29 de mayo de 2012

El drama de los corcheros

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El drama de los corcheros
Martes, Mayo 29, 2012 | Por Francisco Chaviano González

LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Pescar es uno de los oficios
más antiguos del mundo, y un hobby compartido por muchos. Los
pescadores pululan: profesionales o aficionados, asiduos o eventuales,
en embarcación o de orilla.

En Cuba, antes del triunfo de la revolución, había muchas personas que
vivían de la pesca, algunos con verdaderas empresas y otros con un
simple botecito para arañar el mar en busca del sustento. No pocos
tenían botes de recreo. Desde suntuosos yates hasta simples chalupas,
unos para su uso personal y otros para alquiler o renta.

En los primeros años del nuevo régimen, ocurrió una estampida. Primero,
escaparon en sus yates muchos que tenían una deuda política con los
nuevos dueños. Le siguieron los que el nuevo gobierno llamó
"siquitrillados", personas cuyos bienes fueron expropiados. La
revolución comenzó confiscando las grandes propiedades, luego, las
medianas y más tarde, las pequeñas. En unos pocos años e; nuevo gobierno
se apropió de todo, y sus víctimas huyeron.

El último en ser despojado fue el pueblo trabajador que nada tenía, gran
parte del cual de buen gusto aprobó la rapiña contra los que tenían
algo, creyendo que resultaría beneficiado por el Robin Hood tropical,
cuando en la realidad le reservaban lo peor: la confiscación de la
libertad. La camarilla gobernante se enseñoreó de todo y de todos; y
decidió así también acabar con los paseos en barco –tan útiles para
escaper de una isla rodeada de agua- y el hobby de la pesca en el mar.

Las autoridades confiscaron los botes de recreo al pueblo. Solo tuvierno
derecho a tenerlos los integrantes de la nomenclatura comunista, y
algunas personas muy identificadas con el régimen, a quienes, luego de
muchas investigaciones, les autorizaron a tener alguna que otra pequeña
embarcación, siempre bajo el contro absoluo de la Guardia Coastera.
Establecieron la obliigatoriedad de un carnet de pesca, como requisito
indispensable para poder salir al mar en una embarcación. Su obtención
podía tardar años y tenía que firmarlo el mismi ministro de la pesca.

También los pescadores de orilla tuvieron dificultades. Las autoridades
impusieron otro tipo de carnet para poder disfrutar de este pasatiempo.
Esto, unido a la falta de los implementos necesarios, que desaparecieron
de las tiendas, diezmó considerablemente la práctica. Los Pescadores
submarinos también enfrentaron problemas de todo tipo. Con frecuencia a
los pescadores se les decomisaban los peces que capturaban y los
equipos, además eran multados.

Los pescadores profesionales tuvieron que agruparse en cooperativas
controladas por el gobierno. Los que tenían buenas barcas las perdieron
y pasaron a retiro. Los demás pasaron a ser empleados del estado que
trabajban en embarcaciones estatales. Muchos fueron reclutados por el
ministerio del interior como agentes o simples soplones, encargados de
delatar a cualquiera que intentara escapar de la Isla prisión. Esta
persecusión se suavizó después de la crisis de los balseros de 1994 y
los consiguientes acuerdos migratorios de 1995, entre Cuba y Estado
Unidos. El astuto Casto puso en manos del "enemigo" el trabajo sucio de
perseguir a los balseros y devolvérselos.

El hambre pudo más que la represión y, durante el "período especial", de
los años 90, los pescadores salieron a pescar en neumáticos de
vehículos. Mas tarde,los neumáticos fueron sustituidos por rudimentarias
embarcaciones de corcho -a las que llaman precisamente "corchos"-, que
hacen la pesca más factible y menos riesgosa. Pero la represión no cesa,
continúa ahora en oleadas intermitentes. Cuando la guardia costera
realiza estas campañas de persecución detiene en el mar a estos
pescadores y les confisca la pesca y los avíos, les rompe sus pequeños
bote de corcho, y les impone severas multas. Los pescadores esconden sus
corchos hasta que se calma el vendaval, para luego, apremiados por la
necesidad, volver hacerse a la mar.

Un pescador de Jaimanitas, llamado Mayito, alentado por la nueva ley que
permite realizer algunos trabajos por cuenta propia, ha intentado crear
un gremio de pescadores y obtener permiso del gobierno para pescar en
corcho. Ha realizado numerosas gestiones ante el gobierno y la Asamblea
del Poder Popular, pero no ha tenido éxito. Parece que el gobierno no
quiere que le quiten sus pesces, que como toda la Isla, también cree que
son de su propiedad exclusive. EL drama de los corcheros continúa.

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