26 de abril de 2016

El desmoronamiento

El desmoronamiento
YOANI SÁNCHEZ, La Habana | 26/04/2016

Hay finales épicos, de película. Sistemas cuyos últimos minutos
transcurren entre el ruido de los martillos que derriban un muro o el
rugido de miles de personas en una plaza. El castrismo, sin embargo,
transita por una agonía sin imágenes gloriosas ni heroicidades
colectivas. Su mediocre desenlace se ha hecho más evidente en los
últimos meses, en que las señales del desmoronamiento ya no pueden
ocultarse tras la parafernalia del discurso oficial.

El epílogo de este proceso, que una vez se hizo llamar Revolución, está
salpicado de hechos ridículos y banales, pero que son ‒eso sí‒ claros
síntomas del final. Como una mala película, con un guion apresurado y
pésimos actores, las escenas que ilustran el estado terminal de este
fósil del siglo veinte parecen dignas de una tragicomedia:

- Raúl Castro monta en cólera cuando le preguntan en una conferencia de
prensa sobre la existencia en Cuba de presos políticos, se enreda con
los audífonos y pronuncia una sarta de disparates a poca distancia de
Barack Obama, quien luce dueño y señor de la situación.
- Al concluir la visita del presidente estadounidense, los medios
gubernamentales lanzan sobre él toda su furia, mientras el discurso de
Obama en el Gran Teatro de La Habana se vuelve el número uno en la lista
de los materiales audiovisuales más solicitados dentro del Paquete semanal.
- Dos policías cubanos llegan vestidos de uniformes a las playas de
Florida, después de haber navegado en una rústica balsa junto a otros
migrantes ilegales a los que ayudaron a escapar de Cuba.
- Un grupo de pioneritos, vestidos con uniforme y pañoleta, se
contorsionan en movimientos explícitamente sexuales a ritmo del reguetón
en una escuela primaria. Son filmados por un adulto y el video es subido
a las redes sociales por un orgulloso padre al que le parece que su hijo
es un genio del baile. Esa misma mañana de seguro pronunciaron en el
matutino la frase "pioneros por el comunismo: seremos como el Che".
- El canciller cubano, Bruno Rodríguez acusa a Obama de haber perpetrado
un ataque "a nuestra concepción, a nuestra historia, a nuestra cultura y
a nuestros símbolos" a pocos días de recibirlo en el aeropuerto y no
haberle dicho ninguna de esas críticas de frente y sin miedo.
- Un oscuro funcionario de la embajada de Cuba en España asegura en una
charla ante "amigos de la Revolución" que ésta "vive el momento más
difícil de su historia" y cataloga la cobertura de los medios
internacionales a la visita de Obama como una "muestra de una guerra
cultural, psicológica y mediática sin parangón".
- Raúl Castro vuelve a ser elegido por unanimidad como primer secretario
del Partido Comunista para los próximos cinco años y opta por el
inmovilismo. Pierde así la última oportunidad de pasar a los libros de
Historia con un gesto de generosidad con la nación, aunque fuera tardía,
en lugar de por su egoísmo personal.
- Fidel Castro aparece en la clausura del congreso, enfundado en una
chaqueta de Adidas, e insta a que "no sigamos como en los tiempos de
Adán y Eva comiendo manzanas prohibidas".
- Pocos días después de terminada la cita partidista el Gobierno anuncia
una irrisoria rebaja de precios para intentar elevar los ánimos caídos.
Ahora, un ingeniero no deberá trabajar dos días y medio para comprar un
litro de aceite de girasol, sino que solo necesitará laborar dos jornadas.
- Miles de cubanos se aglomeran en la frontera entre Panamá y Costa Rica
intentando continuar su ruta hasta Estados Unidos, sin que el Gobierno
de la Isla invierta un solo centavo en ayudarles a tener un techo, algo
de comida o atención médica.
- Un economista que explicaba por el mundo las bondades de las reformas
raulistas y sus progresos es expulsado de la Universidad de La Habana
por mantener contactos con representantes de Estados Unidos y pasarles
información sobre los procedimientos del centro académico.
- Dos jóvenes hacen el amor en pleno Boulevard de San Rafael, a la vista
de decenas de curiosos que filman la escena y que les gritan obscenas
incitaciones pero nunca llega la policía. La arcilla fundamental de la
Revolución se escapa en la líbido individual y colectiva.

Los créditos comienzan a pasar y en la sala donde se proyecta esta
pésima cinta apenas quedan espectadores. Uno se cansaron y se fueron,
otros se quedaron dormidos durante la prolongada espera, unos pocos
vigilan los pasillos y exigen que desde las butacas todavía salgan
sonoros aplausos. Tras el proyector, un hombre anciano quiere colocar el
nuevo rollo que alargue el interminable celuloide... pero ya no queda
nada. Todo ha terminado. Solo falta que el cartel de "fin" aparezca en
la pantalla.

Source: El desmoronamiento -
http://www.14ymedio.com/blogs/generacion_y/desmoronamiento_7_1987671214.html

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