictos civiles en África procedió como si
fuese un comandante supremo. La campaña militar de Cuito Cuanavale la
dirigió personalmente desde una casona ubicada en el reparto Nuevo Vedado.

Controlaba hasta el último detalle. Sabía la cantidad de asfalto que se
necesitaba en la construcción de una pista aérea y el número exacto de
chocolates y latas de sardinas que consumirían las tropas.

En el plano nacional gobernaba con mentalidad de bodeguero. Sacaba
cuentas en su calculadora y decidía comprar los refrigeradores que él
consideraba más efectivos para echar andar su Revolución Energética. De
memoria cantaba el dato preciso de bombillas ahorradoras que debía
importar el país. Las bondades del Cerelac. O la cantidad de hormigón
requerido para construir 100 guarderías infantiles.

Fidel Castro es un autócrata. Un narcisista de toda la vida. Incluso
jubilado no se puede contener. Y a ratos predice desastres atómicos o
asevera haber descubierto la fórmula, con una planta llamada moringa,
capaz de cubrir todas las necesidades alimentarias del ser humano.

Sus partidarios lo consideran el estadista más importante del siglo XX.
Sus detractores, un loco de atar. Gobernó Cuba durante 47 años, entre
augurios de guerras contra el "imperialismo yanqui" y movilizaciones
populares para descalificar a los que decidían abandonar el país.
Asaltaba los estudios de la televisión y daba largas peroratas sobre
temas diversos. Las cifras no mienten: Fidel Castro fue un mal
administrador de la nación.

Cuando a causa de una enfermedad abandonó el poder, las estadísticas
económicas de Cuba se habían contraído al límite. La producción
azucarera, principal rubro económico por siglos, estaba al nivel de la
zafra de 1910. Las ciudades destartaladas y sin pintar. Las calles
repletas de baches. Y las despensas vacías. Se mantenía en pie una salud
y educación gratuitas, en estos momentos cuesta abajo y de pésima calidad.

El traspaso de gobierno del General Raúl Castro, el 31 de julio de 2006,
fue un proceso sin consulta popular. A dedo, había sido designado por su
hermano.

Ya desde finales de los 90, varios rubros del sector económico eran
manejados por empresarios militares. En un circuito cerrado los
administradores de verde olivo habían diseñado métodos de
perfeccionamiento empresarial que aplicaban en sus industrias y
negocios. Sin dramas, Raúl Castro sepultó cien metros bajo tierra el
voluntarismo y la anarquía de su hermano. También reestructuró el
aparato administrativo y cerró ministerios descabellados, como el de la
Batalla de Ideas, un monumento a la ineficacia.

Cambió todos los muebles posibles. Los hombres de confianza de Fidel
Castro pasaron a retiro o cayeron en desgracia. Las escuelas en el
campo, cuna de embarazos indeseados y un lastre para el presupuesto
nacional, fueron cerradas.

El General no ha tomado estas medidas como una antesala de reformas
serias y profundas. No. Son simples curas de caballos que persiguen
estimular el funcionamiento de la moribunda economía. La ampliación del
trabajo por cuenta propia y la venta de casas y viejos autos rusos no
son un punto de partida para implementar métodos liberales. El objetivo
es tirar al cesto leyes absurdas. Raúl Castro se enfoca en la
continuidad del sistema.

Para lograrlo necesita dos cosas: dólares y liberar esa carga pesada que
constituye el control exagerado del Estado. En busca de eficiencia y
elevación de la productividad, ha trazado un plan donde millón y medio
de trabajadores perderán sus empleos. Si Castro I sonaba idealista,
Castro II tiene los pies en la tierra. Y el futuro lo concibe
practicando un capitalismo de amigos que le permita controlar los
principales rubros económicos del país.

Raúl no apuesta por los anacrónicos tratados marxistas. Prefiere la
Rusia de Putin. Y admira el crecimiento económico con métodos
capitalistas del gigante chino. Sabe el General que para perpetuar la
obra de Fidel es imprescindible una economía eficaz e intentar
satisfacer las aspiraciones del cubano común, de poder vivir en una casa
decente y alimentarse bien.

Alcanzarlo, sin perder el poder y manteniendo a raya a los opositores,
es la meta. Las diferencias de uno y otro son de procedimientos. Los dos
tienen mentalidad de caudillos. Castro I, era más de revolución
tercermundista, multitudes, aplausos y discursos. Castro II es de hacer
las cosas a la sombra, sin demasiado ruido.

El actual presidente de Cuba aspira a que la obra gestada por su hermano
y continuada por él se extienda cien años. O un poco más.

http://www.martinoticias.com/content/raul-fidel-castro-diversidad-autoritarismo-/15063.html

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