¿Apretarían el gatillo los soldados cubanos?
Lo que está ocurriendo en Libia podría resultar particularmente 
preocupante para la dirigencia cubana
Marifeli Pérez-Stable, Washington | 27/02/2011
1989 fue un buen año para la libertad. Únicamente en China el partido 
comunista aplastó a los manifestantes que poco a poco, desde el 14 de 
abril, iban tomando posesión de la Plaza Tiananmen. Cuando aparecieron 
los tanques y soldados el 3 y 4 de junio, apenas se divisaba el suelo de 
la plaza. Hasta 1.500 personas fueron masacradas.
Aun así, los acontecimientos de Tiananmen nos dejaron una imagen de 
esperanza: el joven que una y otra vez se colocaba frente al tanque, 
mientras el soldado que lo conducía rehusaba aplastarlo. En China, una 
búsqueda de "el hombre del tanque" en Internet no devuelve ningún 
resultado. Aquí, en Estados Unidos, te dará cerca de nueve millones de 
resultados. La rebeldía del joven y la renuencia del soldado a matarlo 
todavía representan una amenaza para las autoridades chinas.
En Europa del Este los regímenes comunistas caían como fichas de dominó. 
La "Doctrina Sinatra" utilizada por Mijaíl Gorbachov —Moscú ya no 
intervendría para apuntalarlos— obligó a los líderes comunistas de la 
región a arreglárselas como pudieran ellos solos. Y cuando los 
ciudadanos se lanzaron a las calles, todos, excepto Nicolau Ceaucescu en 
Rumanía, dudaron antes de dar una orden de abrir fuego.
Cuba tuvo lo suyo en 1989. En junio, un grupo de militares y oficiales 
de la seguridad del Estado fueron arrestados y juzgados por tráfico de 
drogas. Cuatro de ellos fueron fusilados. Es posible que estos hombres 
también estuvieran trabajando a favor de unas reformas. No importa, 
todavía hoy está más claro que el agua que el escándalo dejó al desnudo 
el apuro en que se encontraba el régimen.
El hecho de que Fidel Castro demandara lealtad incondicional de la élite 
requería de un alto nivel de tolerancia ante el comportamiento de los 
altos mandos de esa élite. Si estaba al tanto o no de las actividades de 
los oficiales, toda la responsabilidad recaía en su manera de gobernar. 
La Habana, sin embargo, echó la culpa a unas cuantas manzanas podridas, 
aun cuando dos de los hombres ejecutados —el general Arnaldo Ochoa y el 
coronel Antonio de la Guardia— habían sido cercanos a Castro durante 
mucho tiempo.
Hoy vemos cómo jóvenes en el Medio Oriente se manifiestan a favor de la 
libertad. A diferencia de los regímenes de Europa del Este, sin embargo, 
los del Medio Oriente emergieron desde dentro y, en ese sentido, se 
acercan más a China. Las autocracias de Egipto y Túnez se debilitaron 
sin apenas derramar sangre. No así en Libia donde Muamar el Gadafi ha 
lanzado tropas leales, mercenarios extranjeros y ataques aéreos contra 
la población. Cientos de personas han muerto y el régimen ha perdido el 
control de la zona oriental del país.
Tras los acontecimientos de 1989, se llegó a pensar que Cuba sería la 
próxima. Pegatinas donde se leía ¡En el noventa, Fidel revienta! podían 
verse por todo Miami. George H. W. Bush pensó que la libertad llegaría a 
Cuba durante su mandato. Sin embargo, Fidel Castro resistió y sobrevivió 
hasta conseguir traspasar el poder a Raúl en 2006.
Así las cosas, el estilo de mando del mayor de los Castro sigue siendo 
la esencia del asunto. Fidel siempre prefirió gobernar solo que 
apoyándose en instituciones, aunque no fueran democráticas. Y le llevó 
algún tiempo a Raúl Castro poner las cosas en orden. Ahora se encuentra, 
junto a sus ancianos seguidores, atrapado.
Por un lado, el pensamiento que serían ellos los que perderían el poder 
les impide dormir por las noches. Por otro, se han comprometido a salvar 
el legado de Fidel, que es el suyo propio. Aun así, la falta de voluntad 
de Castro de situar los intereses del cubano de a pie en el centro de su 
gobierno ha hecho todavía más difícil la tarea de Raúl. Se ha perdido 
demasiado tiempo y los costos actuales son aún más altos.
Los cubanos se están enfrentando a despidos de alrededor de 1,8 millones 
a lo largo de cuatro años. Aunque los informes publicados sobre si la 
primera ronda de 500.000 despedidos ha comenzado de verdad, solo el 
anuncio sugiere un nuevo contrato social. El mensaje que está enviando 
el Gobierno es, de hecho, "Ustedes están solos".
Lo que está ocurriendo en Libia podría resultar particularmente 
preocupante para la dirigencia cubana. Fidel Castro y Gadafi fueron muy 
buenos amigos en algún momento. Y no sabemos cuán enterados están los 
cubanos de los acontecimientos en ese país. Las élites en los sectores 
de lo militar, lo estatal y el partido, sin embargo, están muy 
conscientes de las deserciones que han tenido lugar entre sus homólogos 
libios.
¿Estarían los jóvenes cubanos dispuestos a provocar la ira del régimen 
lanzándose a las calles? ¿Daría el régimen la orden de dispararles? 
¿Apretarían el gatillo oficiales y soldados? No son éstas preguntas 
infundadas. Las reformas incipientes ya están sacudiendo la sociedad 
cubana, y es allí donde deberemos prever los cambios.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/apretarian-el-gatillo-los-soldados-cubanos-257006
 
 
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