2010-02-25.
Miguel Saludes
(www.miscelaneasdecuba.net).- La Muerte es principio, no fin (Quintín 
Bandera) (del libro homónimo de Natalia Bolívar y Natalia del Río).
Orlando Zapata ya no está en prisión. Desde este 23 de febrero su 
espíritu vaga libremente por la Isla de todos los cubanos. Triste signo 
de muerte que vuelve a tocar el corazón de la patria de Martí, apenas 
unas horas antes de una jornada heroica, que se encendió en Baire con el 
grito de Libertad o Muerte.
El Periodista Independiente cumplía una larga condena impuesta de manera 
injusta por un tribunal terrorista y arbitrario. Era uno de los setenta 
y cinco cubanos castigados con el cruel encierro por el simple hecho de 
pensar y expresarse con libertad. ¿Acaso no era ese uno de los anhelos 
por el que dieron su vida cientos de compatriotas, en aquella gesta 
iniciada un 10 de octubre? ¿No ha sido ese el motivo impulsor de los 
mayores sacrificios en nuestra historia reciente?
El gobierno castrista habla de crueldades ajenas, pero omite las suyas. 
Incluso se ofende cuando alguien se las recuerda. Una perversión que 
hace sufrir de manera trágica a toda la sociedad cubana desde hace 
décadas. No olvidamos aquellos días en que en las cárceles inglesas se 
debatían entre la vida y la muerte, empeñados en la porfía de una huelga 
de hambre, diez militantes del IRA.
Margaret Tatcher, haciendo honor al mote de Dama de Hierro con el que 
pasó a la posteridad, no movió un dedo para cumplir las demandas de los 
prisioneros que fallecieron. Y no podemos olvidar el hecho por dos 
razones. Una porque a pesar del carácter violento de su lucha, los 
condenados eran seres humanos. En segundo lugar porque la prensa 
oficialista de Cuba reflejó el hecho al detalle, desplegando una amplia 
campaña en favor de los demandantes.
En el caso de Zapata la crueldad se verificó al extremo de negar a su 
madre asistir al hijo en los momentos finales de su existencia. Una 
bestialidad que nada tiene que ver con los ideales martianos enarbolados 
por la generación del Centenario.
No sé por qué salta a la memoria aquella canción popularizada en la voz 
de Violeta Parra que clamaba por la reacción del Santo Padre, una vez 
que supiera de la degollina desatada contra "sus palomas". Un 
cuestionamiento que aún espera la respuesta de muchas voces en el mundo, 
indiferentes ante lo que ocurre en el palomar totalitario en las Antillas.
En días recientes el mundo pudo ver las condiciones en que se encuentra 
otro de los presos de la causa del 2003. Ariel Sigler Amaya fue llevado 
al funeral de su anciana madre en silla de ruedas. Los que conocieron 
personalmente al preso cuando estaba en libertad quedaron impresionados 
ante su estado. Las fotos mostradas por los familiares a las cámaras de 
la prensa presentan un hombre fornido, lleno de juventud y vigor. El 
contraste de la figura escuálida y envejecida que saludó a los presentes 
en el velorio con el puño en alto, era evidente.
El 24 de febrero Cuba vuelve a vestir luto. Ayer lo hizo porque miles de 
sus hijos se lanzaron a una lucha sin cuartel por lograr la 
independencia. En fechas cercanas por una ejecución que tuvo como 
paredón el espacio infinito del cielo que acogió los restos de cuatro 
compatriotas, desperdigaron como ofrenda libertaria en pleno vuelo. El 
sol y las olas fueron mudos testigos del crimen.
Hoy la Nación acudirá al sepelio de otro de sus hijos que prefirió ser 
libre en la muerte a continuar preso en vida. Un gesto que cobra sentido 
solamente en el símil de la Cruz sacrificial, que propicia vida con la 
entrega de la propia.
Orlando Zapata se ha convertido en ese signo existencial para sus 
compañeros que aún permanecen en el vil encierro. Su sabia joven se une 
a la de Pedro Luis Boitel, vertidas por la emancipación de un pueblo 
sometido tras barrotes virtuales, difíciles de apreciar con la vista, 
pero iguales de efectivos a la hora de impedir su libertad.
ORLANDO ZAPATA; LA VIDA POR LA LIBERTAD - Misceláneas de Cuba (25 
February 2010)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=25892
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