Relojes sin cuerda y uso del tiempo
By RAUL RIVERO
Madrid -- Si de verdad las horas cayeran en algún sitio como dicen que 
caen la expresión popular y los malos prosistas, en Cuba las horas se 
desploman, cada sesenta minutos, directamente en las celdas de los 
prisioneros políticos. Allá adentro, en el espanto de la injusticia, el 
hambre, las enfermedades y la arbitrariedad, se siente el estruendo de 
la caída, se recibe el impacto de esos 24 derrumbes diarios.
Entretanto, los jefes, sus milicias de guatacas, los cómplices internos 
y foráneos, usan metáforas aéreas para poetizar con el paso del tiempo. 
A ellos las horas se les van volando como pájaros leves. A ellos se les 
desvanecen, se les escapan en el vapor de las manos los minutos en los 
sitios donde se reúnen para tratar de hacerlos eternos o para pasar el 
rato, que es una fórmula criolla donde caben una cita amorosa, el diseño 
de una trampa y un partido de dominó.
Pero es muy grande el peso de una hora más sobre la cabeza de Ariel 
Sigler Amaya, el prisionero político condenado a 20 años en el 2003 y a 
una silla de rueda desde hace 20 meses. Está ahora en una sala de 
penados del hospital Julito Díaz de La Habana.
El líder del Movimiento Opción Alternativa, matancero de 46 años, le 
dijo a su familia esta semana que está cansado de mentiras y no quiere 
recibir más atención médica porque ninguno de los tratamientos que ha 
recibido en prisión han aliviado o mejorado su estado de salud. En casi 
dos años de hospitalización no le han dado un diagnóstico, no ve los 
resultados y ha pedido que lo regresen a la prisión de Ariza, donde 
cumple su condena, para morir tranquilamente.
El golpe sistemático del tiempo, para seguir con el uso del lugar común, 
es un asunto muy grave en las celdas de Ricardo González, Arnaldo 
Lauxeriques, Víctor Rolando Arroyo, Adolfo Fernández Saínz, Normando 
Hernández, Pedro Argüelles y así, hasta completar una nómina de 26 
presos en la que incluyo al periodista Guillermo Fariñas, que ha 
comprometido su vida, mediante una huelga de hambre, para ayudar a 
salvarlos.
Para estos hombres y para los otros prisioneros del régimen, para sus 
familiares agrupadas en las Damas de Blanco, cada segundo tiene un valor 
y cada minuto una intensidad de pesadumbre y riesgo.
No se puede jugar con esas vidas y lanzar fuegos artificiales mediante 
pactos y promesas para dilatar el tiempo de poder y maniobrar para que 
las instituciones de derechos humanos del mundo, los intelectuales 
lucidos y los medios de prensa saquen sus reflectores del escenario 
cubano donde se trabaja, en medio de un cerco policial y otro de 
intolerancia, por la libertad de los presos y la democratización del país.
os prisioneros, las Damas de Blanco y la oposición pacífica no han hecho 
compromisos verbales con nadie ni han suscrito acuerdos con generales y 
doctores, ni con obispos y embajadores. Como viven en los sitios donde 
las horas caen con más fuerza están preparados y alertas. No son ilusos 
que por desesperación o por miedo le dan vueltas falsas a las 
manecillas. Y saben muy bien quiénes son los que quieren atrasar los 
relojes.
http://www.elnuevoherald.com/2010/05/30/731504/raul-rivero-relojes-sin-cuerda.html
 
 
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